Jul 16, 2024 Last Updated 9:12 PM, Jul 15, 2024

Izquierda Socialista

La diputada Mercedes Trimarchi, junto a compañeras de Isadora (SUR) en el primer día del juicio por el femicidio de Anahí Benitez en Lomas de Zamora

Condenado en 2011 a 22 años y 6 meses de prisión por crímenes de lesa humanidad solo cumplió 8 años de condena. Fue liberado a pesar de las pericias que lo consideran un peligro para terceros. Reside en Nother 602, Dto1, Adrogué.
Viernes 21 de febrero a las 17. Convocan organizaciones políticas y sociales.

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La pregunta que titula esta nota se la formuló la canciller alemana Merkel a Alberto Fernández en su reciente gira por Europa. Acá damos nuestra postura.

Escribe Guido Poletti

En la cena donde Angela Merkel agasajó a la delegación argentina hace un par de semanas, la canciller le preguntó directamente a Alberto Fernández: “¿Qué es el peronismo? ¿Es de izquierda o de derecha?”.
Es una pregunta que recorre tres cuartos de siglo. El peronismo nació como un movimiento nacionalista burgués, que se enfrentó, con todas sus contradicciones, al imperialismo yanqui en ascenso tras la segunda guerra mundial. Para eso se apoyó en el movimiento obrero, al que le otorgó las mayores concesiones de toda la historia argentina. En esos años del “primer peronismo” los trabajadores obtuvieron el aguinaldo y las vacaciones pagas, el salario mínimo vital y móvil, el estatuto del peón, el descanso semanal y los feriados de cumplimiento obligatorio, la estabilidad y la protección contra los despidos, el fuero laboral, etcétera. Se construyeron enormes hospitales y complejos de viviendas populares, hoteles sindicales y colonias de vacaciones. Se nacionalizó la banca, se instituyó el IAPI (una nacionalización parcial del comercio exterior) y se crearon una importante cantidad de empresas públicas, como Ferrocarriles Argentinos, Aerolíneas o Gas del Estado. Perón pudo hacerlo sin modificar las estructuras más profundas del capitalismo gracias a que la Argentina de entonces contaba con una enorme acumulación de riquezas, tanto del período anterior a 1930 como por la propia coyuntura de posguerra.

Perón siempre fue un líder burgués que defendió el capitalismo. El mismo lo expresó en un famoso discurso en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires: “Yo no creo que la solución de los problemas sociales esté en seguir la lucha entre el capital y el trabajo [...] Piensen en manos de quienes estaban las masas obreras argentinas, y cuál podía ser el porvenir de esa masa, que en un crecido porcentaje se encontraba en manos de comunistas [...] Se ha dicho, señores, que soy un enemigo de los capitales, y si ustedes observan lo que les acabo de decir no encontrarán ningún defensor, diríamos, más decidido que yo, porque sé que la defensa de los intereses de los hombres de negocios, de los industriales, de los comerciantes, es la defensa misma del estado.”

El golpe gorila del 55 y la resistencia

La autodenominada “revolución libertadora” derroca al peronismo en setiembre de 1955. Fue un golpe reaccionario, proyanqui y clerical. Los planes de semicolonización del continente del imperialismo norteamericano eran incompatibles con las conquistas obreras alcanzadas. El gobierno gorila, de la mano del imperialismo, quiso acabar de un solo golpe no sólo con las conquistas obreras, sino con la propia organización sindical: las comisiones internas y lo cuerpos de delegados. La clase trabajadora resistirá con uñas y dientes, dando lugar, entre los años 1956 a 1959, a una de las páginas más gloriosas de su historia, con huelgas, ocupaciones de fábricas, movilizaciones, asambleas multitudinarias y la aparición de una nueva vanguardia que, a la vez que reclamaba la vuelta del peronismo procripto, defendía combativamente lo que se le trataba de quitar.  

