Aug 02, 2024 Last Updated 3:38 PM, Aug 2, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Alejandro Antón

En concordancia con las movilizaciones en Brasil contra el candidato a presidente Jair Bolsonaro, el sábado pasado realizamos actos frente a la embajada de Brasil en Buenos Aires, en Córdoba y en Rosario. En Brasil el repudio se hizo sentir en San Pablo, Río de Janeiro, Mina Gerais, Fortaleza, Porto Alegre, Belo Horizonte, Brasilia y otras ciudades.

En el acto en Buenos Aires fueron oradores los dirigentes del Frente de Izquierda Juan Carlos Giordano por Izquierda Socialista, Myriam Bregman por el PTS, y Romina del Plá por el Partido Obrero. También hubo saludos del Nuevo MAS y de residentes brasileños en la Argentina.
Giordano, diputado nacional electo, señaló: “Repudiamos al ex capitán Bolsonaro por neofascista, derechista, racista, apoyado por militares y cultos evangélicos, que busca gobernar para los grandes capitalistas y los bancos, aplicando el ajuste del imperialismo y las multinacionales, privatizando y atacando aún más a la clase obrera. También saludamos que coincidamos en el FIT con el voto crítico al PT, sin que eso implique ningún apoyo a su política”.

Y continuó: “¿Por qué surgen estos personajes nefastos? Ante la tremenda crisis social y política en Brasil millones de sectores populares y trabajadores, desesperados y confundidos, votaron equivocadamente a un supuesto salvador. El caldo de cultivo hay que buscarlo en la decepción con los partidos tradicionales y sus gobiernos, en los planes de ajuste y corrupción y en especial, viendo los trece años del gobierno del PT. Por eso el FIT dice correctamente: ‘La política del PT -gobernar para las multinacionales, Odebrecht, los bancos, el agronegocio y los pagos puntuales de la deuda externa- le abrió las puertas al ascenso de la ultraderecha encarnada en Bolsonaro’”.

Giordano cerró categóricamente citando a los compañeros de la CST, sección brasilera de la UIT-CI: “Estamos convencidos de que solo la lucha de los trabajadores, las mujeres y la juventud es garantía. Llamamos a la más amplia unidad para derrotar en las calles y en las urnas a Bolsonaro y su política. Por una salida de fondo, opuesta a la del PT, de convivir con los capitalistas, que expropie a las multinacionales, deje de pagar la deuda, nacionalice la banca y conquiste un gobierno de los trabajadores y la izquierda”.

Escribe Miguel Lamas

Pese a las amenazas de Estados Unidos y varios gobiernos, unos 8.000 migrantes, la gran mayoría hondureños, con familias completas, incluyendo niños, bebés y mujeres embarazadas, sobrepasaron Guatemala y los límites mexicanos. Desbordaron a centenares de guardias fronterizos mexicanos que les tiraron gases, los apalearon y colocaron vallas metálicas, que fueron derribadas. La caravana avanza imparable hacia Estados Unidos. Trump amenaza con enviar tropas a la frontera.

La caravana comenzó con 2.000 personas de Honduras, autoconvocadas por Facebook, que se reunieron en la ciudad de San Pedro Sula para viajar juntos a Estados Unidos. En el camino se fueron uniendo otras. Un ejército desarmado, de pobres desesperados, dispuestos a todo para escapar del infierno.

Escapan de las condiciones de enorme violencia y pobreza, consecuencia del desastre social producido por más de un siglo de saqueo imperialista de los recursos naturales y de mano de obra barata de las transnacionales norteamericanas. Una situación sostenida con invasiones y golpes militares auspiciados por Estados Unidos. En el caso de Honduras, el actual gobierno de Juan Orlando Hernández (una dictadura corrupta impuesta por el imperialismo yanqui y europeo) viene sumergiendo al pueblo hondureño en la miseria más extrema. Como subproducto de ella, el país está arrasado por las “maras”, bandas de jóvenes delincuentes que secuestran para pedir rescate, asesinan por robar unas monedas, y violan.

