Jul 16, 2024 Last Updated 9:12 PM, Jul 15, 2024

Izquierda Socialista

Redacción de Izquierda Socialista y de El Socialista

Desde todo el país se preparan las delegaciones para participar de un nuevo Encuentro Nacional de la Juventud de Izquierda Socialista (ENJIS) los días 16, 17 y 18 de noviembre en Parque Leloir (zona oeste del conurbano bonaerense). El encuentro tendrá como objetivo discutir cómo organizarnos frente a la nueva etapa política que se abre en nuestro país tras la derrota del gobierno de Mauricio Macri. Para enfrentar el ajuste que vendrá de la mano del FMI y los pagos de la deuda externa, queremos una juventud de pie con el ejemplo de la histórica rebelión chilena en curso. Por eso queremos un encuentro que se pronuncie y proponga campañas en apoyo a las luchas en Chile y en todo el mundo.

El internacionalismo será uno de los elementos centrales de este ENJIS, y no podía ser de otra manera en el actual contexto de un mundo completamente convulsionado. El corazón del encuentro será como siempre el debate en las 10 comisiones temáticas: Situación Nacional, Internacional, Mujeres, Diversidad, Secundarixs, Terciarixs, Universidad, Juventud Trabajadora, Ambiental, Anti-Represiva.

Además, entre otras actividades, contaremos con la diputada Mónica Schlotthauer y la diputada provincial Mercedes Trimarchi, con quienes realizaremos el taller “Después del Encuentro La Plata y con Fernández en el gobierno: ¿Cómo sigue la lucha del movimiento de mujeres?”. Con José Castillo realizaremos un Taller sobre la historia del peronismo, y una charla central sobre “El partido revolucionario en el Siglo XXI”. Diego Martinez tendrá a cargo un curso sobre “Historia del trotskismo”. Con Nicolás Núñez realizaremos el taller “Movimiento estudiantil: historia, conceptos y política”. Y hacia el cierre del encuentro tendremos una charla con Miguel Sorans, dirigente de la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores - Cuarta Internacional.

Además habrá tiempo de esparcimiento, varieté artística y una fiesta, para socializar entre todas las delegaciones.
Todavía podés sumarte desde todo el país para ser parte de este nuevo ENJIS, y aportar a fortalecer a la izquierda frente a los enormes desafíos que tenemos por delante.

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Hay un nuevo gobierno. Ganó el peronismo encabezado por Alberto Fernández-Cristina Kirchner. Macri y Juntos por el Cambio salieron derrotados a pesar de remontar 2,3 millones de votos. No les alcanzó. Se plasmó en las urnas el repudio obrero y popular contra Macri en un claro hartazgo contra el ajuste, los despidos, los cierres de las fuentes de trabajo y la miseria salarial y jubilatoria.Un voto castigo canalizado por el Frente de Todos. La tremenda polarización hizo que la izquierda retrocediera, aunque cosechó más de medio millón de votos (561.214) a presidente y 723.000 a diputados nacionales. Se abre un nuevo período donde las expectativas en el gobierno se irán despejando ante el nuevo ajuste que se viene, los pagos de la deuda y el marco latinoamericano con los ejemplos de Chile y Ecuador.

Vuelve el peronismo al poder después de cuatro años de gobierno macrista. El Frente de Todos sacó el 48% de los votos, logrando 267.000 más que en las PASO. Hizo la diferencia centralmente en el conurbano bonaerense, el distrito madre, logrando allí 1,3 millones de votos de diferencia, donde Kicillof triunfó con el 52% frente a Vidal. El peronismo ganó aunque no arrasó, como decían las encuestas.

El Frente de Todos tuvo que hacer algunos cambios para poder ganar. Desde la derrota que sufrió en 2015 tendió un armado que le permitió sortear las divisiones internas y dejar de estar centrado en el kirchnerismo duro para superar el techo electoral de Cristina. El hecho de postular a Alberto Fernández (quien venía de haber votado en blanco en el balotaje de 2015, hacer fuertes críticas a Cristina y haber apoyado a Sergio Massa cuando el Frente Renovador le votaba todas las leyes a Macri) fue el gesto para ganarse a los gobernadores, a todas las líneas internas de la CGT, las CTA, a los movimientos sociales conciliadores ligados a la Iglesia, a la centroizquierda siempre funcional a los partidos patronales (Solanas, Donda, Lozano) y sellar la “unidad” de los pañuelos verdes y celestes llevando a muchos anti derechos en sus listas.