La integración del peronismo al régimen y el gobierno 1973-76

Lentamente, durante la década del ‘60, el peronismo buscó reintegrarse al régimen político. El salto definitivo se producirá después del enorme ascenso obrero y popular de 1969, comenzado con el Cordobazo. Peronistas, radicales y la dictadura militar de entonces se juntan en el “Gran Acuerdo Nacional”. Perón debía volver para frenar el ascenso y la radicalización de masas. Así se llega al gobierno peronista de 1973-76. Lo que empezó con un “pacto social” que no le permitió a los trabajadores recuperar lo perdido, culminó en el intento de ajuste más feroz: el Rodrigazo. El gobierno peronista fue a fondo contra la resistencia obrera a esas políticas con López Rega, Isabel y las Tres A.

El menemismo, el “argentinazo” y el kirchnerismo

El peronismo volvió al poder en 1989 con Menem, luego de la hiperinflación de Alfonsín. Llevó adelante la más feroz ofensiva contra la clase trabajadora. La entrega no tuvo límites. Se privatizaron todas las empresas públicas a precio de remate, creció astronómicamente la desocupación y los salarios y condiciones de vida de los trabajadores y demás sectores populares se fueron a pique.
La resistencia obrera y popular a todo esto culmino en el “argentinazo” de diciembre de 2001, que tiró al gobierno de la Alianza de De la Rua y fue un golpe mortal al régimen político de conjunto. “Que se vayan todos” y “sin peronistas ni radicales vamos a vivir mejor”, eran consignas coreadas por millones en las calles.
Néstor primero y Cristina después “leyeron” correctamente el desafío del argentinazo. Se dieron la tarea de reconstruir el régimen político. Por eso ellos, que en la década anterior habían sido pilares de la defensa del menemismo, giraron 180 grados su discurso: los derechos humanos, el acercamiento a los gobiernos de centroizquierda o “bolivarianos” de Latinoamérica e incluso cierto enfrentamiento contra grupos locales (como la pelea con el multimedio Clarín) ocuparon el centro de la escena. Pero el kirchnerismo no fue nunca, en la realidad, la vuelta a aquel movimiento nacionalista burgués del primer peronismo. Los Kirchner pagaron puntillosamente la deuda externa (“somos pagadores seriales” confesó Cristina), nunca derogaron la ley de entidades financieras de la dictadura (“los bancos se la están llevando en pala”, fue otra frase de la ex presidente), profundizaron la extranjerización y concentración de la economía, manteniendo las privatizaciones menemistas e incorporando nuevas multinacionales al saqueo, como las de la megaminería. Después de la recuperación que tuvo la economía en los primeros años, producto de que se había dejado de pagar la deuda en 2001 y de la coyuntura de los precios favorables de la soja, volvió con todo el ajuste, afectando salarios, jubilaciones, creciendo el trabajo en negro, el desempleo y la pobreza, mientras el gobierno lo ocultaba truchando los números del Indec. Por eso sufrieron el voto castigo de 2015, que llevó a Macri al poder.

¿Y ahora qué?

Tras el desastre macrista, con Alberto Fernández el peronismo está otra vez en el gobierno. “Los peronistas son quienes mejor administran la economía y el Estado en la Argentina”, le respondió Alberto Fernández a Merkel. Quiere decir que se postulan para garantizarle al imperialismo y a las grandes multinacionales que pueden hacer funcionar el capitalismo argentino. Por eso se comprometen a pagar la deuda externa, a continuar el acuerdo con el FMI y a darle garantías a las multinacionales para que continúen el saqueo de nuestras riquezas, como se plantea con Vaca Muerta o con el litio.
Más allá de las expectativas abiertas tras el desastre macrista, o incluso de la pertenencia histórica por el recuerdo de los “años peronistas de los 40”, ya nada queda de aquel movimiento que había sabido tener roces importantes con el imperialismo yanqui y levantado las banderas de la justicia social, la soberanía política y la independencia económica.
La tarea pendiente de la segunda independencia, que requiere dejar de pagar la deuda y romper con el FMI, nacionalizar la banca y el comercio exterior, reestatizar las privatizadas, son banderas y consignas que hoy sólo levanta la izquierda, la única capaz de plantear un programa, el del gobierno de los trabajadores y el socialismo, que resuelva las más urgentes necesidades populares.


