Apr 19, 2024 Last Updated 10:50 PM, Apr 18, 2024

Escribe Mercedes Trimarchi Dirigente de Isadora y diputada electa de Izquierda Socialista/FIT

Los medios anunciaron esta noticia: “La Iglesia acordó el reemplazo gradual de los aportes del Estado”. Se refiere a los 130 millones que pone el Estado (es decir el pueblo trabajador) para solventar sueldazos de 45.000 pesos mensuales a obispos y arzobispos. Con eso quieren simular que empezó la “separación de la Iglesia y el Estado”. Una mentira total.

No es cierto que se le están cortando los privilegios a la Iglesia Católica. Eso es lo que quieren simular los grandes medios diciendo que la Iglesia estaría renunciando al pago de los sueldos por parte del Estado. Una mentira que es apoyada también por el propio papa Francisco. 

El engaño viene por el lado de que ese monto (que representa solo el 7% del presupuesto) se le va a ir sacando a cuenta gotas. Es decir, dentro de algunos años. Lo aclaró el propio secretario de Culto de la Nación, Alfredo Abriani: “No hay plazos ni términos de inicio. Por eso están garantizados los fondos para el año que viene e incluso para el otro”. Mientras tanto, se pondrá a prueba un mecanismo de financiamiento para cubrir ese dinero, condicionado a que “recién ahí veremos en qué momento y gradualmente la Iglesia empieza a resignar el sostenimiento.” (Clarín, 13/11).

Conclusión: seguirán los sueldos para estos curas retrógrados hasta 2020, y si la juntada de dinero para colectar por otros medios esos 130 millones no funciona, el Estado se lo va a seguir pagando. Por eso hablan de que la Iglesia va a “renunciar” al pago de esos sueldos, no que el gobierno “se los va a quitar”, como correspondería. Los curas, con esta noticia falsa coordinada con el gobierno de Macri, intentan lavarse la cara con agua bendita simulando renunciar a los privilegios. El objetivo es precisamente que continúen para su estructura oscurantista. Los propios medios dicen que “esto no implica recortes en los subsidios a los colegios católicos ni en los aportes que el Estado destina a organizaciones como Cáritas”, o exenciones impositivas de las que goza, etcétera.

La Iglesia aprovecha también la noticia (falsa, volvemos a repetir) para decir que renuncia a ese dinero atento a que “no somos políticos. La Iglesia no es un partido político, ni del gobierno ni de la oposición, sino que miramos la realidad desde nuestro ser de pastores”, en palabras del obispo Ojea. ¡Caradura!

Si la Iglesia no hace política ¿por qué entonces apoyó a todos los golpes de Estado y a cuanta dictadura hubo y se llevó bien con todos los gobiernos capitalistas, apoyando sus planes de ajuste y de privilegios para unos pocos mientras mantuvo siempre su poder económico? Por eso es que ningún gobierno, ni Macri ahora ni Cristina Kirchner antes, derogó las leyes dictatoriales que beneficiaban a estos zánganos.

La Iglesia Católica (y el resto de los credos, entre ellos los evangélicos) vinieron haciendo campaña contra el aborto legal. Le dieron la espalda al reclamo de millones de mujeres en las calles para evitar las muertes por abortos clandestinos. Es la misma Iglesia que le hizo una misa especial al peronismo y a la burocracia sindical de Moyano. También es la iglesia que a través del Papa recibe a la gobernadora del ajuste ,Vidal y a la ministra Stanley. ¿Cómo que no hace política?

Hay que seguir luchando por la separación de la Iglesia del Estado, que implica que ninguna iglesia, religión o culto intervenga en los asuntos del Estado. Esto significa que la cúpula deje de cobrar inmediatamente los sueldos millonarios que pagamos todos. Y que se deroguen todas las leyes que les otorgan obscenos privilegios. Se le tienen que suprimir todos los subsidios a los colegios confesionales y prohibirles a todas las iglesias que tengan injerencia en temas como salud o educación. Que los curas vayan a trabajar o que sostengan sus prédicas con aportes voluntarios de sus fieles. La religión debe quedar en la esfera privada. Esa es la lucha de Isadora y de Izquierda Socialista que tenemos que llevar a cabo desde el movimiento de mujeres junto al pueblo trabajador.

Escribe Mercedes Trimarchi Dirigente de Isadora y legisladora electa Izquierda Socialista/FIT

Desde la agrupación Isadora, somos parte del enorme movimiento de mujeres que en la Argentina y el mundo está revolucionando todo. Este año venimos de dos vigilias en las que millones nos movilizamos por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Con la movilización denunciamos que la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) no se cumple y seguimos peleando para que sea laica, científica y con perspectiva de género. Y en estos meses estamos impulsando con fuerza la separación efectiva de la Iglesia del Estado.

