Oct 11, 2024 Last Updated 7:26 PM, Oct 10, 2024

El sábado 5 realizamos una reunión de mujeres de la UIT-CI en la que participó Fatemah, una compañera de Irán, quien comentó acerca de la lucha que están llevando adelante las mujeres y el pueblo iraní contra el régimen dictatorial. Seguimos en campaña de solidaridad con las mujeres y el pueblo de Irán.

Escribe Miguel Ángel Hernández, dirigente del PSL, sección venezolana de la UIT-CI

El 18 de octubre se llevó a cabo en toda Francia una jornada de protesta nacional, con huelgas en varios sectores y movilizaciones en unas ciento cuarenta ciudades y localidades de todo el país.
La acción fue convocada por las centrales sindicales CGT, Fuerza Obrera (FO), la Federación Sindical Unitaria (FSU), el sindicato Solidarios y cuatro organizaciones estudiantiles, exigiendo aumentos salariales, en defensa del derecho a huelga y en apoyo a los trabajadores de la petrolera TotalEnergies, que se encuentran en huelga desde finales de septiembre.

El centro de la protesta es la exigencia de un aumento general de salarios a 2.000 euros, es decir, 300 euros más respecto al actual. En un país donde la espiral inflacionaria avanza, especialmente en los alimentos que han experimentado un incremento de 10%, los salarios siguen estancados.

A la jornada de protesta que semiparalizó al país se incorporaron trabajadores y trabajadoras del sector salud, educación, empleados públicos, así como al transporte, petroleros y trabajadores de once de las diecinueve centrales nucleares. En París se movilizaron más de 40 mil trabajadoras, trabajadores y jóvenes, siendo una de las ciento cuarenta marchas que se realizaron en todo el país.

La huelga del martes 18 tuvo especial repercusión en los trenes regionales, circulando solo la mitad. En las rutas ferroviarias de cercanía a la capital, la paralización habría sido de un 25%. También se han visto afectados los autobuses urbanos, suspendiendo el servicio un tercio de sus líneas. Hubo huelga en el subte. Y restricciones ferroviarias en la conexión entre Francia y España, así como entre París y Londres. En el sector educativo y en el sanitario la huelga fue parcial. Sin embargo, los organizadores de la jornada de protesta amenazaron con continuar las medidas de fuerza en los próximos días.
La acción huelguista fue precedida por una marcha “contra la vida cara”, realizada el pasado domingo 16 en París, convocada por organizaciones de izquierda, en la cual habrían participado unas 100 mil personas.

Crece el malestar social

El “octubre caliente” en Francia es consecuencia del gran malestar social que se viene acumulando en la segunda economía de Europa, producto de la caída abrupta del nivel de vida de las trabajadoras y trabajadores por el incremento de la inflación. Esto contrasta con los altos beneficios obtenidos por las empresas petroleras y petroquímicas. El gran repudio por parte de las trabajadoras y trabajadores, se produce porque ven cómo las grandes transnacionales siguen lucrándo, en medio de la crisis económica agravada por la invasión de Putin a Ucrania.

Sigue la huelga de petroleros

La gran jornada de protesta se produce con el trasfondo de una huelga en las refinerías de la petrolera TotalEnergies, que comenzó a finales de septiembre, por aumento de salarios. El sindicato que los agrupa exige un aumento de un 6%, mientras que la transnacional petrolera habría obtenido ganancias por 8 mil millones de euros.

TotalEnergies, al igual que la mayoría de las empresas petroleras y petroquímicas, ha obtenido ganancias récord, gracias al aumento de los precios de la energía como consecuencia del agravamiento de la crisis económica capitalista, potenciada por la invasión de Rusia a Ucrania, y las sanciones impuestas a este último país.

La huelga en las refinerías de petróleo redujo la producción de gasolina en más del 60% y dejó a una de cada tres gasolineras con escasez de combustible, generando largas filas para surtir a los vehículos. Sin embargo, el gobierno derechista de Macron impuso por la fuerza la reincorporación al trabajo de muchos trabajadores de Total, logrando reducir la escasez a un 30%. Esta acción del gobierno produjo un gran rechazo entre muchos trabajadores que consideraron la medida como una restricción del derecho a huelga.

Todo esto sucede en momentos en que el gobierno de Macron pretende aprobar en el parlamento el presupuesto del 2023 a través de un mecanismo de vía rápida, contemplado por la constitución. Y tiene pendiente una reforma de las pensiones para aumentar la edad de 62 a 65 años, que en el 2019 fue frenada por la movilización obrera y popular.