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La dirigente ferroviaria y ex diputada nacional de Izquierda Socialista-FIT participó de la reunión de coordinación nacional de Conlutas, junto a los petroleros que realizan la segunda semana de huelga, contra el intento de privatización del gobierno de Bolsonaro.

Así mismo Schlotthauer dio una charla invitada por Lucha Socialista (sección simpatizante de la UIT-CI) en el sindicato químico de San José Dos Campos en San Pablo. También participó de la charla “Los desafíos de la lucha internacional de las mujeres”, organizada en Río de Janeiro por la CST (sección oficial de la UIT-CI).

Esta visita coincide con que   desde el 1° de febrero los petroleros han estado en huelga contra el cierre de la fábrica de fertilizantes en Paraná, los despidos y la privatización de la empresa estatal.
A pesar de los ataques del gobierno de Bolsonaro, la criminalización del Tribunal Superior del Trabajo (que quiere obligar a los petroleros a mantener el 90% del personal trabajando) y el boicot a los principales medios de comunicación, el movimiento ha crecido en los últimos días con más de 100 unidades paralizadas en todo el país.

Además de la huelga petrolera, está programado para el 18 de marzo, un día nacional de luchas, con paros en educación y en el Servicio Público Federal y huelgas de universitarios.
En estos momentos, de ataques por parte del gobierno de extrema derecha y el corrupto congreso nacional y patronal, es esencial seguir el ejemplo de los petroleros.

La epidemia del coronavirus, que tiene su epicentro en China, es un gran impacto mundial por su gravedad en pérdidas de vida. Pero también por las consecuencias económicas que tendrá para las masas del mundo. También la crisis del coronavirus muestra la realidad social de China y de la dictadura del Partico Comunista chino (PCCH). El régimen censuró las primeras advertencias de un médico y lo acusó de “perturbar severamente el orden social”. Semanas después moría infectado por el virus. Esto demoró la respuesta a la epidemia

Escribe Miguel Sorans, dirigente de Izquierda Socialista y de la UIT-CI.*

La epidemia comenzó en la ciudad de Wuhan en diciembre, pero las autoridades del gobierno chino recién en enero lo reconocieron. La ciudad de Wuhan tiene 11 millones de habitantes y es la capital de la provincia de Hubei. Allí se está produciendo la cuarentena más grande de la historia, porque en Hubei hay 56 millones de habitantes.

Hasta ahora la epidemia no se ha detenido y ya ha superado los 1.868 muertos en China, según las cifras oficiales del régimen. El promedio de 100 muertos por día en las vísperas pegó un salto el miércoles 12 de febrero, a 242 víctimas fatales. Al 18 de febrero, las autoridades hablan ya de más de 72.500 afectados. […]

Las causas del surgimiento y el desarrollo en China de este tipo de enfermedades, como fue en su momento el SARS (2003), la gripe aviar, y ahora el coronavirus hay que buscarlas en la crisis social que se crece en ese país desde el retorno al capitalismo.

Por datos que se han ido conociendo sobre los posibles orígenes del coronavirus, se puede sospechar que ha surgido en los populosos mercados públicos de Wuhan, en donde se venden animales vivos: desde pollos y cerdos hasta otras aves y reptiles, que en muchos casos son faenados en el momento. También se comercializan zorros, murciélagos y serpientes. Se cree que algunos de estos animales pudieron haber transmitido el virus. Desde el gobierno chino han querido justificar estas prácticas, totalmente insalubres y que están prohibidas en muchas partes del mundo, como una cuestión “cultural”  ancestral. Cuando en realidad este tipo de mercados, que se dan  allí y en otras partes del mundo, son fruto de la miseria y la desigualdad de los pueblos. Una tradición que viene de las miserias y las hambrunas que genera la explotación capitalista.
El surgimiento y el agravamiento de esta epidemia muestran la verdadera cara de la China capitalista actual, que el imperialismo y los medios de prensa burguesa la vienen elogiando como un ejemplo de “modernidad” del capitalismo. Por su parte la mayoría de la izquierda y de la centroizquierda mundiales, entre ellos el chavismo, el lulismo o el castrismo la elogian y reivindican como un ejemplo de un supuesto “socialismo de mercado del siglo XXI”. Cuando en realidad se están desnudando las contradicciones que vive China capitalista actual y sus tremendas desigualdades sociales, con unos 400 millones de ricos y de clases media alta, frente a más de 1.000 millones de trabajadores, mujeres y campesinos que viven explotados, en condiciones de hacinamiento y de misera. […]

