Escribe Nicolás Núñez, referente de Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista e independientes)
La noticia de los incendios en Bolivia, Brasil y Paraguay y el humo y posibilidad de “lluvia negra” llegó a los medios locales. Las imágenes de las llamas que devastaron millones de hectáreas resultaron realmente dantescas. Su origen se encuentra en la expansión de la frontera del agronegocio de la soja y los “biocombustibles”, a los cuales se les abre paso mediante el fuego. La búsqueda de ganancia de las oligarquías locales y los pulpos exportadores se complementa con el empeoramiento de las condiciones climáticas fruto del calentamiento global, en un proceso que se retroalimenta: los propios incendios terminan generando una mayor emisión de gases de efecto invernadero.
En los últimos días, sin embargo, los eventos extremos se multiplicaron en todo el planeta. Al norte, la temporada de incendios otoñales en California, Estados Unidos, se adelantó, y en estas horas dieciséis focos activos ya habían consumido centenares de casas generando miles de evacuados. Del otro lado del Atlántico, cuarenta y ocho focos activos azotan Portugal, provocando destrozos de todo tipo y la muerte de tres bomberos que combatían las llamas. En este caso, nuestros compañeros del Movimiento Alternativa Socialista (MAS) denuncian el lucro detrás de la instalación de eucaliptos por sobre la vegetación autóctona y la falta de ordenamientos territoriales racionales.
Así y todo, algunas de las imágenes más atemorizantes no las brindó el fuego, sino el agua y el viento. Hacia el este, en Europa, la tormenta “Boris” generó inundaciones masivas en Polonia, República Checa, Eslovaquia, Alemania, Austria y Hungría. Los fallecidos y desaparecidos se cuentan ya por decenas, y la infraestructura destruida de carreteras, puentes, represas y barrios enteros alcanza volúmenes históricos. Más al este aún, en China, el tifón Bebinca que sacudió ayer Shangai fue considerado el más fuerte en setenta y cinco años.
“Boris” y “Bebinca” hace algunas décadas hubiesen sido denominados como “tormentas del siglo”. La realidad hoy es que tenemos “Boris”, “Bebincas” e incendios monstruosos de forma cada vez más violenta y frecuente año a año.
La crisis climática se lleva puesta las mentiras de los negacionistas como Trump, Milei y Bolsonaro, pero también los falsos dobles discursos de las conferencias globales, donde todo el mundo posa preocupado mientras se sigue dejando que las grandes multinacionales y los intereses económicos empujen el planeta hacia convivir con la catástrofe en tiempo presente y de forma permanente. Nuestra consigna de “socialismo o catástrofe” se actualiza día a día.