Jul 17, 2024 Last Updated 6:38 PM, Jul 16, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Gabriel Massa

Un tercio de los argentinos están hundidos en la pobreza. Siguen los tarifazos y este invierno el gas costará casi el doble que el año pasado, con una inflación que continúa creciendo. Mientras, los salarios, las jubilaciones y el empleo siguen cayendo en picada. Parece una locura que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, diga que “lo peor de la crisis ya pasó”.

“Esta mañana lo escuché a Peña [el jefe de gabinete de Macri] en la radio y decía que está todo fantástico, maravilloso, y no es cierto, no es verdad, tienen que admitir y poner los puntos sobre las cosas que no funcionaron”. Lo dijo Mirta Legrand. A la diva, autodefinida como de Cambiemos y amiga de Macri, nadie puede acusarla de opositora. Pero ella, igual que millones que votaron por Macri, no puede dejar de reconocer el desastre que sigue produciendo su política de entrega al FMI y los buitres.

Nada menos que un 75% de la población está en contra de esa política según una encuesta publicada por La Nación.
La primera razón de que son tan pocos los que creen que “lo peor de la crisis ya pasó” es que la caída de la economía y del empleo y la incesante subida de los precios y los tarifazos golpean a esa amplia mayoría, compuesta por trabajadores ocupados y desocupados, amas de casa, jubilados, cuentapropistas y pequeños comerciantes.

El capitalismo de los saqueadores está hundiendo a la Argentina

Pero detrás de esa realidad que sufrimos la mayoría de la población hay dos cuestiones de fondo: el saqueo de los banqueros, los fondos buitres y las multinacionales avanza como nunca y ramas enteras que han sido centrales en la economía capitalista se están hundiendo.

Del saqueo que promueve y facilita el gobierno de Cambiemos hay datos evidentes, como que en 2018 hubo fuga de capitales por 30.000 millones de dólares y en los próximos tres años hay 150.000 millones de dólares de vencimientos de la deuda externa. Mientras las concesionarias de los servicios públicos como Edenor y Edesur siguen ganando a manos llenas con los tarifazos (reafirmando su política, Macri nombró en febrero en la Secretaría de Recursos Renovables y Mercado eléctrico a su amigo Juan Garade, ex CEO de Edenor), las petroleras como Shell y Exxon reciben inmensos subsidios. Al mismo tiempo las multinacionales mineras como Barrick Gold se llevan el oro y el litio prácticamente sin pagar un centavo de impuestos, y los fondos de inversión con sus pools de siembra se han apoderado del principal negocio del país, la exportación de soja.

Del derrumbe de ramas claves de la economía hay un dato catastrófico: entre febrero de 2018 y febrero de 2019 la producción industrial cayó 8,5 por ciento. Dentro de esta caída general se destaca la producción automotriz, que ha bajado a menos de la mitad. De las doce empresas que están en el país solo cuatro tienen un nivel de producción que les permite mantenerse. A esto hay que agregar una caída de 49% de la producción de televisores y electrónica, 50% en siderurgia, 59,5% en maquinaria agrícola y 69,4% en la fabricación de motocicletas.Y por supuesto que los patrones y el gobierno descargan la crisis sobre los trabajadores con cierres, despidos, suspensiones, recortes y baja salarial.

Aspirina o solucionesde fondo

Como bien dijo en el Congreso nuestra diputada Mónica Schlotthauer, frente a este desastre del capitalismo la propuesta de Kicillof, Lavagna y otros dirigentes peronistas, de “renegociar con el FMI” o retrotraer las tarifas sin tocar a las concesionarias de servicios y las grandes empresas, es como querer curar un cáncer con una aspirina.

Lo que esta situación requiere son medidas de fondo, como venimos proponiendo desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda, empezando por la ruptura con el FMI y el no pago de la fraudulenta deuda externa contraída por todos los corruptos gobiernos capitalistas. Junto con ello es fundamental la reestatización de todos los servicios privatizados y la estatización de la banca, las finanzas y el comercio exterior y los recursos naturales bajo control de los trabajadores. Con todos esos recursos, lanzar un gran plan de obras públicas que garantice trabajo para todos, con salarios que cubran la canasta y el 82% móvil para los jubilados. Y para aplicar ese plan, que gobiernen los que nunca gobernaron, los trabajadores y la izquierda.

