Escribe José Castillo
¿A quién no le gustaría ganar en dólares? En estas épocas en que la inflación pulveriza los salarios, esto aparece como una mítica salvación.
El liber-facho Javier Milei se aprovecha de esta ilusión y propone “dolarizar” la economía. En concreto, que desaparezca el peso y solo circule el dólar norteamericano como moneda en nuestro país. Pero su propuesta contiene una trampa: no es más que la pantalla para implementar un ferocísimo ajuste, infinitamente más grande que el actual.
Veamos. Lo que no dice Milei es a qué tipo de cambio se cambiarían todos los pesos en circulación. Sumemos, todos los pesos se presentarían en la ventanilla de los bancos, para obtener dólares a cambio. También los depósitos de los bancos. Y a ello habría que sumarle los bonos y leliqs en pesos en poder de bancos, compañías de seguros y otros especuladores. La cuenta es simple: todo eso sumado, divido la cantidad de dólares que existen en las reservas nos da “la tasa de cambio” a qué se cambiarían pesos por dólares. ¿Cuánto da eso? ¡920 pesos por dólar!
Imaginémonos el terrible salto inflacionario que se produciría antes de la dolarización para llevar los productos a ese valor del dólar. Y, a partir de allí, los salarios de millones de argentinos en situación de precariedad pasarían a valer ¡menos de 100 dólares! Lo mismo las jubilaciones. Quien hoy cobra 180.000 pesos, alcanzaría apenas 200 dólares. Esa es la realidad: lo que propone Milei es una estafa al pueblo trabajador.
La dolarización no es ninguna solución. No genera estabilidad ni mucho menos resuelve el problema de la pobreza. Como ejemplo tenemos a los dos países “dolarizados” de América Latina: Ecuador y Panamá. En ambos sigue y se profundiza la pobreza, y las crisis le pegan como a cualquier otro.
En nuestro país, lo más parecido que tuvimos a lo que propone Milei fue la convertibilidad de Menem y Cavallo en los ´90: se podía cambiar libremente un peso por un dólar. ¿Qué pasó? Tuvimos centenares de miles de desocupados, millones cayeron en la pobreza extrema, y, encima, todo terminó en el corralito y el robo a los depósitos de los ahorristas en 2001.
Milei miente. Su programa está al servicio de los grandes capitalistas y el imperialismo. Si queremos de verdad salarios y jubilaciones dignos, trabajo genuino y salud y educación y vivienda para todos, el camino es lo inverso: que gobierne la izquierda y las y los trabajadores, imponiendo un plan económico alternativo que empiece por el no pago de la deuda y la ruptura con el FMI. En el camino a algo distinto a este capitalismo decadente: una Argentina socialista.