Escribe Claudio Funes
En el debate del Presupuesto 2023, el gobierno del Frente de Todos logró que se apruebe una nueva tasa que se aplicará a los pasajes aéreos, tanto de vuelos de cabotaje como internacionales. La media sanción en la Cámara de Diputados se definió por un voto y la ausencia de Javier Milei (y parte de su bloque) fue señalada como un voto a favor silencioso.
Esta maniobra parlamentaria muestra una vez más que el “anarcocapitalista”, tal cual se define, que lanza furibundos discursos contra la “casta”, es parte de ella. Y no solo eso, sino que con su ausencia favorece a Eduardo Eurnekián, dueño de la empresa que tiene la concesión del aeropuerto de Ezeiza, Aeroparque y otras terminales aéreas en el país. Un típico “empresaurio” (según define Milei) que vive a costillas del Estado.
Todo esto no fue casualidad. El “libertario”, aparte de ser un furibundo defensor del negocio capitalista (plantea la privatización total de la Educación, la Salud y hasta justifica la venta de órganos), es empleado de confianza de Eduardo Eurnekián. Quien se hizo millonario, no por el libre juego del mercado, sino por sus nexos con el poder de turno.
Eurnekián en 1998 recibió de Menem la explotación de los aeropuertos, en 2007 Néstor Kirchner le perdonó deuda y prorrogó la concesión hasta 2028. Luego, presurosos, en 2020 Alberto Fernández y Cristina Kirchner le renuevan la concesión hasta 2038. Ante esto, el “liberfacho” calla y acompaña.
“Si yo tuviera que elegir entre el Estado y la mafia, me quedo con la mafia. Porque la mafia tiene códigos, la mafia cumple, la mafia no miente. Y sobre todas las cosas, la mafia compite” manifestó Milei. Será por esto que le solicitó ayuda financiera para su campaña a Leandro Cositorto, detenido por asociación ilícita y las estafas piramidales que llevó adelante desde Generación Zoe.
Por más que hable contra la corrupción de la política de los partidos patronales, Milei es parte de ella.