Con un gobierno como el de Cambiemos o del peronismo, y sin medidas de fondo como las que propone la izquierda, “lo peor de la crisis” que Dujovne dice que ya pasó seguirá estando por delante. Con la política que propone la izquierda podemos evitar esta catástrofe.

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Escribe Guido Poletti

La marcha de la semana pasada fue una expresión patética de la crisis en la que está inmersa la burocracia sindical en todas sus alas. Esto es producto de la tregua que le viene dando al gobierno para dejar pasar el ajuste, lo que provoca un fuerte cuestionamiento de la base trabajadora. Y también de la propia crisis del peronismo, con la que se encuentran alineados en sus diferentes proyectos.

Una imagen vale más que mil palabras. El jueves pasado estaba convocada una jornada de protesta de la CGT, a la que adherían las CTA, la Corriente Federal y el moyanismo. Fue un aquelarre por donde se lo mire. La actual cúpula de la CGT, Daer y Acuña, más preocupados por no pelearse con el gobierno que otra cosa, trataron de hacer lo imposible: que “no se notara mucho”. Para eso convocaron a marchar desde Once hasta la 9 de Julio, con un final donde no hablaría nadie ni se leería documento alguno. Peor aún, ni escenario habría, ante el temor de que el repudio popular repitiera las escenas del “robo del atril” de marzo de 2017. Para desdibujar más aún el reclamo, lo plantearon como una marcha “multisectorial”, donde los reclamos obreros aparecían mezclados con otros de diversas patronales.

Moyano, la Corriente Federal y las CTA convocaron en otro lado, mayoritariamente en el Congreso, supuestamente para hacer un discurso donde se le pondría fecha a un paro general. Cosa que no ocurrió.

La escena de columnas de diversos gremios, compuestas en su mayoría por el aparato burocrático, “deambulando” por el centro de la ciudad, con distintas convocatorias en distintos horarios, en una jornada donde no había paro, fue la imagen del día. Así se vio a la Uocra, al Smata, a Camioneros, a Comercio, que nunca terminaron de juntarse en una columna común.

Todo esto contrastó, sin duda, con el planteo claro, sencillo y directo del plenario del sindicalismo combativo: juntarse en el Obelisco, marchar a Plaza de Mayo y ahí montar un acto exigiendo un paro nacional y plan de lucha contra el ajuste. Así de sencillo. Tanto que hasta los medios de comunicación, ante el vacío dejado por la burocracia, terminaron transmitiendo en vivo lo que se decía desde el palco del sindicalismo combativo en Plaza de Mayo.

Se refleja, entonces, la profundísima crisis en que se encuentra sumida la burocracia sindical de todo pelaje. Que se encuentra profundamente cuestionada en la base: no enfrenta el ajuste y lo deja pasar, no apoya las luchas que se dan, las aísla. Esta ha sido su política a lo largo del gobierno de Macri. Y en esto reflejan la crisis en que se encuentran sumidos los proyectos políticos patronales a los que responden sus distintas alas. Siendo más concreto: la propia crisis del peronismo.

Por un lado tenemos a Daer y Acuña, “lo que quedó” de lo que en su momento fue el triunvirato de conducción de la CGT. Claramente fueron y son los que más hicieron para garantizarle la paz social al gobierno. Son parte del sector los que hoy reciben los 13.000 millones de pesos, supuestamente para las obras sociales de manos de Macri. Los que, luego de cada paro general convocado ante la presión de las bases, hicieron lo imposible para que no hubiera continuidad. El propio Daer, días pasados, insistió con que “no hay consenso en el movimiento obrero para un paro”, como si hubiera consultado a alguien. Hoy muchos de sus dirigentes se referencian en los distintos candidatos del peronismo federal, principalmente en Massa o Roberto Lavagna.

Por fuera de esto están Moyano y la Corriente Federal. Posando de más “combativo”, este sector también aportó a la tregua. Para citar un solo ejemplo: cuando se discutía en el Congreso nada más ni nada menos que el presupuesto de ajuste para 2019, se jugaron a fondo a desmovilizar, vaciando la convocatoria o cualquier llamado a paro, “canjeándola” por una misa en Luján. Lo mismo vale para las CTA, que a lo largo de estos años, dividieron y desmovilizaron todas las luchas en los gremios en los que les toca dirigir, como docentes y estatales en particular. En todos estos casos, Moyano, Corriente Federal y CTA, subordinaron totalmente la pelea contra el ajuste al objetivo electoral del kirchnerismo de “hay 2019”.
La burocracia sindical en sus distintas variantes, en síntesis, llamó y llama a no pelear, planteando hoy a cambio reemplazarlo por “votar” a alguna de las variantes de los candidatos patronales del peronismo.

