Alberto Fernández volvió a hablar, en medio de las dos marchas del 17 de agosto. Dijo desde La Rioja: “el desafío que tenemos es seguir haciendo crecer a la Argentina en libertad y democracia”. ¿ “Seguir” haciendo crecer? Increíblemente el presidente retoma el mismo discurso que viene sosteniendo desde que asumió: “vamos bien”.
La dramática contracara de esto es la muerte por hambre de una niña de once años, ¡en plena Ciudad de Buenos Aires! Indignante, la expresión más cruda de que crecen el hambre, la miseria y la marginación social. El superministro Sergio Massa, mientras tanto, transita su tercera semana en el cargo. Y absolutamente todas sus medidas son para reafirmar que, sea como sea, cumplirá las metas del ajuste reclamado por el FMI.
Massa, que a pesar de todo los privilegios que les ofrece no logra todavía que los monopolios exportadores y los grandes terratenientes liquiden la soja que tienen en su poder y “suelten” los dólares, les brinda a los especuladores financieros tremendos negocios con la suba de tasas de interés. Mientras prepara su viaje a Estados Unidos para rendir obediencia al Fondo, deja correr los aumentos en los productos de la canasta familiar que realizan los monopolios del sector y los hipermercados. Y pone en marcha el tarifazo del transporte, la luz, el gas y el agua.
En la semana en que se conoció la inflación de julio, 7,4%, el mayor número mensual de los últimos veinte años, el secretario de Comercio Matías Tombolini sostuvo que la inflación es solo “una sensación”. Y la presidenta de Aysa y esposa de Sergio Massa, Malena Galmarini, afirmó, en la mismísima conferencia de prensa donde se anunciaron las subas de tarifas, que estas no existen, ya que se trata de una “redistribución de subsidios”. Se dio a conocer el reajuste trimestral a los jubilados que, aún con un bono “compensador” para la mínima, quedará por detrás de la suba de precios. “Los jubilados no pierden contra la inflación”, se dijo en el anuncio. Como les respondió Eugenio Semino, el defensor de la Tercera Edad: “ya no les queda imaginación ni para mentir”.
Mientras tanto, Cristina y el kirchnerismo buscan que no se note demasiado que Massa llegó al cargo de superministro con su absoluto respaldo. Se ha llamado a silencio con respecto a todas las medidas económicas que se están implementado. Buscan no quedar pegados a las consecuencias sociales de este mayor ajuste. La gran preocupación de Cristina y La Cámpora es hablar de los jueces y del supuesto lawfare contra la vicepresidenta.
Pese al avance de este mayor ajuste, la CGT y las CTA hacen malabares para seguir apoyando al gobierno. Eso se vio más que nunca en las declaraciones de los distintos burócratas en la marcha del 17 de agosto. “No es contra nadie”, “es contra los formadores de precios”, o incluso “es favor del gobierno”, se escuchó desde distintas voces. Para terminar diciendo en la conferencia de prensa posterior a su marcha que “si siguen sacándole el plato de comida a los argentinos, nos vamos a seguir movilizando”. Todo para esconder que mantienen su pacto con el gobierno y dejan correr las medidas de ajuste.
La contrapartida es que sigue creciendo la bronca popular. Y las luchas contra el ajuste. Salen a pelear los docentes en Mendoza, Santa Cruz y Neuquén. Sigue el conflicto del Sutna. La Unidad Piquetera viene de un acampe en Plaza de Mayo y continúa su plan de lucha. De todo esto, sin duda lo más destacado fue la masiva movilización del 17 de agosto, que, en contraposición a la marcha de la CGT que relatamos en el párrafo anterior, fue clarísimamente contra el gobierno del Frente de Todos y su ajuste, exigiendo desde su tribuna en Plaza de Mayo paro y plan de lucha.
La conclusión de todo esto es clara. Los partidos patronales, sea el oficialismo peronista del Frente de Todos, la oposición de Juntos por el Cambio o los liberfachos de Milei, solo tienen para ofrecer ajuste y más ajuste a los trabajadores. Sacrificar en el altar del infinito pago de la deuda externa el presente y el porvenir de nuestro pueblo trabajador. Es necesaria otra salida política; que ya existe, y la venimos construyendo desde hace más de diez años: el Frente de Izquierda Unidad. Porque es hora de que gobiernen los que nunca lo han hecho, los que no son responsables de este desastre: las y los trabajadores y la izquierda. Postulando un programa económico distinto, opuesto por el vértice al actual, de emergencia, obrero y popular. Que arranque con el no pago de la deuda externa y romper con el FMI. Que le cobre grandes impuestos a los ricos, no al pobre consumidor, como hoy pasa con el IVA. Que nacionalice la banca y el comercio exterior, para terminar con la especulación, la bicicleta financiera y la fuga de divisas. Que reestatice las privatizadas y las ponga a funcionar bajo gestión de sus trabajadores y usuarios. Y, fundamentalmente, que ponga todos esos recursos al servicio de atender las más urgentes necesidades populares de salarios y jubilaciones dignas, trabajo genuino, salud, educación y vivienda. En definitiva, la lucha por una Argentina socialista.