Jul 16, 2024 Last Updated 4:46 PM, Jul 16, 2024

Izquierda Socialista

Redacción de Izquierda Socialista y de El Socialista

Escribe Malena Lenta, candidata a legisladora por la Ciudad de Buenos Aires

El 12, 13 y 14 de octubre se realizará en La Plata el 34° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans y No binaries. Se trata de un evento único en el mundo que reunirá a centenares de miles de personas de todo el país en los que se discutirá sobre la situación de las mujeres y disidencias en más de setenta talleres temáticos.

Pero éste no será un Encuentro más. No solo se producirá en medio de un auge mundial de luchas por el derecho al aborto, contra los femicidios, la violencia sexual y la discriminación laboral de las mujeres y disidencias, sino que también ocurrirá a pocas semanas de las elecciones presidenciales en el país. Por eso, con mucha más claridad que en otras oportunidades, los debates están atravesados por la salida política que tenemos que darnos para conquistar nuestros derechos.

Desde Isadora e Izquierda Socialista en el FIT-Unidad creemos que es un Encuentro fundamental para marcarle la agenda al próximo gobierno. A diferencia de lo que nos plantean desde el Frente de Todos (que incluye desde el kirchnerismo, las variantes del PJ, el PCR y movimientos sociales referenciados en la CTEP, entre otros espacios), no podemos abandonar las calles esperando a que el próximo gobierno de los Fernández solucionen nuestros problemas. No solo porque el peronismo kirchnerista ya gobernó durante doce años en contra del aborto y sin garantizar el cumplimiento siquiera de la ley de erradicación contra las violencias hacia las mujeres, sino también porque está claro que Alberto Fernández nos llama a salir de la calle para seguir profundizando su acuerdo ajustador con el FMI y sus pactos con la Iglesia Católica. Difícilmente logremos avanzar en nuestras reivindicaciones mientras Fernández se declara pagador serial de la deuda externa y pone a Manzur (referente antiderechos, ex ministro de salud y actual gobernador de Tucumán) como a uno de sus principales socios en la campaña.

Por eso, vamos al 34° Encuentro a debatir con el conjunto del movimiento de mujeres y disidencias sobre nuestra situación. Pero también para pelear por un plan de lucha salido del propio Encuentro que parta de reclamar la aprobación inmediata del proyecto de ley de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito, la inmediata separación de la Iglesia y el Estado, la emergencia nacional en violencia de género en base al no pago de la deuda externa y contra el plan de ajuste acordado con el Fondo. Necesitamos un Encuentro realmente democrático en donde se haga sentir la voz de las mayorías que venimos peleándola en las calles desde hace mucho tiempo. Te invitamos a que vengas con Isadora al 34° Encuentro y que seas parte de esta pelea por nuestros derechos.  

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Escribe José Castillo

Somos un país decadente, con trabajadores pobres y más de un tercio de la población sumida en la miseria. La contrapartida son empresarios cada vez más ricos y un sometimiento cada vez mayor al imperialismo. La salida es romper con todo esto y avanzar en un gobierno de los trabajadores y el socialismo.

Todos nos emocionamos con la excelente performance de la selección argentina de básquet en el mundial de China. Más aún cuando esta vez se trató de un grupo humilde de jugadores, que no contaban con el hándicap que diez años atrás tenía la llamada “generación dorada”. El contraste entre este equipo brillante y el presente de un país decadente, hundido en la miseria, y con la vergonzosa realidad de que mientras se es capaz de producir alimentos para diez veces la población, millones de argentinos (y entre ellos la mayoría de los niños) pasan hambre, no puede ser más fuerte. Muchos periodistas y analistas políticos salieron a plantear que ello se debía a que “nos falta espíritu de equipo”, o a que se trataría de un problema de “mentalidad”. Nada más alejado de la realidad.

Un país capitalista semicolonial

Acá está la primera y más profunda respuesta de la decadencia de nuestro país y de los males que sufre el pueblo trabajador. Nuestras inmensas riquezas naturales (capaces de producir carne, leche, trigo, maíz, y otros cultivos, gas y petróleo, la inmensa plataforma pesquera del Mar Argentino, el litio, los minerales) y la enorme capacidad de trabajo de nuestro pueblo son saqueadas por un puñado de empresarios nacionales y extranjeros.

Los mecanismos de este robo son diversos y han variado en su importancia a lo largo de los años: desde el reparto de las mejores tierras a un puñado de terratenientes oligarcas tras el genocidio a los pueblos originarios, pasando por las transnacionales que se llevaban al exterior las ganancias que obtenían por la superexplotación del trabajo, o por el liso y llano robo de recursos no renovables, como el gas, el petróleo, la pesca o los minerales. En los últimos cuarenta años, lo que primó fue el saqueo descarado a través del endeudamiento externo y la especulación financiera. Si en otros tiempos fuimos una semicolonia británica, ya hace más de setenta años que pasamos a ser semicolonizados por los yanquis, con los países imperialistas europeos aportando también “su granito” para empobrecernos más.