“Solo queremos un trabajo. Es lo único que pedimos. Somos gente de bien, pero en nuestro país no hay oportunidades”, dice una mujer con tres hijos. Agrega que en Honduras “lo poco que uno gana está siempre en riesgo de ser arrebatado por las maras, si no es que te matan. A mí me asesinaron a un hermano” (www.bbc.com).
Dos partidos hermanos de la UIT-CI se pronunciaron sobre el drama de los migrantes hondureños. Propuesta Socialista de Panamá llamó a la solidaridad con los migrantes y afirmó: “Ser migrante es un derecho humano, y abogamos para que todos los gobiernos del área lo respeten y no sigan las pautas del representante del imperialismo Trump”.
Por su parte, el Movimiento al Socialismo de México (MAS) denunció al presidente Peña Nieto por enviar a la policía federal para reprimirlos sin garantizar en cambio su seguridad (ya se informó de violaciones a mujeres de la caravana). Además, por tenderles una trampa al ofrecerles acceso a México como “refugiados”, un impedimento legal para que continúen el viaje a los Estados Unidos. Muchos firmaron la solicitud. También denunciaron al presidente electo López Obrador por su falsa promesa de generar trabajo para los centroamericanos cuando acaba de pactar con Trump la profundización del modelo de ajuste.

En Guatemala y México organizaciones populares y de izquierda apoyan a la caravana con abrigos y alimentos. En Estados Unidos organizaciones de izquierda y de defensa de los derechos de los inmigrantes exigen “fronteras abiertas”, denunciando la política criminal del gobierno de Trump.
Las fronteras se cierran para los trabajadores, pero están abiertas de par en par para los capitalistas y los capitales producto del saqueo de riquezas y del trabajo obrero, que los capitalistas pueden trasladar cuando quieren, dejando deudas y miseria, como hoy en la Argentina.
Cerrar las fronteras no detiene la migración en Estados Unidos ni en Europa, sólo agrega sufrimiento a los migrantes y otro negocio siniestro: el tráfico de personas, que deben pagar miles de dólares para pasar las fronteras. Mientras tanto, centenares de miles de migrantes, sin derechos, amenazados siempre de expulsión, deben tomar los trabajos más duros e insalubres por pagos miserables. ¡Una semiesclavitud moderna! La persecución de los migrantes tiene el objetivo de dividir a la clase trabajadora para someterla, para hacerles creer a los trabajadores norteamericanos que su “enemigo” son los trabajadores migrantes y no los explotadores capitalistas.
Por eso, desde la UIT-CI exigimos plenos derechos sindicales y políticos para todos los migrantes, el fin de las deportaciones y la apertura de las fronteras. Llamamos a los sindicatos de trabajadores, a los estudiantes y a todas las organizaciones de derechos humanos y de izquierda a unirse en apoyo a estas justas demandas, comenzando por exigir que se permita la entrada a Estados Unidos de la caravana.

Escribe Mariana Morena

El 31 de octubre de 1978 el Congreso de Diputados y el Senado de España aprobaron una Constitución que le garantizó una falsa legitimidad democrática a un régimen monárquico que era continuidad del odiado franquismo. Parodiando al “generalísimo”, todo quedó “atado y bien atado” para preservar “el antiguo orden”. Sólo la enorme traición del PCE y el PSOE explica el retroceso de un movimiento obrero y popular en extraordinario ascenso por la República.

Entre la muerte del dictador Francisco Franco en 1975 (en el poder desde el levantamiento fascista contra la República el 18 de julio de 1936, consolidado tras tres años de guerra civil) y el primer gobierno del PSOE en 1982, el Estado español vivió la denominada “transición a la democracia”. Fue el período donde se consolidó un nuevo régimen monárquico que debía salvaguardar el armazón de las instituciones tras cuarenta años de dictadura. Pese al rechazo que generaba la monarquía en el movimiento de masas -con ansias de libertad y democracia, y entusiasmadas por el triunfo de las revoluciones políticas en Portugal y Grecia-, la corona encabezada por Juan Carlos de Borbón, -designado por el mismo Franco-, los partidos institucionales, la Iglesia y la prensa intentaron hacer ver que se trataba de un proceso “modelo” de salida de la dictadura hacia la democracia, sin “ruptura”. Se pretendió incluso exportarla a Chile y Túnez.