Nada podemos esperar los trabajadores de estos burócratas. La única salida pasa por construir una nueva dirección sindical y política para la clase trabajadora, democrática y combativa, como lo venimos realizando desde el sindicalismo combativo y el Frente de Izquierda.

Frases increíbles

- Daer: “No tenemos logística para ir a Plaza de Mayo”.
- Yasky: “Este año no es buen momento para hacer un paro”.
- Caló: “El paro siempre está a la vuelta de la esquina. Solo hay que encontrar la esquina”.
- Paro en feriado: “La Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte ha resuelto no prestar servicio el 1º de mayo en conmemoración de los mártires de Chicago”.

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Escribe Martín Fú

A diferencia de la CGT y las CTA, el sindicalismo combativo marchó a la Plaza y realizó una jornada de lucha con consignas propias del movimiento obrero, en abierta denuncia y confrontación al ajuste de hambre de Macri y los gobernadores y la tregua de la burocracia sindical.

El mal clima y la lluvia no pudieron evitar que miles de trabajadores y activistas concentremos en el Obelisco para luego marchar a Plaza de Mayo, previo paso en el punto de reunión de algunos de los gremios enrolados en la CGT al canto de “paro general”. En una jornada donde estuvieron presentes los ferroviarios del Sarmiento, que vienen de parar reclamando justicia por la muerte de Sebastián Carranza; el Sutna que se le plantó a la patronal de Madanes evitando despidos; los docentes de la Multicolor que vienen dando una pelea contra el acuerdo salarial de Vidal y Baradel; junto a estatales, judiciales, trabajadores de la salud, entre otros, desplegando una extensa y colorida columna de varias cuadras.

Lamentablemente los compañeros del PTS decidieron no formar parte de esta jornada de lucha. Rubén “Pollo” Sobrero, secretario general de la Unión Ferroviaria Seccional Oeste y uno de los principales oradores del acto, recalcó que “acá en este acto no tenemos miedo que nadie se suba a robar el atril, está lo mejor que ha dado la clase obrera y hacemos un llamado a todos los trabajadores a unirse”. Luego se refirió a las conducciones sindicales por no llamar al paro general y plan de lucha al afirmar que “dicen que no hay condiciones para llamar a un paro, quizá sea porque tenga 13.000 millones para no convocarlo, porque es la plata que le dio el gobierno. Es una mugre que va a quedar en la historia como los grandes traidores del movimiento obrero”. Finalmente sentenció que “todos los días doce mil compañeros nuestros entran en la pobreza y en los gremios donde dirige la burocracia los despidos pasan con su complicidad y esos trabajadores no encuentran dónde referenciarse para pelear. Si este gobierno aplica un brutal ajuste lo hace con la complicidad de los burócratas de la CGT, los senadores, el PJ, que nos dicen que hay que aguantar hasta octubre. A eso le decimos que no, que tenemos que ir a un paro general para derrotar el plan del gobierno”.

Jorge Adaro, secretario general de Ademys, distinguió por su parte el carácter de clase de la convocatoria del sindicalismo combativo, en medio de una jornada de paro docente de 48 horas, y recordó el fusilamiento de Carlos Fuentealba en Neuquén, en un nuevo aniversario de su asesinato, destacando que “el peronismo no está dispuesto a romper el acuerdo con el Fondo Monetario o dejar de pagar la deuda externa, por eso es la izquierda la que tiene que postularse como la expresión y alternativa de la clase trabajadora. Esta plaza no la regaló nadie, es la plaza de los que luchan y son el sindicalismo combativo y la izquierda los que hoy dicen presente”.

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Escribe José Castillo

Hay una crisis ya crónica en el peronismo. Donde más se expresa es en la proliferación de candidatos presidenciales: Cristina, Lavagna, Massa, Pichetto, Urtubey, Solá, Scioli… y siguen los nombres. Pero ninguno ofrece una salida que resuelva las necesidades del pueblo.