Capitalistas extranjeros…pero también nacionales

Cargill, Dreyfuss, Cofco, son nombres de algunas de las transnacionales que tienen monopolizado nuestras exportaciones agropecuarias. Ellas son las responsables de que los alimentos muchas veces no lleguen a la mesa de los argentinos. J.P.Morgan, Deutsche Bank, City, Santander, HSBC, Templeton, Black Rock, son nombres de algunos de los pulpos financieros que se llevan miles de millones por medio de los más diversos mecanismos de la especulación financiera. Chevrón, Total, Shell, son algunos de los nombres del saqueo petrolero, así como tenemos a la Barrick Gold para llevarse el oro, mientras deja un tendal de desastre ambiental. Y podríamos seguir, con las transnacionales automotrices que explotan a nuestros trabajadores para aprovecharse de la plataforma exportadora del Mercosur y tantos otros.

Pero no nos confundamos: al lado, e íntimamente vinculados a ellos tenemos a un puñado de grandes patronales argentinas, que se comportan de igual forma. También ellos viven de la superexplotación y el saqueo, fugan sus fortunas al exterior, con el “plus” de que su nacionalidad argentina les otorga cierta prioridad para los negociados de la obra pública. Así crecieron y se fortalecieron los Macri, los Roggio, los Fortabat, los Born, los Pagani y tantos otros. O, más acá en el tiempo, los Madanes, los Coto, los Cabrales, los Constantini o los Eskenazi. Que se enriquecieron con sus lazos con todos los gobiernos, sean militares, peronistas, radicales, centroizquierdistas o macristas. Cada gobierno les da prioridad a unos sobre otros, o agrega algún nuevo nombre a la nómina. Pero ninguno deja de ganar. El listado actual de quienes lideran la “tabla de posiciones” lo ofrecemos en el recuadro.

¿Cuál es la salida?

Todos ellos, los viejos y los nuevos, los nacionales y los extranjeros, se hicieron multimillonarios a costa de sumir al pueblo trabajador en la miseria. Que hoy el 35% de los argentinos sea pobre, que haya un 14,5% que haya pasado por situaciones de hambre, que casi un 40% de la clase trabajadora esté en negro, es la responsabilidad de estos personajes, que luego pontifican desde foros o revista de negocios “exclusivas” o, en muchos casos, directamente desde sus mansiones en el exterior.

Por todo esto, nuestra conclusión es contundente: no habrá salida para nuestro pueblo si no nos liberamos del imperialismo, que hoy en lo concreto pasa por romper con el FMI y dejar de pagar la deuda externa, nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar las privatizadas. Pero eso está íntimamente ligado a que se terminen los gobiernos patronales que nos hundieron mientras servían al enriquecimiento de quienes generaron las crisis. Y a que gobiernen quiénes nunca lo hicieron, los trabajadores, expropiando a estos grandes capitalistas, planificando la economía y empezando a construir una sociedad distinta: una Argentina socialista.

 

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Seis grandes capitalistas argentinos suman, de conjunto, una fortuna de 15.000 millones de dólares. Son los que figuran en el ranking de los multimillonarios de la revista Forbes.

La tabla de posiciones la encabeza Paolo Rocca, el dueño de Techint, con una fortuna de 4.100 millones de dólares. Sus empresas van desde Ternium y Tenaris, en el rubro del acero, hasta la petrolera Tecpetrol. El gran salto lo pegó cuando, en plena era menemista, resultó favorecido con la privatización de Somisa, la gran acería estatal argentina.

Segundo viene Alejandro Bulgheroni, con 3.100 millones. Se trata del propietario de Pan American Energy, la segunda petrolera argentina después de YPF, y, junto a los pulpos transnacionales del sector, vanguardia en el saqueo de nuestros recursos energéticos no renovables.
Tercero lo tenemos a Alberto Roemmers, de los laboratorios del mismo nombre, con 3.000 millones de dólares de patrimonio. Cada vez que vamos a comprar un medicamento y vemos como sus precios se tornan inalcanzables para un jubilado, miremos la etiqueta: si es nacional tenemos una altísima posibilidad que sea de la empresa de este señor.