Desde que el PJ vio que con la rebelión de 2017 contra el robo jubilatorio empezó la caída irreversible en la popularidad de Macri (de la que nunca se recuperó), llamó a no hacer olas y a encarrilar todo vía las elecciones con su consigna “Hay 2019”, la cual le dio resultado. A tal punto fue el desastre económico del gobierno de Macri, que al Frente de Todos le bastó con denunciar el “caos” para ganar, sin hacer prácticamente propuestas claras, de fondo, limitándose a vagas promesas de “buenas intenciones”. De esta forma triunfó el 27 de octubre y no habrá balotaje.

Macri perdió a pesar de que creció en relación a las PASO

Esto pone fin a un gobierno ajustador, aliado del FMI, hijo mimado de Donald Trump, Bolsonaro y los grandes capitales internacionales y nacionales. El verso de la “pobreza cero”, que iba a combatir la inflación o “privilegiar” a los jubilados mientras aplicaba un ajuste brutal, dio paso a la bicicleta financiera y a un endeudamiento feroz que terminaron sellando su fin. A pesar de ello logró 2.300.000 votos más que en las PASO, pasando del 32% al 40%, lo que ha sido un dato sorprendente de la elección.

Larreta ganó en CABA con el 55% de los votos. En provincias donde, en elecciones adelantadas, ya habían ganado gobernadores del peronismo como en Córdoba y Santa Fe, ahora se impuso la fórmula Macri-Pichetto, con un 61% en la provincia mediterránea, revirtiendo también los resultados que se habían dado en Entre Ríos, San Luis y en Mendoza.

En el Congreso Nacional, Juntos por el Cambio queda como primera minoría en Diputados, un fuerte bloque en Senadores y con la posibilidad de postularse como alternativa de recambio. ¿Cómo puede ser que ante semejante crisis económica haya sacado 10 millones de votos? Es que el gobierno pasó a la ofensiva bajo el llamado a “revertir” los resultados de las PASO. Hizo importantes actos callejeros, polarizó el discurso embistiendo contra la corrupción kirchnerista (“se van a liberar a los corruptos”) y llamó a votar al sector que no lo hizo en las PASO. También radicalizó el discurso con el famoso “hay que volar las villas” de Pichetto, tratando de consolidar a parte de su base reaccionaria y sacarle votos a Espert y Centurión.

De esa forma logró capitalizar un dos por ciento de los votantes de Lavagna, lo que perdieron los derechistas Espert y Centurión, y a su vez ganó a un millón más de votantes nuevos. Es decir, Macri capitaliza el voto de la tradicional clase media anti peronista, una clase media alta acomodada tradicional y también de sectores populares que, confundidos y en forma equivocada, se dejan llevar por su discurso “anti corrupción” (como si en el macrismo no la hubiera) o vieron que “se hacen obras”, sin reparar que fueron fruto del negocio inmobiliario o que llevaron al desastre de que haya un muerto y varios heridos como ocurrió con el derrumbe de Ezeiza. Lamentablemente el repudio a la experiencia con el gobierno peronista kirchnerista anterior lleva a sectores populares a optar por variantes de centro derecha como el macrismo. Esta confusión, es la que, en parte, explica los resultados de Córdoba y Santa Fe, por ejemplo. Son las razones centrales del repunte del voto a Macri, no un “giro a la derecha” electoral, la cual fue encarnada por los Centurión y Espert, variantes ultra reaccionarias superadas por el Frente de Izquierda Unidad.

La polarización perjudicó a la izquierda

Fruto de la extrema polarización la cual no se había dado en las PASO (entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio se llevaron el 88% de los sufragios), el Frente de Izquierda Unidad perdió 160.000 votos a presidente y 47.000 a diputados nacionales comparado con agosto. Esto nos impidió obtener un diputado nacional por provincia de Buenos Aires (a pesar de los 331.000 votos obtenidos) y una banca por Ciudad de Buenos Aires (aunque se estuvo cerca con el 6,12%). Sí logró un legislador en CABA e hizo buenas votaciones en Chubut, Neuquén (donde anteriormente se logró una concejala) y otros distritos.

