Costaba nombrarte. Sirio, Sirus... Hasta que pudimos. Te empezamos a buscar cuando desde el megáfono nos mencionaron para subir a bordo. Eras el último, el número 22. Salimos a tu encuentro pero nos demoramos porque en esos 200 metros para llegar, miles nos aplaudían, vivaban, lloraban, en esa apoteótica despedida el 31 de agosto en el puerto de Barcelona. Y cuando nos paramos frente a vos fue colosal. Tu porte irradiaba hidalguía, firmeza, seguridad con tus 50 metros de largo y grandes mástiles que parecían tocar el cielo haciendo ondear numerosas banderas palestinas. Impactante. Algunos te bautizaron “barco pirata”.
Apenas subimos, en tu lomo desplegamos las kufiyas, remeras, consignas, llenos de emoción. Después supimos más de tí. Que tenías 107 años y ya estabas en período de descanso. Te habían transformado en museo. Pero saliste del confort para ser parte de la mayor causa humanitaria por Gaza. Había que navegar 3 mil kilómetros y no te achicaste. Diste el SÍ sin titubear. Para eso te tuvieron que reacondicionar. Tu corazón necesitaba un mimo. Te asistieron nuestro capitán, las y los marineros, mecánicas, bomberos. Y saliste rozagante de Barcelona. Te seguían aplaudiendo a rabiar.
No sabemos mucho de tu vida, capaz navegaste llevando familias señoriales, pero esto era distinto. Por eso cobijaste a tripulantes de más de 13 países de los 44 de la Flotilla Global, luchadoras y luchadores de todo el mundo para condenar el genocidio israelí. Te transformaste en un internacionalista cabal.
Emprendiste el rumbo, lento pero seguro. A cinco nudos, diez kilómetros por hora. Y cuando se te rompía algo te entregabas enteramente al voluntariado que te asistió. Una noche nos diste un susto. Nos despertamos con una explosión. Te aceleraron para no chocar con otra embarcación y el motor se apagó ruidosamente. Un mecánico italiano te hizo un by pass y seguiste adelante.
Todas y todos aportamos algo. Acondicionamos tus baños, fabricamos una ducha con agua dulce, desplegamos las colchonetas para dormir en tu vientre, te cuidamos de noche para evitar los drones. Un día me mensajean: “¿Se volvió loco el Sirius?” Te veían por el rastreador de la Flotilla ir y venir como bola sin manija. Pero era para esperar a las otras embarcaciones, navegar juntas y asistirse mutuamente, lo propio de un sueño colectivo.
En las filmaciones se te ve con el pecho inflado llevando medicamentos, alimentos, agua, para intentar romper el bloqueo criminal. Y llegaste hasta donde pudiste. Hasta donde nos dejaron. La Armada criminal te impidió pisar Gaza. Algunos dicen que te van a destruir o hundir al fondo del mar. Si es así (no lo sabemos por estas horas), quédate tranquilo que te van a rescatar. Van a estar ahí los delfines que te escoltaron nadando a saltos cuando saliste del puerto de Túnez.
Lo diste todo, Sirius. Lo podemos certificar. “Sí, vamos a llegar”, terminan las estrofas que te escribimos a bordo. ¿Sabías que llegaste a Gaza? Sííí. Ya estás en los corazones de las niñas y niños que resisten las bombas y la hambruna. Diste el ejemplo. Marcaste el camino, junto a las otras embarcaciones de la Sumud Global, la más numerosa jamás vista. Pusiste lo mejor para enfrentar al sionismo criminal y esto te lo reconocen millones. ¡Felicitaciones! Por tu aporte, ahora tenemos más fuerza para que, movilizados en tierra o desde las aguas del mediterraneo, logremos una Palestina Libre del río al mar. Porque Palestina vencerá. Así será. ¡A tu salud!
Gringo Giordano, 5/10/25
(*) Estas palabras me fueron surgiendo en los 27 días de navegación con vos, pero tus corcoveos me impidieron escribir. Ahora cumplo en honor a tu memoria.