Eduardo Eurnekian está cuarto, con 1.600 millones, el dueño de los aeropuertos y del multimedio Corporación América. Luego viene Marcos Galperín, un multimillonario relativamente “nuevo”, propietario de Mercado Libre y abanderado de la flexibilización laboral. Y cierra el sexteto Gregorio Perez Companc, dueño de un grupo económico que supo transitar por todo el espinel (fue naviera, petrolera, proveedora de telefonía) para concentrarse en el último tiempo en el negocio de los alimentos tras la compra de Molinos Río de la Plata y es uno de los principales responsables de los precios por las nubes de gran parte de la canasta básica.

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Escribe Adolfo Santos

Desde este lunes 16, mas de 49.000 trabajadores de las 55 fábricas y almacenes de la General Motors de los Estados Unidos, entraron en huelga. El fracaso de las negociaciones entre el sindicato automotriz United Auto Workers (UAW) y la empresa, obligó a los dirigentes sindicales a decretar la paralización. La radicalización de la lucha quedó demostrada en los fuertes piquetes organizados al frente de las plantas de la GM.

La huelga reivindica mejores salarios, reducir la brecha salarial entre nuevos y viejos empleados, limitar la contratación de tercerizados y contra el cierre de cuatro plantas programado por la empresa. El sindicato, denunció que la patronal ha lucrado más de 30.000 millones durante los últimos seis años después de ser rescatada de la crisis de 2009 con 50.000 millones de fondos públicos durante el gobierno de Barack Obama. Además, la recuperación de la empresa se dio con el sacrificio de sus trabajadores que congelaron aumentos y beneficios y ahora exigen ser recompensados.

Un hecho importantísimo, es la solidaridad manifestada por los trabajadores del UAW de Ford y Fiat Chrysler, que se sumaron a los piquetes de convencimiento. El triunfo de la GM les interesa a todos los trabajadores del sector, ya que el sindicato seleccionó esa empresa como la referencia para negociar los contratos de toda la industria automotriz para los próximos cuatro años.

Este proceso es fundamental porque paraliza uno de los sectores económicos más importantes de la industria norteamericana en momentos en que el ultra reaccionario Donald Trump y sus aliados tratan de debilitar el movimiento sindical con medidas y normas laborales que sacan derechos de los trabajadores. Por la importancia que tiene la recuperación y el fortalecimiento del movimiento de trabajadores en los Estados Unidos, todo nuestro apoyo a la huelga de los trabajadores de la General Motors. 

Escribe Miguel Lamas

En vísperas de las elecciones, Benjamín Netanyahu, que aspira a seguir siendo primer ministro israelí, hizo la promesa electoral de la anexión al Estado de Israel del Valle del Jordán, 2400 kilómetros cuadrados de territorio habitado por 13.000 colonos sionistas y unos 60.000 palestinos. El anuncio fue repudiado por una rara unanimidad de los países árabes y ni siquiera Trump, por ahora, le dio un apoyo explícito a esa medida.

Visto en perspectiva histórica, la promesa de anexión del Valle del Jordán (parte de Cisjordania) es casi una formalidad jurídica. Israel ya lo ocupa desde 1967 con sus colonos y con control militar. También ocupa la mayor parte de la Cisjordania (que tiene 3.600.000 habitantes en total, de los cuales 600.000 son colonos sionistas). 

Sin embargo, Cisjordania junto a Gaza (1.900.000 habitantes palestinos), ocupados en 1967 por Israel, deberían ser los territorios de un futuro Estado Palestino, según los acuerdos de paz de Oslo firmados en 1992.

Por eso, el anuncio de Netanyahu es una reafirmación de su política, que cuenta con el apoyo de Trump, de marchar a la ocupación total de Cisjordania, con nuevas colonias y soberanía israelí, y terminar con cualquier posibilidad real de Estado Palestino.
Antes Netanyahu ya dio pasos para desconocer formalmente los acuerdos de Oslo. Uno fue trasladar la capital a Jerusalén (reconocido sólo por Trump que trasladó a Jerusalén la embajada yanqui) y el otro declarar “estado judío” a Israel, tendiente a desconocer totalmente los derechos palestinos.

El fraude de los acuerdos de Oslo

En el acuerdo firmado entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en 1992 en la ciudad de Oslo, los palestinos aceptaron reconocer a Israel a cambio del reconocimiento de su “derecho” a tener su propio “Estado” junto al de Israel, ocupando Cisjordania (margen occidental del río Jordán) y Gaza, con capital en Jerusalén oriental, es decir un 22% del territorio histórico de Palestina.

El acuerdo de Oslo fue un gran fraude impuesto con el apoyo de Estados Unidos, la ONU, la Unión Europea, Rusia y la mayor parte de los gobiernos imperialistas y capitalistas, incluyendo a los gobiernos árabes. Sólo sectores minoritarios de los palestinos, y algunas corrientes de izquierda revolucionaria, entre ellas la UIT-CI, denunciamos este acuerdo como una trampa. La mayoría del pueblo palestino aceptó el acuerdo porque pese a sus limitaciones, y después de tanta guerra y agresión sionista, creyó que por fin habría paz.
Con la firma de ese acuerdo la OLP instaló un “gobierno” de la “Autoridad Palestina” en la ciudad de Nablus, que supuestamente ejerce soberanía sobre Cisjordania y Gaza y recibió ayuda internacional para mantener su burocracia administrativa y sistema de seguridad para impedir la rebelión popular palestina contra Israel.