Millones consideraron que había que sacarlo sí o sí a Macri votando por quien estuviera en condiciones de lograrlo, en este caso la fórmula de los Fernández. Esta situación se acrecentó ante el miedo de que Macri pudiera remontar y forzar un balotaje. Eso hizo que muchos de quienes habían votado al FIT-Unidad en las PASO no volvieran a hacerlo en octubre.

Si bien el Frente de Izquierda repudió a Macri desde que asumió, encabezó todas las marchas, paros y movilizaciones e hizo varias marchas junto al sindicalismo combativo entre las PASO y octubre exigiendo un plan de lucha, el voto castigo fue para el Frente de Todos. Se volvió a dar lo que pasó a lo largo de muchas décadas, castigar a los gobiernos de turno apelando a otra variante patronal (votándola como “mal menor”), en detrimento de optar por una salida de fondo como levanta la izquierda. Esto vuelve a reflejar que los trabajadores en Argentina protagonizan grandes luchas pero a lo largo de los años se vuelve a manifestar una conciencia política atrasada, de creer que los gobiernos patronales pueden ser una salida. Una expresión de ello es el caso de Chubut, donde se está de plan de lucha desde hace varias semanas y el Frente de Todos al que responde el gobernador Arcioni sacó más votos que en las PASO, seguramente con la falsa expectativa de que Fernández le pasará los fondos necesarios para pagar los salarios, que Macri le negó.

Millones de trabajadores, mujeres y jóvenes, con importantes expectativas, optaron por el Frente de Todos, aunque reconocen que la izquierda siempre está en las luchas o coincidan en muchas de sus propuestas. Fue tal la desesperación y en muchos casos la bronca, que primó la voluntad de asegurarse que este gobierno se vaya de una vez. No obstante ello, hay una franja que no se dejó llevar por la polarización y los falsos discursos, que repudió a Macri confiando su voto a quienes lo enfrentamos desde el principio (y no fuimos cómplices como los dirigentes del PJ y de la CGT). Dijimos no al FMI y al no pago de la deuda, somos 100% verdes por el aborto legal, para que nuestras bancas sigan estando en los reclamos obreros y populares y fuimos fervorosamente solidarios con los pueblos de Chile y Ecuador. Más de medio millón de votos a presidente y los 723.000 a diputados apostaron por fortalecer una alternativa política de los trabajadores y la unidad de la izquierda contra todas las variantes patronales y por la independencia de clase, lo cual es muy importante.

¿“Colaborar” o enfrentar al ajuste del FMI?

La foto posterior a las elecciones fue la de Macri y Alberto Fernández dándose la mano. Vamos a “colaborar” en la transición, dijo el presidente electo. Muchos trabajadores podrán ver bien que Alberto se reúna con Macri y pida que se dedique a gobernar. Otros dicen “si aguantamos cuatro años con Macri como no le vamos a dar un tiempo al Alberto”. Son parte de las expectativas de que algo va a cambiar con el nuevo gobierno. Pero mientras Macri y Fernández llaman a una “transición ordenada”, siguen ganando los de arriba y perdiendo los trabajadores.

El gobierno acaba de agudizar el cepo, dice que los dólares sólo alcanzan hasta diciembre, reapareció el dolar paralelo, los grandes empresarios remarcaron brutalmente los precios y en semanas se termina el congelamiento en los combustibles.

La definición de Alberto Fernández de no retrotraer los tarifazos de Macri y, en especial, de seguir con el pacto político y económico que nos ata al FMI y los pagos de la deuda, impedirá cumplir con la “esperanza” de la heladera llena o de que se va a reactivar la economía, como promete. Los ejemplos de Uruguay, Ecuador, Portugal y Grecia, entre otros, muestran que de la mano del FMI o renegociando la deuda, solo habrá hambre, miseria y dependencia. Es imposible pagar la deuda y a su vez reactivar la economía como dice el Frente de Todos.

