Escribe José Castillo, candidato a diputado nacional por Izquierda Socialista /FIT Unidad
Milei dice oponerse a la “casta política”. Término que usa para esconder que los partidos tradicionales, a quien efectivamente representan, es a los patrones.
Javier Milei busca diferenciarse del resto de los dirigentes políticos tradicionales diciendo que estos pertenecen a lo que denomina la “casta política”. Así despierta simpatías en ciertos sectores, en particular juveniles, hartos de ver funcionarios de distintos gobiernos gozando de privilegios y enriqueciéndose. Pero el candidato de La Libertad Avanza, al hablar de casta política esconde lo fundamental: la fuente de ese enriquecimiento y corrupción está en la “gestión” que hacen estos dirigentes de los negocios de los bancos, las patronales nacionales y extranjeras y el FMI. Por eso, desde la izquierda preferimos llamar a las cosas por su nombre: son políticos patronales, al servicio y en muchos casos ellos mismos socios de las empresas y sus ganancias.
Milei también se cuida muy bien de esconder que si hay un sector de dirigentes que son distintos, estos son justamente los de izquierda. Los únicos que no se enriquecen, no gozan de privilegios y cumplen exactamente con lo que se comprometen con el pueblo trabajador. Ahí se le ve la pata de la sota a la hipocresía de Milei: la izquierda, justamente quienes no participan de ninguno de los privilegios de lo que él denomina la “casta política”, son sus principales enemigos, “los zurdos”, como los denomina en su mejor lenguaje macartista.
Milei con la ultraderecha española de Vox
Pero Milei ni siquiera es original. La expresión “casta politica” fue inventada por Beppo Grillo y su movimiento 5 estrellas hace varios años. Sin embargo, quien la utiliza más profusamente en la actualidad es la ultraderecha española, nostálgica del franquismo, de Vox. Milei, que se proclama ultraliberal, no tiene ningún problema es aparecer como socio político de estos sectores neofascistas. De hecho, acaba de participar de un encuentro internacional de esa fuerza política, de la que se muestra socia como dijo en “la lucha común contra el comunismo”.
¿De qué vive Milei?
Uno de sus argumentos favoritos para usar el término “casta política” es referirse a todos aquellos dirigentes que hace años viven y se enriquecen en la función pública. Para confrontarlos con “la gente común que trabaja”. Pero Milei es un hipócrita. El mismo, en los años 90, cobró un sueldo como asesor del bloque de diputados Fuerza Republicana, el partido del genocida Domingo Bussi. Actualmente, Milei tampoco “trabaja”. Hace años que es ñoqui del empresario Eduardo Eurnekian, quien hizo su fortuna gracias a conseguir concesiones del Estado de diferentes gobiernos, lo que le permitió armar su emporio llamado Aeropuertos Argentina 2000. Para hacerlo aún más escandaloso: el sueldo que Eurnekián le pagó a Milei el año pasado, lo hizo con la utilización de los subsidios ATP que otorgaba el gobierno nacional para “evitar despidos durante la pandemia”.
Por otra parte, en estos últimos días Milei demostró la selectividad con que define a quienes según él pertenecen o no a la “casta política”. Expresando su afinidad con Patricia Bullrich, la dirigenta del PRO caracterizada por su travestismo político y por haber sido funcionaria de casi todos los gobiernos de los últimos 30 años.
Milei no quiere terminar con ningún privilegio
No te dejes confundir. Hay que acabar, sin duda, con los políticos millonarios y corruptos. A los que usan sus cargos para favorecer a las grandes patronales y les garantizan sus superganancias. Milei, y también Espert, integran ese grupo. Por algo sus ejemplos, a quienes buscan emular, son Menem y Cavallo. Son políticos patronales y de lo peor: ultraderechistas y neofascistas. Antiderechos de las mujeres y las disidencias y defensores de genocidas.
En contraposición a ellos, hay que votar a los que de verdad nunca gobernaron, los trabajadores y la izquierda, los únicos que no tienen ninguna responsabilidad en el saqueo y la miseria que se encuentra sumido nuestro país. Por eso en noviembre hay que votar al Frente de Izquierda Unidad, el único programa que prioriza las reales necesidades de los trabajadores y la juventud, por sobre las ganancias de los empresarios y el FMI.