Hoy resulta imposible, a diferencia de otras épocas, hablar del “PJ”, ya que proliferan diversas siglas como Unidad Ciudadana, Frente para la Victoria, Alternativa Federal o los distintos nombres que cada referente elige en su provincia. Los distintos sectores del PJ pretenden presentarse como alternativa ante la bronca creciente y la ruptura de cada vez más sectores con Cambiemos. Claro que, aun en ese aspecto, no empezó bien el año: las elecciones de Neuquén y Río Negro los tuvieron como un claro derrotado frente a los respectivos partidos provinciales.

Kirchnerismo: de “resistiendo con aguante” a “no se puede romper con el FMI”

El peronismo kirchnerista, con la candidatura de Cristina, aparece como el sector más fortalecido y claramente al que mejor le va en las encuestas presidenciales. El desastre macrista les permite jugar con la consigna “con Cristina estábamos mejor”, pero sería falso decir que en ese momento los trabajadores estábamos bien. Es que cuando ellos gobernaron también había un tercio de los trabajadores en negro, la inflación (aunque disfrazada) se comía los salarios, las privatizadas se llevaban millones en subsidios, los bancos ganaban hasta el extremo de que la propia Cristina llegó a decir “se la llevan con pala” y los acreedores externos cobraron en efectivo 210.000 millones de dólares (todo un récord) durante su mandato.

Pero el kirchnerismo, a lo largo de estos años, no hizo otra cosa que combinar grandes y vociferantes discursos contra el macrismo, con una política de desmovilización en cuanta lucha tuvo injerencia. El “resistiendo con aguante” y el “vamos a volver” de sus consignas, eran combinadas con “hay 2019”, para (con esa excusa) negarse a unificar o potenciar las luchas contra el ajuste de Macri. Y, a su vez, donde les tocó gobernar, y el caso más claro fue Santa Cruz con Alicia Kirchner, llevaron adelante planes de ajuste más duros aún que los de Macri.

En el último período, justamente cuando el gobierno nacional acordó el feroz plan de ajuste con el Fondo, los kirchneristas archivaron toda su prédica anti-FMI ( llegaron hasta a hacer un acto en una fecha patria) para reemplazarla por las expresiones de Axel Kicillof o Agustín Rossi de que “no se puede romper con el Fondo”, “hay que respetar el acuerdo”, “el FMI cambió, ya no es lo de antes y se puede renegociar para tener un programa de redistribución de riqueza”, por citar solo algunos argumentos. Llegaron incluso a reunirse con los peores fondos especuladores acreedores de deuda (el Grupo Templeton) para garantizarles que, si acceden al gobierno, cumplirán a rajatabla con los pagos de cada vencimiento.

Alternativa federal: de votar las leyes de ajuste al intento de crear un discurso opositor

Si algo unifica a este sector (con candidatos como Massa, Pichetto o Urtubey y el claro apoyo del peronismo cordobés de Schiaretti) es que todos ellos arrancaron la gestión macrista como sus grandes aliados. Massa incluso viajó al Foro de Davos con el presidente. Fueron ellos quienes le garantizaron la inmensa mayoría de los votos para que se aprobara el pago a los fondos buitres, la reducción de las jubilaciones o el presupuesto de ajuste de 2019.

Ahora, dándose cuenta de que “el negocio” es captar la bronca anti-Macri, giraron para dar discursos opositores. Por supuesto que garantizándole al establishment local e internacional que ellos son “serios”, que van a cumplir con el FMI y los pagos de deuda y a realizar las “reformas estructurales necesarias”, eufemismo que esconde que están a favor de la flexibilización laboral y el ajuste jubilatorio.