A su vez, el pacto social que está impulsando Fernández con la UIA y la CGT, tiene como objetivo encorsetar a los trabajadores para que pongan el hombro (un esfuerzo “entre todos”, dicen), mientras las ganancias capitalistas siguen.

Habrá que ver cómo se dirime la luna de miel de millones con Fernández, a quien lo votaron para que haya un cambio, precisamente cuando empiece a aplicar el ajuste y continuen los graves problemas sociales.

Llamamos desde ahora a los trabajadores y demás sectores populares a reclamar por lo nuestro. Por un inmediato aumento de emergencia, salarial y jubilatorio, para equiparar a la canasta familiar. Y para que la plata vaya a solucionar los graves problemas sociales, no para la deuda. Denunciamos la tregua de la CGT, que volvió a decir que va a acompañar al nuevo gobierno, mientras sigue el ajuste.

Hoy la bronca popular ha sido canalizada electoralmente por el Frente de Todos, pero la lucha no se hará esperar. Latinoamérica está convulsionada. Los heroicos pueblos de Chile y Ecuador se han levantado contra los planes de ajuste de los gobiernos capitalistas y el FMI. Ajuste que también se aplicaron con los gobiernos anteriores, supuestamente progresistas, no solo con la “derecha neoliberal”.

El mérito del Frente de Izquierda Unidad fue postular en las elecciones un camino de lucha y una salida de fondo, para hoy y lo que vendrá, dialogando con los millones que harán la experiencia con el nuevo gobierno, participando de los reclamos obreros y populares y de los próximos desafíos. Ese es el compromiso de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad.

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Alberto Fernández recibió salutaciones de distintos personalidades del mundo. La que llamó la atención fue la del presidente chileno Sebastián Piñera, el mismo que mandó a los militares a la calle y ordenó una tremenda represión con muertos, heridos, detenidos y flagrantes violaciones a los derechos humanos.

Piñera tuiteó: “Felicito a @alferdez por su gran triunfo y estoy seguro que trabajaremos con voluntad, fuerza y visión de futuro en favor del bienestar de nuestros pueblos y la integración sudamericana.”. ¿Qué le contestó Fernández? “Gracias, presidente @sebastianpinera. Así lo haremos. Nuestros pueblos merecen que trabajemos por la integración de nuestra América Latina y por un desarrollo que atienda a quienes más padecen este presente de desigualdad”.

Mientras el pueblo chileno reclama “Fuera Piñera” y nuestra diputada Schlotthauer acaba de presentar un proyecto para que Argentina rompa relaciones diplomáticas con el gobierno de Chile haciéndose eco de lo que reclama la comunidad chilena que se moviliza en Argentina, Fernández le agradece a Piñera. Esto generó indignación entre los chilenos movilizados por sus justos reclamos.

También Fernández agradeció el saludo de Donald Trump y el FMI, el mismo organismo que pactó un brutal ajuste con Macri y endeudó al país para financiar la fuga de capitales. Increíble.

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Alberto Fernández y sus economistas afirman que es posible “reperfilar” los vencimientos de deuda externa, acordar un nuevo programa con el FMI y, al mismo tiempo, mejorar los salarios y reactivar la economía. Imposible. La opción es de hierro: o el FMI y los pulpos acreedores o el pueblo trabajador.

Escribe José Castillo

Hay un punto donde el acuerdo es unánime. El gobierno de Macri, el nuevo presidente electo Alberto Fernández, todos los economistas (sean oficialistas u opositores), los consultores del establishment económico local e internacional, el propio FMI, todos, sin excepción, afirman que es imposible pagar los próximos vencimientos de deuda externa. Es algo que siempre sostuvimos desde la izquierda, pero que ahora se hace tan patente, que ya nadie lo niega. Es verdad: la Argentina tiene una deuda total (sumando lo que debe la Nación, las provincias y el Banco Central) que supera los 400.000 millones de dólares. Peor aun: en los próximos tres años vencen 150.000 (entre ellos los 45.000 que ya entraron del acuerdo con el Fondo). Y hasta podemos precisar más aún en el tiempo el problema: en los próximos seis meses vencen 30.000 millones de dólares (15.000 en dólares y la otra mitad en pesos).

