La campaña electoral ya se lanzó. Se ve en cada acción, en cada declaración, tanto del gobierno de Alberto Fernández como de la oposición patronal de Juntos por el Cambio. Y hasta en la presentación de otros candidatos, como la del reaparecido Florencio Randazzo, que busca motorizar terceras fuerzas patronales ante las dos mayoritarias.
Las apariciones de Cristina, las frases de Kicillof o las propias de Alberto Fernández son ya claramente estudiadas en clave electoral. Hasta se suspendió la pelea interna por espacios dentro del Frente de Todos con un virtual pacto entre Alberto Fernández, Máximo Kirchner y Sergio Massa hasta “después de las elecciones”.
Juntos por el Cambio, por su parte, sigue metido en su interna. Los radicales, después de pasarse casi dos décadas lamiéndose las heridas producidas por el Argentinazo que volteó al último presidente de ese partido (Fernando de la Rúa), ahora sueñan con volver a las ligas mayores de la mano de Lousteau o el flamante precandidato Facundo Manes. Claro que todo eso se enfrenta a las aspiraciones de PRO y sus propias internas cruzadas, con Rodríguez Larreta por un lado y Macri-Patricia Bullrich por el otro.
Por supuesto que todo esto, que llena los titulares de los diarios, está muy lejos de las preocupaciones del pueblo trabajador. En los lugares de trabajo o estudio y en los barrios populares la preocupación principal sigue siendo la pandemia. En lo sanitario cómo no contagiarse, o cómo atender a familiares y amigos contagiados. Cómo lograr vacunarse los que todavía no pudieron. Y qué va a pasar con la segunda dosis para aquellos que ya recibieron la primera, un tema que va ganando la preocupación de cada vez más personas.
Además de esto, la pandemia también deja otras consecuencias, la del aumento de la pobreza, la marginación social y el desempleo. La realidad es que la plata no alcanza y que todo sigue subiendo de precio. Por eso crece el reclamo de aumento salarial en paritarias que cerraron, la mayoría con acuerdos de entre 30% y 35% y en cómodas cuotas. El hecho de que algunos gremios, como Camioneros, o el Suterh, firmaron ahora por 45%/50%, o que los bancarios lograron reabrir su paritaria y también acercarse a esos valores, puso en el orden del día que la propia burocracia de la CGT tuviera que pronunciarse por una reapertura de todas las paritarias. Por supuesto, como ya nos tienen acostumbrados, sin mover un dedo para que esto se produzca.
Del mismo modo, crece la preocupación de aquellos que siguen sin tener ingresos debido a las consecuencias de la pandemia. La pobreza, especialmente en los barrios carenciados, alcanza cifras astronómicas, en particular entre niños y adolescentes.
Este es el marco en el que se entrará, ya de lleno en las próximas semanas, a la campaña electoral y la pelea por el voto. Y es cuando estará planteado el desafío de que la bronca creciente ante la falta de respuestas sanitarias y sociales pueda expresarse en una ruptura con las variantes patronales.
Sabemos que el Frente de Todos y Juntos por el Cambio no son alternativas para el pueblo trabajador. Uno porque gobierna ajustando y, peor aún, prepara un mayor ajuste para después de las elecciones, cuando efectivamente se firme el acuerdo con el FMI. La oposición patronal, por su parte, porque ya gobernó, ajustando a su vez y hambreando al pueblo trabajador.
El Frente de Izquierda Unidad se presenta, en cambio, ofreciendo su propuesta alternativa, su programa de emergencia ante la crisis. Que se incauten las vacunas que se producen por millones en Garín para garantizar las dosis necesarias para todas y todos. Que se centralice el sistema de salud para atender como corresponde la pandemia. Que se ponga plata para que haya más trabajadores de la salud y que cobren lo que les corresponde. Que se atiendan las consecuencias sociales de la pandemia otorgando un aumento salarial de emergencia para que nadie gane menos que el valor de la canasta familiar (hoy calculado en 99.930 pesos por los trabajadores de ATE-Indec). Que se reabran todas las paritarias. Que se otorgue un IFE de emergencia de 40.000 pesos para el que lo necesite. Somos, además, los que decimos de dónde sacar la plata para llevar adelante este programa. Dejando de pagar inmediatamente la deuda externa. Rompiendo con el FMI. Cobrando un impuesto de verdad a las grandes fortunas para que la crisis la paguen Techint, Arcor, Galperín, los bancos, las petroleras, las multinacionales del agronegocio, en síntesis, todos los que siguieron ganando millones en medio de la pandemia.
El FIT-U, que además está presente en todas las luchas, que es quien se ha opuesto en soledad a todas y cada una de las políticas de ajuste de este gobierno, del anterior y del anterior, tiene sobrada autoridad para plantarse como alternativa, la que efectivamente necesita el pueblo trabajador. Con sus diez años de historia, de referencia de unidad de la izquierda, siempre está abierto a incorporar nuevos sectores y ampliar la unidad alcanzada.
En estas semanas, en aquellas provincias donde se adelantaron los comicios, como Misiones y Jujuy, el FIT-U realizó excelentes elecciones.
Tenemos planteado entonces un gran desafío. Fortalecer y ampliar al FIT-U para estar en las mejores condiciones para pelear por una alternativa política para el pueblo trabajador frente a los partidos patronales, tanto del oficialismo como a la oposición.
Por supuesto, esto requiere que nos presentemos con una lista única del FIT y el conjunto de la izquierda, sin PASO. Salgamos todos unidos para los desafíos que se vienen.