Todo esto que fuimos logrando con la marea verde es parte de la cuarta ola internacional de lucha de las mujeres que desde 2015 recorre el mundo y no se detiene. Una oleada que como nunca antes le dice basta a las violencias de género y se organiza para combatirlas. Una oleada que se enfrenta a los gobiernos capitalistas que aplican feroces planes de ajuste, que golpean al conjunto de la clase trabajadora y especialmente a las mujeres. Incluso, pretenden arrebatarnos derechos ya conquistados con la movilización hace décadas, como sucede con el derecho al aborto en Polonia y el Estado Español.

La lucha de las mujeres no tiene fronteras porque peleamos contra el capitalismo patriarcal. Un sistema que está en decadencia y que nada tiene para ofrecerle a la humanidad, pero que sin embargo se sostiene por sus gobernantes. Un sistema que condena cada día a más personas a la marginalidad. Según el informe de la ONG Oxfam, las ocho personas más ricas del planeta (todos varones) poseen la misma riqueza que 3.600 millones de personas en el mundo (el 50% de la población mundial).

Por eso, desde Isadora luchamos contra la opresión que sufrimos las mujeres que se traduce en violencia física, psicológica, sexual, salarios más bajos que los varones, estar a cargo del trabajo reproductivo y acceder a los puestos menos calificados, y contra todos los gobiernos capitalistas responsables de esta situación. También, muchas de las compañeras que militamos en Isadora lo hacemos en Izquierda Socialista, dentro del Frente de Izquierda. Organizarnos en el partido nos permite seguir dando otras peleas junto con los demás sectores oprimidos y, fundamentalmente, con el conjunto de la clase trabajadora, para tirar abajo este sistema que se aprovecha de la opresión patriarcal para extraer más ganancias a costa de superexplotarnos.

Lo hacemos con un programa feminista y socialista, con propuestas concretas para resolver los problemas más acuciantes, con un plan económico alternativo que parte de no pagar la deuda externa. Te invitamos a que seas parte de Isadora y de Izquierda Socialista, que te acerques con tus inquietudes e iniciativas para dar juntas y con más fuerza esta pelea por construir un mundo sin ningún tipo de opresión ni explotación.

Escribe Mercedes Trimarchi
Diputada provincial electa Izquierda Socialista/FIT Dirigente de Isadora

Como hace 33 años, el Encuentro Nacional reunió a mujeres de todo el país que viajaron a la ciudad de Trelew. Como era de esperar, en el año del debate por el derecho al aborto, a pesar de la distancia y de las dificultades para llegar, participamos unas 50.000 mujeres.

Los talleres más numerosos fueron los de “Estrategias para la legalización del aborto” en los que luego de las movilizaciones del 13J y el 8A, muchas mujeres participaron entusiastas y con fuerza para seguir la pelea por el aborto legal, seguro y gratuito. Los planteos allí estuvieron cruzados con las organizaciones que proponen que debemos esperar a 2020 para seguir con esta lucha, porque recién allí cambia la composición del Senado. Otras agrupaciones plantean una consulta popular o plebiscito sobre el aborto. Desde Isadora e Izquierda Socialista consideramos que esas posturas son equivocadas. Primero porque esperar dos años significa más muertes por abortos clandestinos y además es confiar en el Senado y no en nuestras propias fuerzas para lograr la ley.Segundo, nuestros derechos no se plebiscitan sino que los debemos conquistar con la movilización. Así lo debatimos en los talleres y fundamentalmente fue ahí donde renovamos nuestro compromiso de seguir en las calles hasta #QueSeaLey.

