Escribe José Castillo
El ultraderechista Javier Milei festejó que el índice de precios al consumidor de mayo fue del 1,5%, el número más bajo desde la pandemia. La Libertad Avanza afirma que ya “le ganaron la batalla a la inflación”.
Esto es falso. Primero, porque el gobierno celebra una inflación mensual que, en otros países del mundo (incluidos los de América Latina), equivale a la inflación de todo un año. Segundo, porque ya se anticipa que el índice de junio será más alto. En la primera quincena del mes, los precios de los alimentos volvieron a subir. Según datos de la consultora LCG, en la segunda semana de junio los alimentos y bebidas aumentaron un 1,7%, con subas destacadas en aceites (5,9%), verduras (4%) y carne (1,3%).
¿Por qué este índice fue menor que meses anteriores?
Es necesario analizar detenidamente un conjunto de causas. Una de ellas es que, desde abril, el gobierno sostiene artificialmente un dólar barato, a costa de mayor endeudamiento y del despilfarro de reservas.
También se están pulverizando, a niveles nunca vistos, los salarios y las jubilaciones. No se trata de un efecto colateral, sino de una política explícita de Milei: impedir que cualquier paritaria sea homologada por encima del 1%. En otras palabras, garantizar que los salarios sigan perdiendo sistemáticamente frente a la suba de precios. Esta dinámica provoca un derrumbe en el consumo. Solo en mayo, las ventas de productos de consumo masivo cayeron un 3,2% respecto a abril. Un dato de color que ilustra esta realidad: las ventas minoristas por el Día del Padre bajaron un 1,7% en comparación con 2024, que ya había registrado una caída del 10,2% frente a 2023.
Por otro lado, se verificó, en términos estadísticos, una desaceleración en el aumento de los alimentos durante mayo en comparación con los dos meses anteriores.
¿Significa eso que los precios bajaron o que ahora están accesibles? En absoluto: están carísimos. Lo que ocurre es que en marzo ya habían registrado un incremento muy fuerte (del 5,9%), siendo uno de los principales factores que empujaron la inflación general de ese mes al 3,7%. Esa suba previa eleva la base de comparación y da una ilusión de contención que no se traduce en el bolsillo.
En síntesis: el dato estadístico del 1,5% no resuelve el drama de la carestía. Millones de familias trabajadoras no llegan a fin de mes, o lo hacen endeudándose para poder comprar comida. Por eso es urgente un aumento de emergencia que garantice que nadie cobre por debajo del valor de la canasta familiar, estimada por las y los trabajadores de ATE Indec en 1.820.000 pesos, y que debe actualizarse automáticamente cada mes según la inflación. Para lograrlo, tenemos que exigirle a la CGT que rompa su tregua con el gobierno y llame a un nuevo paro general, de 36 horas y a un plan de lucha para enfrentar la motosierra de Milei.