Los pilares de la “transición”
Para legitimar el relato de las “bondades del nuevo régimen”, la transición se apoyó en tres pilares: una ley de amnistía, los pactos de la Moncloa (ver recuadro) y la Constitución. La ley de amnistía significó la impunidad de los crímenes del franquismo entre 1936 y 1948, unos 150.000 asesinatos cometidos con el fin de exterminar a la vanguardia obrera y popular revolucionaria; al mismo tiempo garantizó que los cuerpos de seguridad, los servicios de inteligencia y el aparato político y judicial del viejo régimen pasaran a ser los encargados de velar por el “nuevo orden”. A esto hay que sumar los 600 asesinatos cometidos entre 1975 y 1982 por fuerzas de seguridad públicas y grupos fascistas, así como los miles de detenidos en la represión de las luchas obreras y de los movimientos nacionalistas en Catalunya y el País Vasco.
La Constitución aprobada por las Cortes Generales el 31 de octubre de 1978 constituyó el “broche” de la transición. Su texto fue elaborado por una comisión formada por cinco representantes de los partidos burgueses, uno del PCE y uno del PSOE, lo cual confirma el contenido social del mismo. Con el silencio de la izquierda, la monarquía se aseguró la economía capitalista, la unidad de la patria contra el derecho a la autodeterminación del País Vasco y de Catalunya; los privilegios de la Iglesia, incluyendo el control de un sector importante de la educación que le dio el franquismo, y las tierras para los terratenientes, sin mención alguna de reforma agraria. Así se preservó el régimen con las reformas que aseguraban un funcionamiento democrático parlamentario donde encajaban los partidos de izquierda legalizados (PCE, PSOE) con la figura del rey, no elegible, como jefe de Estado y de las fuerzas armadas garantizando la unidad de España. El mismo rol de Franco por encima de las estructuras del Estado, incluyendo el parlamento, y conservando sus principales símbolos, la bandera y el himno. Ahí nomás se convocaron las primeras elecciones generales, ganadas por la UCD de Adolfo Suárez, el secretario general del movimiento que ahora se vestía de partido político de corte europeo y democristiano.
De este modo se consolidó una verdadera “máscara pseudo-democrática” con raíces franquistas al servicio de los ricos, la banca y las multinacionales, con una corrupción generalizada e impune, y también una auténtica “cárcel de los pueblos” como quedó demostrado el año pasado en Catalunya. El antiguo “orden” sigue prevaleciendo. Como sigue planteada la lucha por una federación de repúblicas socialistas al servicio de los trabajadores y los pueblos.

 


Los Pactos de la Moncloa

Para cortar de raíz las protestas obreras que estallaron a partir del ’73 frente a la miseria generalizada por la crisis del petróleo, con grandes huelgas, vigorosas asambleas, ocupaciones de fábricas e inmensas movilizaciones por reclamos salariales, contra los expedientes de crisis y cierres, en solidaridad con despedidos y otras fábricas en lucha, por derechos sindicales y políticos y contra la violencia represiva, los partidos políticos ya legalizados, incluyendo al PCE (con Santiago Carrillo como secretario general) y el PSOE (con Felipe González), negociaron los Pactos de la Moncloa, firmados en octubre del `77. Si bien el gobierno del “reformista” Adolfo Suárez (líder de la UCD, el partido sucesor del Movimiento Nacional desmantelado durante la transición) garantizó algunas libertades democráticas (los derechos de reunión, asociación política y libertad de expresión y menos restricciones a la libertad de prensa), los pactos significaron un golpe tremendo para el movimiento obrero: legalizaron los despidos libres (hasta 5% de las plantillas), introdujeron la contratación temporal de los jóvenes y fijaron límites en el aumento de los salarios y una devaluación de la moneda. Pero lo más importante fue la exigencia de paz social y del fin de la lucha obrera, que hizo que los grandes sindicatos CCOO y UGT (controlados por el PCE y el PSOE respectivamente) acataran en silencio a cambio de nuevas fuentes de financiación para sus aparatos. Como “contribución” a la estabilización de la monarquía, empezaron a hacer retroceder y traicionar las luchas, debilitando la enorme capacidad combativa del movimiento obrero.

