Escribe Mariano Barba
Nuestro país cuenta con una decena de fábricas de neumáticos, aunque las más importantes son Bridgestone en Lavallol, Pirelli en Merlo y Fate en San Fernando. Estas fábricas, que dominan casi la totalidad de la producción, actúan oligopólicamente y tienen sus casas matrices en países imperialistas. Anualmente fabrican más de quince millones de cubiertas, de distintas medidas, de las que exportan unos ocho millones. Dejan una cantidad para comercializar en el mercado interno que es inferior a lo requerido, por lo tanto generan un faltante adrede y justifican de esa manera los exorbitantes incrementos de precios, que desde finales del 2021 a la fecha alcanzan el 100%. Es decir, duplicaron los precios al público, generando un extraordinario colchón de ganancias.
El gobierno es cómplice de estas superganancias porque no controla los precios, ni la cadena de costos, ni aplica la ley 23.546 que regula las paritarias al poder exigirse a las empresas detalles de los componentes de costos para determinar la capacidad de pago de los acuerdos. El propio gobierno colaboró con esas superganancias, ya que les facilitó a las empresas del rubro el acceso a los créditos del Bicentenario a muy baja tasa, además del ATP en la pandemia, subsidios a la energía, al gasoil, y dólares a precio diferenciado para sus compras importadas, sobre todo de caucho, que incide solo en el 4% en la composición de los costos.
Con este panorama de altos ingresos y ganancias extraordinarias están plenamente justificadas las exigencias salariales del Sutna y el cobro del bono por participación en las ganancias que está instituido desde 2001 pero nunca fue aplicado hasta este año.