Las protagonistas fueron las pibas jóvenes, muchas de ellas estudiantes secundarias, las mismas que todo el año estuvieron organizando los pañuelazos en los colegios y en las plazas de todo el país. Las que reclaman que se aplique la educación sexual en las escuelas y que sea laica, científica y con perspectiva de género. Y son las que le aportaron con maquillaje y glitter color, alegría y entusiasmo a la inmensa marcha final que recorrió la ciudad y que conmovió a las lugareñas que se sumaron con aplausos o levantando en alto los pañuelos verdes.
Párrafo aparte merecen los sectores antiderechos liderados por la Iglesia Católica y las evangélicas, avalados por el gobierno que durante los meses previos hicieron lo imposible para que el evento no se haga. Los medios de comunicación decían que las mujeres que viajábamos al Encuentro seríamos violentas y que intentaríamos incendiar la ciudad. Por ejemplo, hasta el diario Clarín (14/10) tituló “Encuentro Nacional de Mujeres: venden nafta en botellas y sospechan que están armando bombas molotov”. Todo esto habilitó requisas (que no encontraron nada) en los colectivos que ingresaban a la ciudad, ataques con piedras a una escuela en la que se alojaban varias delegaciones y la razzia que realizaron policías de civil al finalizar la marcha, que culminó con represión y la detención de diez mujeres que fueron brutalmente agredidas. Repudiamos la represión y la campaña de odio hacia las mujeres que los grupos antiderechos realizaron para opacar la inmensa manifestación y fuerza que tenemos las mujeres que luchamos por nuestros derechos.

Frente a estos ataques, que no son nuevos porque ya en 2015 y en 2016 también reprimieron la marcha del Encuentro, las mujeres tenemos que responder con más fuerza y organización. Por eso, a pesar de las maniobras de la comisión organizadora (CCC, CTA, PJ y FpV) que burocráticamente intenta encorsetar el Encuentro para que no se desarrolle como un verdadero espacio de organización de las mujeres, la marea verde logró llevar su lucha a las calles de Trelew. A pesar de que la mayoría de las que participamos exigimos que la próxima sede del Encuentro sea en Buenos Aires, para potenciar nuestra lucha, el 34º Encuentro de Mujeres será en la ciudad de La Plata. Y como las mujeres estamos haciendo historia, tendremos un nuevo desafío, lograr que el próximo Encuentro de Mujeres sea aún más multitudinario para conquistar nuestros derechos.

Escribe Mercedes Trimarchi, Dirigente de Isadora y diputada provincial electa Izquierda Socialista/FIT

Como cada año desde 1986, en nuestro país se realizan los Encuentros Nacionales de Mujeres, en los que decenas de miles nos reunimos para debatir cómo nos organizamos mejor para conquistar nuestros derechos. El primer encuentro fue hace 32 años en el teatro San Martín de la ciudad de Buenos Aires; en aquel entonces se peleaba por la ley de divorcio y la patria potestad compartida. Pasadas tres décadas, con la lucha conquistamos algunos derechos, sin embargo nos queda mucho por hacer.

El Encuentro cambia de sede todos los años. El anterior fue en Chaco y reunió a unas 30.000 mujeres; en Rosario, en 2016, fuimos alrededor de 60.000, y se espera que lleguemos unas 50.000 a Trelew. El corazón del Encuentro son los talleres, que están divididos por temas muy variados: política, salud, deuda externa y las diferentes violencias que sufrimos las mujeres. En cada uno de estos espacios las mujeres debatimos pero, fundamentalmente, nos organizamos para dar mejor las peleas para conquistar nuestros derechos.

Este año el eje central es cómo seguimos la pelea por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Este 2018 quedará marcado para siempre como el año en que irrumpió la marea verde. Por eso los talleres de estrategias para la legalización del aborto en el Encuentro serán los más concurridos. Allí debemos debatir cómo hacemos para conquistar este derecho que ya existe en la mayoría de los países del mundo y que aún nos falta en la Argentina y la mayor parte de Latinoamérica. Nuestra estrategia para conseguirlo es el camino de la movilización. Algunas corrientes difieren de este planteo y proponen esperar hasta 2020 a que cambie la composición del Senado, pero la lucha es ahora. Otras agrupaciones plantean un plebiscito o consulta popular que involucre a los partidos patronales y a la Iglesia, que son enemigos de las mujeres. Desde Isadora e Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda insistimos en que nuestros derechos no se plebiscitan sino que se conquistan en la calle. No confiamos en este gobierno ni en el parlamento, solo confiamos en la fuerza imparable de la movilización de las mujeres.

A su vez, la enorme marea verde puso en evidencia que aunque existe una ley de educación sexual integral (ESI) desde hace doce años, no se cumple. Las propias evaluaciones del Operativo Aprender establecieron que solo ocho de cada diez estudiantes recibieron alguna clase de educación sexual. Y si la ley no se cumple es por responsabilidad de los gobiernos (kirchnerismo y macrismo) que pactaron con la Iglesia Católica para que no se aplique. En estos meses de debate logramos que salga un dictamen de modificación de la ESI para que sea laica, científica y con perspectiva de género. Como los sectores reaccionarios, antiderechos y conservadores pretenden frenarla debemos impulsar una masiva movilización al Congreso el día que se vote para que salga la ley.