Si a esto le agregamos que Fernández llegará a la presidencia con reservas casi nulas y un montón de vencimientos de bonos de deuda en pesos con vencimientos “pateados” para adelante por el macrismo, es más que obvio que no existe ninguna posibilidad de pagarlos. Por eso ya están abiertas todas las vías de negociación. Los economistas del Frente de Todos (Matías Kulfas, Cecilia Todesca, Emmanuel Álvarez Agis y Guillermo Nielsen) ya se reunieron con los acreedores más importantes y tienen un pre-acuerdo para correr para adelante los próximos vencimientos de capital, garantizando a cambio pagar en tiempo y forma el 100% de los intereses y no hacer ningún tipo de quita. Los acreedores felices: las cotizaciones actuales de esos bonos (y el riesgo país), demuestran que ellos aún tendrían ganancias con una quita de hasta el 40%. Por otra parte, patear vencimientos para adelante, con estos intereses, quiere decir que esta deuda se duplicará en los próximos cuatro años.

Esta negociación, que se la denomina “a la uruguaya”, porque se busca mostrarla como similar a la que realizó ese país en 2003, obligará a nuestro país a un ajuste aún mayor al actual, para garantizar esos pagos de intereses. Poniéndolo en números: si hoy, con el ajustazo mediante, tenemos un déficit fiscal de -1%, será necesario pasar a un superávit de 3%. En números: de 16.000 millones de dólares por año: ¡más de un billón de pesos!

Pero este acuerdo tiene otro problema: el FMI no acepta ninguna negociación donde no sea “acreedor privilegiado”. Traducido: que primero cobrarán ellos y después el resto de los acreedores. Inclusive acepta que a los bonistas privados se les haga una quita, si es necesario para que primero cobre el Fondo. El FMI, por supuesto, también acepta una renegociación que haga correr hacia adelante los vencimientos. Pero sus exigencias para acordarlo son terribles: que el gobierno argentino se comprometa a poner en marcha un mayor ajuste, una reforma laboral y otra previsional.

Como vemos, ya sea que se termine negociando “primero” con los acreedores privados y luego con el FMI o, al revés, primero con el Fondo y después con los bonistas, en cualquiera de los dos casos se vendrá un feroz ajuste contra el pueblo trabajador. No existe ninguna posibilidad que se lleven adelante estas negociaciones y, al mismo tiempo, que haya mejores salarios, más empleo o más plata para salud, educación y vivienda. No habrá “reactivación económica”. El gobierno de Fernández terminará siendo el nuevo administrador del ajuste. Por eso, desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad seguimos insistiendo en lo que planteamos en la campaña electoral: la deuda externa es ilegal, inmoral e impagable; si se la paga, se priorizan los pulpos acreedores por sobre el pueblo trabajador. La única salida es romper el acuerdo con el FMI, suspender inmediatamente los pagos de deuda externa y, entonces sí, se tendrán los recursos necesarios para destinarlos a resolver las más urgentes necesidades populares.

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Escribe José Castillo

La titular del FMI Kristalina Georgieva le envió una felicitación al nuevo presidente Alberto Fernández. Lo hizo a través de la red social Twitter, donde escribió: “¡Felicitaciones al presidente electo @alferdez por su elección! Esperamos colaborar con su administración para enfrentar los desafíos económicos de Argentina y promover un crecimiento inclusivo y sostenible que beneficie a todos los argentinos”.

Alberto Fernández no se quedó atrás y le respondió: “esperamos salir lo antes posible de esta crisis y cumplir nuestros compromisos”. El presidente electo ni se cuidó de disimularlo. Le aclaró de entrada a Georgieva que el objetivo de su gobierno es “cumplir” con el Fondo, léase pagarle dólar sobre dólar la millonaria deuda contraída por Macri y que sirvió, en las propias palabras de Fernández, para que la fugaran los propios amigos del presidente que, dicho sea de paso, son también los “amigos” del FMI.
Fernández, después de esta primera comunicación con la plana mayor del FMI, va mostrando que decía la verdad su asesor Guillermo Nielsen, cuando vaticinó que “tenemos FMI para ocho años más”. Y decir Fondo Monetario es decir, sin vueltas, continuidad o, peor aún, profundización del ajuste.

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