 


 El rol traidor del Partido Comunista Español

El PCE, dirigido por Ramón Carrillo, era el partido que controlaba la mayor parte del movimiento de masas. Su fuerza no se limitaba al movimiento sindical, con las Comisiones Obreras (CCOO) que nucleaban a la mayoría de los trabajadores desde finales de los años `50, sino que tenía gran influencia en barrios y pueblos entre intelectuales y artistas. Políticamente el PCE encabezaba la corriente del “eurocomunismo”, con un discurso y un programa de socialdemocratización desde la perspectiva de que era imposible un proceso revolucionario en Europa occidental, por lo que se fijó tareas democráticas a través de las elecciones y el parlamento burgués. Así fue como el PCE negoció su legalización aceptando las exigencias del gobierno de la transición, que apuntaba a reformar el viejo régimen pactando con el franquismo y la monarquía. Puso todo su aparato político y sindical a trabajar por la legitimidad del régimen heredero de la dictadura, enterrando sus crímenes y avalando que los policías y jueces involucrados en la represión sistemática siguieran en sus puestos. Lo hizo al costo de traicionar las aspiraciones de los trabajadores y los pueblos de luchar por un verdadero régimen democrático representado por la República, y hasta por una revolución obrera.
La política de reforma aplicada por el PCE fue especialmente grave en el terreno sindical, donde ordenó a las CCOO intervenir en el único sindicato permitido por el franquismo, conocido como el Sindicato Vertical (que agrupaba trabajadores y empresarios por la “armonización y la cooperación de clases”), herido de muerte y sin peso en el movimiento obrero. Otro tanto hizo su política de reforma en Catalunya, donde el PSUC tenía influencia de masas en la lucha contra la dictadura, para terminar renunciando a la pelea por la autodeterminación, permitiendo el ascenso del nacionalismo burgués catalán.

Entre los trabajadores se siente claramente la bronca contra la conducción de la Verde de la Unión Ferroviaria, cómplice del durísimo ataque de Macri y las empresas. La burocracia no sólo ha negociado la baja del salario y la pérdida de importantes conquistas del convenio, sino que ha dejado pasar el cierre de Ferrobaires y varios talleres y las cesantías en distintas líneas.
Las elecciones de cuerpos de delegados del 7 de noviembre son una oportunidad para fortalecer un modelo sindical antiburocrático y combativo como es el que venimos desarrollando en el Sarmiento. Desde el cuerpo de delegados del Sarmiento, la lista 3 Bordó (una agrupación combativa y democrática) ha demostrado que con las asambleas y la movilización se pueden enfrentar los ataques de la patronal y el gobierno y las traiciones de la Verde. Referenciada en el Pollo Sobrero, Edgardo Reynoso, Mónica Schlotthauer y otros tantos compañeros, la Bordó del Sarmiento se ha ganado un lugar de referencia a nivel nacional en el sindicalismo combativo.