Lavagna y la “unidad nacional” para que siga el ajuste

Sorpresivamente, la propia crisis del peronismo (y también de sectores patronales que hasta ayer nomás jugaban con Macri y ahora tienen miedo de hundirse con el propio gobierno) desempolvó la figura de Roberto Lavagna. El viejo economista se presenta como un peronista que “dialoga” con los radicales, otro día aparece como parte del peronismo federal, pero inmediatamente insiste en que no participará de su interna, sino que él está para “algo más amplio”. Lavagna plantea una “unidad nacional” que quiere sumar a la mayoría del peronismo, a sectores importantes del radicalismo (como Ricardo Alfonsín y Storani) y a la centroizquierda (el PS de Santa Fe y Margarita Stolbizer, por ejemplo). Su pata sindical está encabezada por Luis Barrionuevo y agrupa a un sector de lo más podrido y desprestigiado de la burocracia. Su propuesta, muy similar a la de la Iglesia, es juntar a todos (léase burócratas sindicales, patronales empresarias industriales y del campo y cultos religiosos) en un “gran acuerdo” o pacto. ¿Para qué? Igual que todos: para cumplir con el ajuste del FMI, seguir pagando la deuda y (le agrega explícitamente Lavagna) ver cómo se hacen las “reformas estructurales”, laboral y jubilatoria.

El peronismo no es salida

Como vemos, todos estos sectores no son más que las alas de distintos proyectos patronales. De una forma u otra, con un solo candidato, dos o tres, con o sin Cristina, el peronismo se presentará a las elecciones presidenciales tratando de convencer que es “la alternativa popular” anti-Macri. Desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda somos tajantes: esa no es una salida que le sirva a los trabajadores. Serán los nuevos “administradores del ajuste”, sometidos a los dictados del FMI y pagadores seriales de la deuda externa. Por eso insistimos: la única salida es el Frente de Izquierda, con su programa claro y contundente: romper con el Fondo y suspender inmediatamente los pagos de deuda, nacionalizar la banca y el comercio exterior y reestatizar las privatizadas, para así tener los recursos para empezar a resolver las más urgentes necesidades populares de salario, trabajo, educación, salud y vivienda.


Lavagna, a favor de la flexibilización laboral

Se la pasa diciendo que todavía no es “candidato a nada”. Pero, como acuerdan todos los analistas, está lanzado de lleno a reuniones al mejor estilo “campaña electoral”. En ese mundo de indefiniciones va dejando algunas afirmaciones claras: su llamado a una mesa de diálogo con patronales y la Iglesia, su garantía de que no romperá con el Fondo y su oposición a la legalización del aborto.

Ahora salió con una declaración escandalosa, dijo que era fundamental avanzar en la reforma laboral, “modernizando” las relaciones laborales. El mismo eufemismo que usa Macri para referirse a la flexibilización laboral. En concreto, arrasar con los convenios colectivos y las conquistas de la clase trabajadora, hacer más barato despedir y “abaratarle” el costo laboral a las patronales. Una vergüenza.

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Se van a cumplir cinco años desde que los 140 trabajadores de Cerámica Neuquén autogestionan, sin ningún tipo de auxilio financiero, la producción de la planta de Villafranca. Hoy, ante el acecho de un nuevo peligro, y en defensa de los puestos de trabajo, el FIT está junto a los trabajadores ceramistas participando en una numerosa multisectorial con el concejal Manuel Sánchez y la legisladora Agélica Lagunas. Es que dos causas judiciales pesan sobre la gestión obrera. Una es el concurso de acreedores, vigente en la actualidad, abierto mientras la patronal tenía el control de la fábrica. El otro es el juicio realizado por un grupo de ex trabajadores contra la patronal por sus haberes no cobrados y que desembocó en la resolución de un juez de solicitar el remate de la planta para cubrir esa deuda, generando la posibilidad concreta del desalojo por la fuerza para ejecutar ese remate.

Ante esta amenaza, desde la Multisectorial se ha decidido acompañar a los obreros para evitar el desalojo y exigir una solución de fondo a los reclamos de expropiación de la planta. Seguimos el ejemplo de 2002 cuando defendimos el intento de desalojo de cerámica Zanón. Como parte de esta lucha solidaria el miércoles 3 de abril se realizó una movilización acompañando a los obreros al tribunal y a la Secretaría de Trabajo provincial. Este plan de acción, encabezado por los ceramistas, dio sus primeros frutos, porque se ha logrado abrir una instancia de negociación junto a la patronal ofreciendo que se divida el predio de la fábrica, otorgando a los obreros el control sobre la nave de producción y los depósitos, y reservando para la patronal unas tres hectáreas del terreno para que los pueda vender y pagar las deudas que incluyen las indemnizaciones a los obreros que las están reclamando. Seguiremos junto a los trabajadores hasta que quede en firme la titularidad de la planta productiva.

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