Gaza y Cisjordania despedazadas

Pero en los hechos la presencia militar israelí nunca cesó, como no abandonaron su control de la totalidad de Jerusalén y su pretensión de convertirla en su capital. Después de los acuerdos, Cisjordania y Jerusalén Este fueron ocupadas paulatinamente con 600.000 colonos sionistas armados, que se adueñaron de las mejores tierras y el 95% de las fuentes de agua y la ciudad de Jerusalén Este. Israel erigió un muro que está recortando los territorios habitados por los palestinos quitándoles el 48% del escaso territorio que les quedaba. También tomó el control militar de las carreteras que atraviesan el territorio. Por si esto no bastara, periódicamente Israel les destruye sus fuentes de agua, le tala los olivos, bombardea centrales eléctricas y universidades. Gran parte de los habitantes de Cisjordania, para trasladarse a trabajar, estudiar o visitar un pariente dentro del territorio, deben pasar por los puntos de control militar israelíes donde deben hacer largas colas para revisar sus documentos y muchas veces los humillan o golpean con el menor pretexto.
El otro territorio, mucho más pequeño, Gaza, es sometido a un bloqueo permanente desde hace años, y periódicamente bombardeado por el poderoso ejército sionista armado por Estados Unidos.

Desde marzo de 2018, cuando comenzaron las llamadas Marchas del Retorno en Gaza hacia la frontera, para reivindicar el regreso de los refugiados palestinos a sus lugares de origen antes del nacimiento del Estado de Israel, los sionistas mataron a 310 palestinos en Gaza, e hirieron a 17.000 por armas de fuego.

¡Fuera sionistas de Medio Oriente!

El anuncio de anexión del Valle del Jordán muestra una vez más que Israel no quiere ninguna paz sino expulsar definitivamente a todos los palestinos incluso de Cisjordania y Gaza. Y esto seguirá siendo así aun cuando no ganara Netanyahu, porque todos los partidos dominantes en Israel son sionistas y quieren básicamente lo mismo, aunque difieran en los ritmos.
Solo puede haber paz con la destrucción de ese Estado enclave imperialista: el Estado genocida de Israel. Constituyendo en todo el antiguo territorio palestino lo que reclamaba el programa histórico de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) hasta los acuerdos de Oslo: una Palestina laica, democrática y no racista, con derecho al retorno de millones de refugiados palestinos, con devolución de sus tierras y casas robadas por Israel y plenos derechos ciudadanos. Y esto sólo podrá lograrse con la heroica resistencia palestina, como parte de la lucha de los pueblos árabes y del mundo por expulsar al imperialismo y al sionismo de Medio Oriente.

En ese camino, desde la UIT-CI apoyamos la resistencia heroica del pueblo palestino, la campaña por el derecho al retorno, apoyamos las campañas de solidaridad internacionales, como la de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) que logró rupturas económicas con suspensión de importaciones y el boicot a Universidades, organizaciones culturales, sindicales, artísticas y deportivas del Estado de Israel. Reclamamos de todos los gobiernos la ruptura de relaciones diplomáticas, económicas y militares con el Estado genocida de Israel.


Israel: enclave imperialista

Israel es un enclave imperialista en Medio Oriente. Fue creado con apoyo del imperialismo inglés y yanqui, con el objetivo de controlar Medio Oriente, la región del mundo más rica en petróleo. Fundado en 1948 sobre territorio palestino, fue poblado mayoritariamente por centenares de miles judíos europeos recién llegados, en muchos casos sobrevivientes del genocidio nazi, usados como carne de cañón para la colonización imperialista. Para consolidar su ocupación, Israel expulsó con métodos terroristas más de un millón de árabes palestinos.
Su propia economía está dedicada a sostener una poderosa maquinaria militar, basada en el despojo permanente a los árabes y en la enorme ayuda económica y militar norteamericana. Israel se desmoronaría en meses sin el sostén norteamericano.
Israel estuvo en guerra casi permanente. En sus casi 70 años de historia atacó militarmente no solo a los palestinos, sino también a todos los países árabes vecinos (Líbano, Egipto, Jordania, Siria e Irak) para expandir sus territorios, someterlos totalmente a los dictados imperialistas y quebrar la resistencia palestina (la mayor parte de los palestinos expulsados se refugiaron en esos países).

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