El carácter unitario de la Bordó se expresa más allá del gremio ferroviario, construyendo y formando parte de la coordinación del sindicalismo combativo en todo el país. Por eso fue parte fundamental del encuentro de Lanús en junio pasado, junto al Sutna, los Suteba Multicolores, ATEN Capital, Ademys, entre otros. Y ha participado en primera fila de todas las luchas y los paros nacionales y movilizaciones contra el ajuste de Macri, los gobernadores y el FMI. Junto con ello, la Bordó se enorgullece de estar a la cabeza en la lucha por los derechos de la mujer trabajadora. Organizando a las compañeras, dando la pelea y ganando que ingresen a especialidades en las que hasta ahora su presencia estaba vedada.
Para fortalecer un polo opositor y dar pelea a la Verde, también nos presentamos junto con otras agrupaciones en el Belgrano Norte (Lista 4) y en el Mitre (Lista 3). Igualmente, en el NCA (Lista 3), donde se logró la unidad de la oposición con representación en las cinco provincias que abarca la empresa después de doce años de elecciones con la oposición dividida, con la consigna “unidad contra el ajuste y asambleas para luchar”.
Por todo ello, votar por la Bordó en estas elecciones de cuerpos de delegados es el camino para enfrentar a la burocracia. Y volver a ganar y así revalidar los títulos en el Sarmiento y dar una feroz pelea en otros ramales, que dará aliento a los compañeros de todas las líneas para seguir organizándose y avanzar en la lucha contra el gobierno, la patronal y la burocracia.

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El 7 de noviembre se realizarán elecciones de cuerpos de delegados en la Unión Ferroviaria. En el Sarmiento a la disputa de la lista Bordó encabezada por Rubén “Pollo” Sobrero contra la patronal y la burocracia Verde de Sasia y Pedraza, se agrega la aparición de un agrupamiento divisionista, Encuentro Ferroviario lista Negra.

Escribe Gabriel Massa

La lista Negra, conformada por PO, MST, PTS y algunos ex delegados de Emfer, acusa a la Bordó de ser una conducción burocrática al igual que la Verde y una de las responsables de dejar pasar el ajuste en el ferrocarril. Aunque parezca ridículo escuchar estas afirmaciones, en su primer volante dicen: “Creemos en otro modelo sindical distinto al de estas conducciones gremiales que dejan pasar el ajuste y hacen oídos sordos al reclamo de la base” (volante Encuentro Ferroviario). Mientras que el PO reafirma esta conclusión al referirse a la lista Negra: “Se basa en una clara delimitación de la Bordó que dirige la seccional, en relación a su política de adaptación a la burocracia central en torno al convenio flexible, al rescate de la paritaria a la baja de Sassia” (Prensa Obrera, 18/10/18).

Estas acusaciones son absolutamente falsas. No coinciden con el accionar del cuerpo de delegados de la Bordó y su trayectoria de lucha contra los distintos gobiernos, las patronales y las traiciones de la Verde que lo han ubicado como una de las principales referencias del sindicalismo combativo. La prueba está en que mientras en el resto del gremio ferroviario se han sufrido más de 2.000 cesantías en los últimos años, en el Sarmiento prácticamente no ha habido despidos. A esto se suman los permanentes reclamos que hace sistemáticamente la Bordó exigiendo la reapertura de paritarias en defensa del salario y contra la entrega del convenio por la conducción de la Unión Ferroviaria. También hay que recordar el apoyo a la lucha contra el cierre de Emfer y la pelea por incorporar al Sarmiento a sus trabajadores manteniendo sus categorías (ya que pertenecían al convenio metalúrgico y pasaron al ferroviario) que se dio cuando se perdió el conflicto y cerró la fábrica. Algo totalmente distinto de lo que sufrieron los compañeros en otros ferrocarriles. Párrafo para destacar merece la lucha de las mujeres de la Bordó que se viene fortaleciendo con el logro de la primera mujer mecánica de trenes, como parte de una pelea más general por el cupo femenino y por la igualdad laboral. Así, de 18 mujeres que había en el Sarmiento cuando empezó la lucha, ya llegamos a casi 400. La Bordó viene dando una gran pelea contra la privatización del ferrocarril. Votó en asambleas masivas el proyecto de reestatización bajo gestión de los trabajadores presentado en el Congreso por el FIT. Además, denunció los subsidios que recibía Cirigliano del gobierno kirchnerista y el desfinanciamiento que provocó la masacre de Once, jugando junto a los familiares un rol central en la exigencia de cárcel a los culpables. Y cuando se produjo el asesinato de Mariano Ferreyra fue el único ramal que paró contra Pedraza.