Desde la UIT-CI respaldamos las huelgas, y la movilización de las trabajadoras, trabajadores y jóvenes franceses que hoy luchan por salarios, contra la inflación y el ajuste del gobierno de Macron. Rechazamos las restricciones al derecho a huelga impuestas por su gobierno a los trabajadores petroleros de TotalEnergies.

Apostamos a que continúen las jornadas de protesta hacia una huelga general, y que al calor de la lucha los trabajadores y jóvenes se organicen en la perspectiva de conformar una alternativa socialista revolucionaria que enfrente al gobierno y su ajuste.


Escribe Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI

La primera vuelta concluyó con Lula/Alckmin en primer lugar con el 48,4% (cincuenta y siete millones de votos) y Bolsonaro en segundo lugar con el 43,2% (cincuenta y un millones). Hubo presión del llamado voto “útil”, que concentró el 91,6% del electorado. En esa gran polarización las candidaturas a la izquierda del PT (UP, PCB y Polo Socialista Revolucionario) también cayeron por debajo del 1%.

Pese a que Lula ganó, el hecho que no llegara a superar el 50% de votos válidos (y así ganar en primera vuelta como decían las encuestas) y que haya cinco millones de votos nulos y blancos, muestra que muchos trabajadores no creen en él, que ya gobernó. Lula además de haberse aliado a los grandes empresarios y banqueros en su primer gobierno, en esta elección fue aliado al derechista neoliberal Geraldo Alckmin (sería como una candidatura en Argentina de Cristina Kirchner con Macri).

El otro hecho significativo de la primera vuelta electoral brasileña es la relativamente alta votación de Bolsonaro, que ninguna encuesta previa, pese a ser un ultraderechista que hizo un gobierno desastroso para la clase trabajadora, logró mantener cincuenta y un millones de votos y sus candidatos a gobernadores ganaron en estados claves como San Pablo y Río de Janeiro. Pero la causa principal de la sobrevida política de Bolsonaro hay que buscarla en los desastrosos gobiernos del PT entre 2003 y 2016 que defraudaron al pueblo trabajador.

Los gobiernos del PT

El Partido de los Trabajadores (PT) gobernó Brasil entre el 2003 y el 2016 con las presidencias de Lula (dos mandatos 2003 al 2010) y de Dilma Roussef (del 2010 al 2016, destituida en segundo mandato).

El PT surgió del sindicalismo de obreros fabriles de San Pablo de finales de los años 70. Se extendió a todo el país y ganó las elecciones a fines del 2002 y su dirigente Luiz Inácio Lula da Silva asumió la presidencia del país en enero del 2003, despertando grandes esperanzas en los trabajadores y trabajadoras de un verdadero cambio.

Lula sorprendió cuando, desde el inicio de su gestión, designó al presidente del Bank Boston USA, Henrique Meirelles, para la dirección del Banco Central do Brasil. Esto indicó desde el comienzo el rumbo de Lula de aliarse a banqueros y grandes empresarios y acatar instructivas económicas del FMI. Justamente la primera gran medida fue un brutal ataque a los trabajadores del servicio público mediante la reforma de las jubilaciones, lo que provocó la ruptura de una importante vanguardia con el PT que irían a formar un nuevo partido, el PSOL (ver recuadro "CST: contra Bolsonaro llamamos a votar críticamente a Lula").

Fue creciendo el descontento popular por la política económica del PT, obedeciendo a sus pactos con grandes empresarios y banqueros, y también por la cada vez más evidente corrupción de altos funcionarios y el propio Lula.

Este descontento, que se dio por fuera de las direcciones tradicionales, estalló en junio del 2013, cuando gobernaba Dilma Roussef con el apoyo de Lula. Centenares  de miles de personas se manifestaron en las mayores ciudades de Brasil contra el aumento del precio del transporte público, contra los salarios miserables y por la corrupción en los enormes costos de las obras para el mundial del 2014. Un negocio de Lula con empresas constructoras de grandes estadios que costó al país 15.000 millones de dólares. La movilización popular fue violentamente reprimida.
Desde entonces millones, que habían creído en Lula y el PT, ya no le creen.

En el 2016 la presidenta Dilma Roussef del PT fue destituida por la mayoría parlamentaria, con acusaciones de corrupción. Quedó como presidente su vice Michel Temer, proveniente de otro partido de centroderecha, hasta las elecciones del 2018.