A estos sectores antiderechos el gobierno los premia con privilegios económicos y subsidios, como fueron los 130 millones de pesos que recibió la Iglesia Católica durante este año para pagarles los sueldos a los obispos, que no trabajan. El rechazo a esta institución milenaria crece día a día y se organizan apostasías colectivas en las plazas de todo el país. La campaña de separación inmediata de la Iglesia del Estado va tomando fuerza porque son miles de fieles los que rompen con el dogma, el autoritarismo y el poder de la Iglesia Católica.

Estos son los principales debates que en el 33º ENM vamos a dar desde Isadora e Izquierda Socialista, convencidas de que debemos potenciar este evento, único en el mundo, como un verdadero espacio de coordinación de las luchas que las mujeres damos todos los días contra la opresión. Ese es el desafío que tenemos las mujeres para enfrentar a los políticos patronales que sostienen los acuerdos con la reaccionaria Iglesia Católica, enemiga declarada de las mujeres, y con el FMI que ajusta al conjunto de la clase trabajadora y perjudica aún más a las mujeres. Sumate a Isadora y demos juntas esta pelea.

Escribe Mercedes Trimarchi, Dirigente de Isadora y diputada provincial electa Izquierda Socialista/FIT

El pasado 4 de septiembre se firmó con dictamen de mayoría en el Congreso un proyecto para reformar la ley 26.150 de educación sexual integral. Sectores ligados a la Iglesia Católica y a las evangélicas, preparan movilizaciones contra las reformas y ya lanzaron una campaña por redes sociales contra lo que ellos denominan “ideología de género”. La necesidad de reformar la ley se evidenció luego del debate por el derecho al aborto que movilizó a millones de personas, especialmente a jóvenes secundarias que denunciaron la falta de ESI en las escuelas.

Aunque fue sancionada en 2006, hace ya doce años, la ley no se aplica. Como dice el refrán, hecha la ley hecha la trampa. De acuerdo con el texto vigente, las provincias no están obligadas a adherir a la ley, a su vez, tampoco se realizan las capacitaciones necesarias al personal docente y además las instituciones deciden qué contenidos dar de acuerdo con sus creencias. Ejemplo de ello, son las escuelas confesionales católicas y evangélicas que no aplican la ley y, si lo hacen, es con materiales sin ningún tipo de validez científica.

Pero no es solamente un problema de redacción de la norma sino que tiene que ver con la voluntad política de los gobiernos que permiten que estas instituciones incumplan la ley, dejando a millones de estudiantes sin el derecho a recibir un conocimiento fundamental para su desarrollo. Las cifras en nuestro país son escalofriantes. Según un informe de la Unicef, cada año en Argentina hay tres mil niñas menores de 15 años que se convierten en madres, y en el 83,4% de los casos fueron embarazos no planificados. Por ejemplo, la Argentina es el país de la región con mayor cantidad de nuevos casos de VIH por año y 9 de cada diez personas que contrajeron esta enfermedad no utilizaron preservativo.

Pero no se trata solamente de evitar enfermedades, desde el movimiento feminista venimos planteando que la enseñanza de la educación sexual no debe estar restringida solamente a brindar información acerca de los cuidados del cuerpo para evitar contagios vinculados con la transmisión sexual. Es importante también que podamos avanzar en una ESI sobre la base del respeto y la no discriminación. Por eso, exigimos que la ESI además de laica y científica tenga perspectiva de género. ¿Y qué significa? De manera sencilla, que en la ESI no se reproduzcan los estereotipos y roles de género tradicionales de mujer/varón. Tampoco que solamente se hable de parejas heterosexuales, como si no existieran otras relaciones. Lo mismo, en relación con la sexualidad que solo queda restringida a lo genital y a lo reproductivo.

Al calor de las movilizaciones por el derecho al aborto logramos visibilizar estos reclamos por los que llevamos años peleando. Y ahora no solamente discutimos que se aplique la ESI sino también qué ESI queremos. Tiene que ser laica, científica y con perspectiva de género. Lo opuesto a lo que pretenden los sectores antiderechos, oscurantistas y conservadores ligados a las iglesias que están a favor del aborto clandestino y de cientos de muertes de mujeres pobres al año por esta causa.

Desde Isadora e Izquierda Socialista, como parte de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto seguimos exigiendo educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir. ¡Inmediata separación de la Iglesia del Estado! Y ¡Basta de subsidiar a la Iglesia Católica!

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