Otra de las mentiras de la lista Negra es que la Bordó es “antidemocrática” porque supuestamente avalaría el método de elección de delegados por “listas sábana”, cuando es el tramposo estatuto de la Unión Ferroviaria el que impone ese mecanismo, contra el que la Bordó lucha, reclamando la democratización del gremio.
Los integrantes de la lista Negra, consecuentes con el razonamiento de que la Bordó es igual que la burocracia, en ningún momento estuvieron dispuestos a hacer una lista común. Así lo afirman, también, en su primer volante: “No pretendemos ´apertura de listas´, roscas por cargos o falsas discusiones” (volante Encuentro Ferroviario). Por eso nunca tomaron contacto con la conducción de la Bordó, ni tampoco plantearon el tema en las reuniones del sindicalismo combativo, donde participan la mayoría de las corrientes de izquierda que participan de la Negra. Lo que queda claro es que en ningún momento quisieron ser parte o apoyar el proceso de lucha que viene llevando adelante la Bordó desde hace varios años en el único ferrocarril que dirige una lista combativa. Por eso, desde el primer momento se apresuraron a lanzar su “lista sábana” tratando de confundir que habían elegido a sus candidatos en la base con volantes donde se ataca más a la Bordó que a la patronal y a la Verde.
PO, MST, PTS y algunos ex delegados de Emfer, en vez de apuntalar y ayudar al desarrollo de la Bordó, referente nacional en la lucha contra la burocracia sindical y por una nueva conducción democrática y combativa, dividen a los luchadores ya que la igualan con la burocracia de la Verde. Se trata de una política divisionista que sólo favorece a la burocracia sindical, a la patronal y al gobierno.

Es llamativa la incoherencia de estas agrupaciones políticas cuyos militantes integran este agrupamiento contra la Bordó en el Sarmiento, pero conforman listas comunes con la Bordó en el Mitre y en el Belgrano Norte. Y también es contradictorio con lo que el plenario del sindicalismo combativo pretende realizar: una coordinación genuina y unitaria para desarrollar una nueva dirección de la clase trabajadora junto al cuerpo de delegados encabezado por Sobrero y la Bordó, el Sutna, Ademys y otras representaciones combativas como referencias nacionales ante la traición de la burocracia sindical.
Las consecuencias de políticas divisionistas de este tipo ya se vieron anteriormente en el gremio ferroviario. Por ejemplo, la seccional del Mitre (Victoria) se perdió hace años a manos de la burocracia Verde cuando el MST rompió la lista del sindicalismo combativo para presentarse con su propio agrupamiento.

Posiciones divisionistas similares las hemos combatido junto con PO y MST, tal el caso de docentes en Neuquén, donde el PTS rompió con la lista Multicolor, pretendiendo debilitar a la combativa seccional Capital y la lucha contra la burocracia Celeste kirchnerista en la disputa por la dirección de ATEN provincial. Sin embargo, en el caso del Sarmiento, tanto el PO como el MST terminan en una posición divisionista similar.
Llamamos a todos los sindicatos y cuerpos de delegados combativos y opositores, como el Sutna, los Suteba Multicolores y AGD UBA, entre otros, a repudiar estas políticas divisionistas y mezquinas, que privilegian los intereses de aparato de las distintas organizaciones por encima de las necesidades de los trabajadores. La realidad ha demostrado que donde el sindicalismo combativo se une, respetando la representatividad de las distintas corrientes y dirigentes, se logran grandes avances en la lucha contra la patronal y la burocracia y en la construcción de la nueva dirección que necesitamos los trabajadores.

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