En el 2017 Lula fue encarcelado por juicios de delitos de corrupción en relación con las empresas constructoras OAS y Odebrecht. Estuvo preso por 581 días y, aunque después se anularon los juicios por irregularidades, no pudo participar en las elecciones del 2018.

Bolsonaro

La crisis del PT y la gran confusión política popular, con el repudio al PT pero también a los otros partidos tradicionales, fue aprovechada por la ultraderecha de Jair Bolsonaro, que en octubre del 2018 ganó las elecciones ante un PT totalmente debilitado.

El gobierno de Bolsonaro fue un desastre para el pueblo trabajador. Es responsable de casi 700.000 muertes en la pandemia no atendida, del recorte salarial, de la privatización de Eletrobrás, de la reforma de las pensiones, del ataque a derechos laborales, baja de los presupuestos de salud y educación, del avance de la minería en tierras indígenas, de los recortes de fondos y del aumento de los crímenes contra mujeres, negros y LGBTQIA+.

Si pudo mantenerse, evitando un gran estallido popular que lo expulsara del poder, fue en gran medida por el freno del PT y las direcciones sindicales que controlan a gran parte del movimiento obrero, que llamaron a esperar las elecciones, sin enfrentar su política económica ni sus crímenes.

Por sus acuerdos con Alckmin y grandes empresarios, Lula ni siquiera promete anular reformas reaccionarias antiobreras de Bolsonaro. Esto, por supuesto, aumenta la confusión política del pueblo trabajador.

A continuación desarrollamos un extracto de la declaración de la Corriente Socialista de los Trabajadores (CST, UIT-CI) ante la segunda vuelta electoral.

Nosotros, desde la CST, estaremos en las trincheras de los que pondrán fin a este proyecto genocida de Bolsonaro. No confiamos en que el frente amplio Lula/Alckmin sea una solución para la clase trabajadora y los sectores populares, pero en esta segunda vuelta, la CST llama a votar por Lula 13 para derrotar al neofascista Bolsonaro.

Hemos estado desde el primer momento en la batalla por Fuera Bolsonaro, denunciando su proyecto ultra reaccionario en las calles y en las elecciones. Desde la CST, tendencia radical del PSOL, hemos construido el Polo Revolucionario Socialista y hemos estado en la campaña obrera de Vera Lucía para la presidencia e impulsando a trabajadores y jóvenes a los gobiernos estatales, al senado y a las diputaciones.

Lo hicimos porque la conciliación de clase de la candidatura Lula/Alckmin no propone revocar la reforma de las pensiones, el techo de gasto, la reforma laboral y todos los profundos ataques a los pobres y al pueblo trabajador. Las alianzas y la conciliación de clases ya se han probado en el gobierno y no han funcionado. Al mismo tiempo no han ayudado a hacer una oposición radical en las calles para Fora Bolsonaro.

Afirmamos que mantendrán un gobierno incapaz de enfrentar a las multinacionales, a los multimillonarios y a los empresarios que nos explotan y quitan derechos; el agronegocio enemigo de los sin tierra y de los indígenas y por lo tanto esto bloquea los cambios que los trabajadores y los jóvenes quieren en sus vidas [...]

Estaremos en las calles, comprometidos en cada lugar de trabajo, estudio y hogar, militando contra cualquier voto a Bolsonaro, para sacar a la extrema derecha del gobierno. Sin renunciar a nuestra independencia política, con perfil propio, llamamos a votar contra Bolsonaro a través del voto crítico a la lista 13 en esta segunda vuelta.

Luchamos por: Aumento salarial y fin de los despidos; reducción jornada laboral sin reducción salario; defensa presupuesto universitario; impuesto a los multimillonarios y no pago de deuda a los banqueros; estatización de empresas privatizadas y del sistema financiero.

Defendemos un gobierno de la clase trabajadora, sin patrones, para aplicar medidas urgentes contra el hambre y desempleo, rompiendo con el capitalismo y la explotación imperialista, rumbo a la construcción de un Brasil socialista.

Leé la nota completa aquí: https://bit.ly/3CPekoC



El PSOL y la CST

El Partido Socialismo y Libertad (PSOL) fue fundado en 2003, pocos meses después de iniciar el gobierno de Lula. Con diputados y dirigentes del PT que se opusieron a la política de Lula de acuerdos con empresarios y banqueros y a la reforma de las jubilaciones. Entre los fundadores el entonces diputado João Batista 0liveira “Baba” actual dirigente de la CST.

Este origen del PSOL hizo que fuera la más importante alternativa de izquierda al PT durante años, aún con diferentes corrientes internas. La CST fue parte del PSOL.

