Nov 26, 2024 Last Updated 9:10 PM, Nov 25, 2024

Segunda Guerra Mundial / A 80 años de la batalla de Kursk

Escribe Francisco Moreira

En julio de 1943 se enfrentaron en el sur de Rusia cerca de 6 mil tanques nazis y soviéticos. Se la considera la batalla de blindados más grande de la historia. La confrontación consolidó la debacle de las tropas de Hitler a manos del Ejército Rojo, iniciada meses antes, tras la batalla de Stalingrado. La derrota final del nazismo fue un colosal triunfo revolucionario de los pueblos del mundo.

Entre el 5 y el 15 de julio de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, se desarrolló en la pequeña ciudad rusa de Kursk, ubicada a 600 kilómetros al sur de Moscú, la batalla de tanques más imponente de la historia. Una enorme cantidad de fuerzas militares se concentraron allí para la batalla que enfrentó al ejército nazi y el ejército soviético Los alemanes contaban con aproximadamente 570 mil hombres, casi 2.500 tanques (Panzer, Tiger, Elefant y Panther), cañones de autopropulsión y cerca de 10 mil cañones de campaña y morteros, apoyados por casi 2 mil aviones de combate. Frente a ellos había 977 mil soldados rusos, con más de 3.300 tanques (T34 y KV-1) y cañones de asalto, 20 mil cañones y morteros, y cerca de 3 mil aviones. El mando alemán estaba integrado por los mariscales de campo Erich Von Manstein y Walter Model, y el general Kurt Zietler. El mando ruso, por el mariscal Georgi Zhukov, el jefe de Stalingrado, que luego encabezaría la toma de Berlín, junto a los mariscales Pavel Rotmistrov, comandante del 5° Ejército Acorazado, y Konstantin Rokosoysky.

La batalla comenzó el 5 de julio a las 5:30 de la mañana con la iniciativa alemana. Pero para su sorpresa, fueron recibidos por el fuego de artillería soviético. Al día siguiente hubo un contraataque ruso con 750 tanques. La lucha continuó por días sin avances importantes de ninguno de los bandos en un escenario pequeño, bajo un calor abrasador y con cruentos combates de blindados, combinados con infantería y ataques de aviación mutuos. El día 12, las fuerzas se concentraron en la aldea de Projoravch, en las afueras de Kursk. Chocaron los tanques del 2° Ejército de Panzer SS con el 5° Ejército Acorazado con 850 tanques rusos. Ese combate fue una carnicería en la que los alemanes perdieron más de 200 tanques, mientras los rusos, 600. Pero, a pesar del aparente triunfo alemán, este combate representó el comienzo de su derrota, porque los alemanes gastaron sus últimos cartuchos en ese combate y ya no contaban con reservas con capacidad de enfrentar una nueva contraofensiva rusa, que sí disponía de miles de tanques y centenares de miles de soldados de reserva con alta moral de combate, quienes retomarían la ofensiva en los días posteriores. Así fue que el 15 de julio, el propio Adolf Hitler dio la orden de retirada. Las pérdidas fueron muy altas de ambas partes. Se calcula que hubo 325 mil soldados muertos, siendo los ejércitos alemanes, en especial sus poderosos blindados, los que quedaron destrozados.

Batalla de Stalingrado: el principio del fin del nazismo

Meses antes de la batalla de Kursk, en febrero de 1943, las tropas alemanas habían sido derrotadas por el Ejército Rojo en la batalla de Stalingrado. Aquella carnicería fue el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo del fin de la invasión nazi a la Unión Soviética.[i] Su resultado inmediato fue que las tropas nazis debieron retroceder cerca de 400 kilómetros en territorio ruso. A pesar de ello, en marzo de 1943 aún se enfrentaban cinco millones de tropas soviéticas y cuatro millones de soldados alemanes a lo largo de una línea del frente de batalla que tenía 2.800 kilómetros desde Leningrado, en el norte, hasta el Mar Negro, en el sur.

En ese marco cada vez más desfavorable para las tropas alemanas, Hitler decidió lanzar una contraofensiva en el frente oriental, sobre territorio ruso, que le permitiera recuperarse de la grave derrota de Stalingrado . La “Operación Ciudadela”, nombre en clave que dio el alto mando alemán a la contraofensiva, había sido planificada para ser breve y sorpresiva. Hitler decidió concentrar las principales fuerzas de blindados de las que disponía para lograr un rápido triunfo en Kursk que le diera nuevamente la iniciativa en la guerra. Pero se le quemaron los papeles porque la batalla de Kursk terminó siendo un duro combate. Esto se debe, en parte, a que el alto mando ruso contaba con informes de sus espías infiltrados en las filas alemanas acerca de la contraofensiva y, sobre todo, a la alta moral del Ejército Rojo tras el triunfo en Stalingrado.

Kursk confirmó que la barbarie nazi estaba cerca del fin

La derrota alemana en Kursk terminó de afirmar que el curso de la Segunda Guerra Mundial había dado un viraje definitivo desde la batalla de Stalingrado y que la contraofensiva nazi no sería posible. Después de Stalingrado, “prácticamente todas las divisiones germanas en el frente del Este habían reducido el número de sus batallones de infantería de nueve a seis y el de grupos de artillería de cuatro a tres. Tenían una capacidad de combate muy débil en relación con el tamaño del sector que normalmente se les asignaba”.[ii] No contaban ni con las fuerzas ni con la moral suficientes para afrontar la contraofensiva, desde Stalingrado. A partir de allí, los ejércitos de Hitler no dejaron de retroceder. El Ejercito Rojo reconquistaría unos 932.000 kilómetros cuadrados de territorio soviético y 103.000 del antiguo territorio polaco. Y no pararían hasta la derrota definitiva del nazismo con la toma de Berlín en mayo de 1945.

Como señalara nuestro maestro Nahuel Moreno, “la derrota de Hitler fue el más colosal triunfo revolucionario de toda la historia de la humanidad”.[iii] La derrota del nazismo y del fascismo significó el fin de la contrarrevolución imperialista que pretendía esclavizar al proletariado mundial y a todos los pueblos del planeta. Después de su caída se produjeron numerosas revoluciones triunfantes, entre ellas la china y la cubana, logrando la independencia de muchas colonias en el mundo. Aunque esos procesos fueron controlados por dirigentes contrarrevolucionarios y reformistas como los partidos comunistas y nacionalistas burgueses, fueron indiscutiblemente triunfos inmensos para las masas.

 

[i] Ver Federico Novo Foti. “Stalingrado: la batalla que inició el fin del nazismo” en “El Socialista” N.º 554, 15/02/2023. www.izquierdasocialista.org.ar

[ii]  Carlos Cabello Jurado, “Segunda Guerra Mundial. 1939-1945”, Centro Editor PDA. S.L, Tomo 14, página 20.

[iii] Nahuel Moreno. “Revoluciones del Siglo XX”, CEHuS, Buenos Aires, 2021. Ver en www.nahuelmoreno.org

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