El gobierno chino y los medios han querido mostrar “cierta eficacia”, difundiendo que se instaló un hospital en diez días. Cuando solo se trató de una improvisación desesperada buscando contrarrestar el deterioro de la salud pública que, clandestinamente, se está denunciando en China.

Muere por el virus el médico que alertó y fue censurado

La gravedad de la epidemia del coronavirus se pone en evidencia, además, por el manejo represivo y de censura de la dictadura del PCCH. Por eso los datos de fallecimientos e infectados son altamente dudosos. La única fuente de información es la mentirosa dictadura china. Pero cada vez más están trascendiendo denuncias y protestas vía las redes sociales.
El punto más alto que desató el crecimiento de las protestas del pueblo chino, es el caso de censura y represión al médico oftalmólogo Li Wenliang. Ya en diciembre  este médico de 34 años, que trabajaba en el hospital de Wuhan, fue el primero en advertir la presencia y agresividad del virus, y empezó a enviar mensajes a sus colegas alertando la gravedad y los peligros que se estaban desarrollando. El 30 de diciembre fue la primera alerta que no fue tomada en cuenta. Para peor, días después de empezar a conocerse la temprana advertencia, funcionarios de la oficina de seguridad pública (policías) se presentaron para advertirle a este médico que estaba “cometiendo una falta grave”. Lo obligaron a firmar una nota en donde lo acusaban de hacer “comentarios falsos” y de “perturbar severamente el orden social” (Clarín, Argentina 7/02/20). Lamentablemente el médico ya había contraído el virus y terminó falleciendo a mediado de enero, lo que provocó un tremendo impacto. Hoy está siendo considerado un héroe nacional por el pueblo chino a medida que se va conociendo su lucha.
La dictadura, al negar esta advertencia, probablemente profundizó el agravamiento de la epidemia. Tal ha sido la repercusión de estos hechos que el gobierno central tuvo que destituir a la cúpula del Partido Comunista de la provincia de Hubei y la ciudad de Wuha  para tratar de contener el odio popular.

El coronavirus y la negligencia capitalista global

No solo es repudiable la actuación de la dictadura china. Esta es parte de la negligencia del sistema capitalista imperialista  mundial que agrava toda forma de respuesta para que se evite la extensión de la epidemia y las pérdidas de vidas en el mundo.
Existe una disputa entre los distintos países capitalistas, y en particular de las multinacionales de productos farmacéuticos y laboratorios privados, para ser los primeros en descubrir una vacuna por su cuenta y tener una patente y lograr más ganancias con la venta de ese producto. Por ejemplo, “el gigante farmacéutico británico Glaxo Smith Kline (GSK) ya empezó a elaborar un proyecto. La carrera es veloz y el primero se llevará el premio mayor” (Clarín, Argentina, 5/02/20). […]
Más allá del punto pico que llegue a alcanzar la extensión de la epidemia, y ojalá sea el menor posible, habrá un agravamiento de la actual crisis económica capitalista. La gigantesca China está semiparalizada. Se verá afectado el comercio mundial y habrá una nueva caída de la producción. Las multinacionales van a querer hacer pagar ese costo a los pueblos del mundo. Los pueblos deben preparase para seguir enfrentándolos.

*Ver versión completa en www.uit-ci.org y en www.izquierdasocialista.org

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