Pero la CST se opuso públicamente a la política de la mayoría del PSOL de apoyar a Lula en primera vuelta, en forma acrítica, fotografiándose los dirigentes con Lula y candidatos burgueses, sin criticar acuerdos con Alckmin y capitalistas.

La CST formó el Polo Socialista Revolucionario con el PSTU y algunas personalidades del PSOL llamando al voto a Vera Lucia y ahora llama en segunda vuelta a un voto crítico por Lula contra Bolsonaro.  
 

Por Josep Lluis del Alcázar, dirigente de Lucha Internacionalista (Estado español) y la UIT-CI*

La contraofensiva militar ucraniana de septiembre ha permitido recuperar más de 8000 km2 de territorio. La retirada rusa de la zona de Karkiv, precipitada y abandonando material militar, provocó reacciones controvertidas en Rusia. Desde sectores que exigían que Putin decretara el estado de guerra y la movilización general, quienes públicamente exigían medidas contra los oficiales que comandaban las tropas rusas, y 84 concejales que pedían la dimisión de Putin.

El retroceso ruso, el segundo tras el abandono del frente de Kiev, atrapaba a Putin en sus propias contradicciones. En febrero se negó a declarar el estado de guerra por miedo a una reacción popular. Los problemas de reclutamiento se convirtieron en una pesadilla para Putin. Al extremo de tener que recurrir al Grupo Wagner, empresa de mercenarios que también actuó en Siria, para contratar presos comunes, activaron la contratación directa en las zonas más pobres y periféricas de Rusia, pero los efectivos eran manifiestamente insuficientes para los operativos de guerra.

El grado de deserciones en el ejército ha ido en aumento. Los mismos contratos que firman los que alistan para ir al frente permiten la recisión unilateral del contrato en tiempos de paz, y supuestamente no hay guerra. Existe una desmoralización completa en las tropas rusas que no entienden porque tienen que combatir a quienes siempre consideraron hermanos y hasta tienen familias en común. Por el contrario, el factor moral siempre a estado alto del lado del pueblo ucraniano que se unió para defender su país, sus tierras, sus casas, ante una invasión de una potencia capitalista que busca dominarlos.

El 20 de septiembre la Duma rusa modificaba el código penal para endurecer las penas por deserción o rendición, para obligar a los soldados a luchar. Introduce también artículos como la movilización general, la ley marcial y el estado guerra. El miércoles Putin impone por decreto la movilización de 300.000 reservistas y advierte que está dispuesto a defender con todo Rusia, incluida con las armas nucleares.

Pero la reacción a la movilización parcial no se ha hecho esperar y en 40 ciudades de toda la geografía rusa se han producido manifestaciones contra el decreto de Putin. La respuesta fue la represión, con más de 1400 detenciones. Otra reacción popular es el crecimiento de las colas por la búsqueda de pasajes para viajar a países limítrofes para evitar una posible convocatoria a la guerra.

Asimismo, Putin acelera en todos los los territorios ocupados en la región del Donbass (Lugansk y Donetsk), Kherson y Zaporizhzhia – forzar nuevos referéndums entre el 23 y al 27 de septiembre, para que apruebe anexarse a la Federación Rusa. Ya Putin lo hizo en 2014 sobre Crimea. Con esta maniobra fraudulenta pretende luego justificar que es territorio ruso y cualquier ataque a esas localidades podría considerarse como “un ataque a Rusia”. Rechazamos esos referéndums tramposos. Estos territorios son parte de la nación ucraniana y se han convertido en enclaves de Rusia bajo ocupación militar. Tal como ocurrió con Crimea.

Desde la UIT-CI llamamos a multiplicar la solidaridad con las y los manifestantes rusos que se oponen a la política criminal de Putin. Basta de represión a la protesta en Rusia. Por la inmediata libertad de los presos y presas políticas y de los centenares de detenidos por reclamar contra la guerra en Ucrania.

Exigimos a los gobiernos europeos el reconocimiento del derecho de asilo para los soldados rusos que abandonen el frente y a los opositores al régimen de Putin.

Ratificamos nuestra solidaridad con el pueblo ucraniano en su lucha contra la invasión rusa. Seguiremos apoyando a la izquierda política y sindical ucraniana que combaten al invasor ruso sin dar apoyo el gobierno de Zelensky ni a la OTAN.

 

*Fue integrante de la delegacion de la UIT-CI que viajó a Kiev a hacer entrega de ayuda solidaria a sectores de la izquierda ucraniana, en el mes de mayo.

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