Aug 02, 2024 Last Updated 3:38 PM, Aug 2, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Gabriel Massa

La mayoría de los activistas kirchneristas tienen como referencia a Hugo Yasky y Roberto Baradel, los dirigentes de la CTA y la Ctera, y a Sergio Palazzo, el líder de la Asociación Bancaria. Sostienen que son distintos de la burocracia tradicional de la CGT. Muchas veces hemos debatido en torno de la política y el rol de estos dirigentes y las organizaciones que encabezan -en gremios como el docente, estatales y otros-, criticando la ausencia de democracia en su funcionamiento y que no dan continuidad a la pelea contra el ajuste y dejan aisladas las luchas de los trabajadores, con el argumento de que las soluciones vendrán si votamos por los candidatos del kirchnerismo en las elecciones de 2019.

Pero ahora aparece en escena otro actor con el que se alía el kirchnerismo. Se trata del Frente Sindical para el Modelo Nacional, encabezado por dirigentes como el líder del Smata, Ricardo Pignanelli, y Hugo Moyano, junto al ya citado Palazzo. Este frente busca presentarse como una alternativa de lucha contra el ajuste de Macri. Para ello en su acto de lanzamiento exigió a la conducción de la CGT la convocatoria a un congreso confederal para votar un plan de lucha. Sin embargo, estos mismos dirigentes como próxima medida de acción han convocado a … una marcha a la Basílica de Luján para el 20 de octubre.

La distancia entre los discursos combativos de estos dirigentes y lo que hacen en la práctica no puede ser una sorpresa si se piensa de quién se trata: Pignanelli, el dirigente del Smata que estuvo junto al gobierno de Cambiemos hasta hace pocas semanas, que no movió un dedo en defensa de su gremio frente a los despidos y suspensiones masivas en las fábricas automotrices y que persigue con sus matones a todo activista o delegado honesto que se resiste a los ataques patronales; Moyano, el principal dirigente sindical que apoyó a Macri para que llegara a la presidencia, aunque ahora estén enfrentados.

Invitamos a los compañeros kirchneristas a reflexionar juntos. ¿El hecho de que estos dirigentes den su apoyo a Cristina y que lancen un movimiento sindical con discursos en favor de un plan de lucha significa que han cambiado su naturaleza? O por el contrario, como creemos nosotros, se trata de que, sin abandonar su política de freno a las luchas, buscan reubicarse junto al kirchnerismo con vistas a las próximas elecciones de 2019.
En definitiva, frente a todos los dirigentes que como salida nos proponen votar en 2019, los que de verdad quieren derrotar el ajuste tienen una alternativa: unirse a la izquierda y al sindicalismo combativo, con dirigentes honestos y democráticos como el Pollo Sobrero y el resto del cuerpo de delegados del Sarmiento y la Bordó, los que encabezan las seccionales docentes antiburocráticas, los dirigentes del neumático y tantos más que impulsan consecuentemente la pelea. Y con ellos construir la nueva conducción política y sindical que necesitamos para imponer una salida a la crisis a favor de los trabajadores y el pueblo.

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Escribe José Castillo

El Fondo Monetario Internacional es uno de los tres organismos (junto con el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio) con que el capitalismo imperialista garantiza su dominación económica sobre el planeta. Fue fundado en la conferencia de Bretton Woods, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial en 1944.
Las decisiones del FMI son tomadas por un directorio ejecutivo (“board”) en el que los países imperialistas tienen la mayoría absoluta (Estados Unidos es el que más votos tiene, acumulando el 16,75%; en el otro extremo todos los países de Latinoamérica juntos no llegan a 5%).

Todos los países miembros aportan cuotas al Fondo, que “teóricamente” las puede prestar ante situaciones de crisis económicas, con el objetivo de ayudar a esas naciones a resolverlas. En la práctica, el directorio ejecutivo decide a quién prestarle y le exige a cambio los llamados “planes de ajuste”. Estos consisten en violentos programas antipopulares que siempre incluyen bajas de salarios y jubilaciones, devaluaciones, recortes en salud y educación, y en muchos casos privatizaciones. Garantizando, de ese modo, la continuidad de las ganancias de las empresas y bancos transnacionales más importantes del mundo capitalista.

La Argentina, en la época del primer peronismo, no ingresó al recientemente creado FMI. Lo hizo recién en 1956, bajo el gobierno del general Aramburu, presidente de la “revolución fusiladora”. A partir de allí, nuestro país firmó 21 acuerdos con el FMI. Léase: 21 planes de ajuste, desde el primero en 1957 hasta el último de hace un par de semanas. En todos ellos perdieron los trabajadores, los jubilados y los demás sectores populares, y ganando los grandes empresarios, los banqueros y los monopolios agroexportadores.
A partir de 1982, cuando la dictadura militar generó la impagable deuda externa, los planes de ajuste del FMI tuvieron un único objetivo: pagarle a los acreedores. Así el Fondo obligó ajustar con el hambre y la miseria del pueblo, a que se vendiera todo el patrimonio nacional y que se pagara varias veces la fraudulenta deuda externa. Mientras tanto, siguió creciendo cual bola de nieve y hoy supera los 400.000 millones de dólares.
Esto fue, es y será el FMI al que se abraza el gobierno de Macri, repitiendo una historia ya vista muchas veces en los últimos 60 años.

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Escribe Juan Carlos Giordano Diputado nacional Izquierda Socialista/FIT

El nuevo pacto con el FMI no es solo más ajuste para el pueblo trabajador sino también más entrega, sometimiento y dependencia. Un avance en la colonización del país. La Argentina va a ser obligada a entregar todo el esfuerzo de millones de trabajadores para pagar una deuda perpetua que desangra a las presentes generaciones e hipoteca a las futuras. Hay que repudiar este pacto y seguir luchando por el no pago de la deuda y la segunda independencia.

Que la titular del FMI Christine Lagarde se haya dirigido desde Estados Unidos en conferencia de prensa junto al rastrero ministro de Economía, Nicolás Dujovne, hablando en otro idioma para anunciar el nuevo acuerdo con la Argentina, muestra a las claras el grado de sometimiento al que nos está llevando el gobierno de Macri con estos representantes de organismos internacionales explotadores y chupasangre. Muchos dijeron “Lagarde oficia de presidenta de los argentinos”. Si a esto le sumamos que Macri bailó la noche anterior en Nueva York con la vicedirectora ejecutiva de la fundación imperialista Atlantic Council en medio del brutal ajuste y de un nuevo paro general, confirma que este gobierno se abraza a los usureros y desprecia a millones de trabajadores.
Macri pasó a ser un títere directo del FMI y representante de los capitales extranjeros, las multinacionales, bancos y países imperialistas para aplicar un plan de ajuste y saqueo jamás visto.

Lagarde y Dujovne dijeron que el acuerdo “es para proteger a los más vulnerables”. ¿Se puede ser tan cínico e hipócrita? Al otro día Macri tuvo que reconocer que volvió a aumentar la pobreza (a casi 50% en provincias como Santiago del Estero). Ya antes había subido la desocupación (en la Argentina hay 7 millones de personas con problemas de empleo) y al mismo tiempo que crece el ajuste, aumentan minuto a minuto los fondos que se van del país para pagar una deuda externa usurera, ilegítima y fraudulenta. Y como esa deuda sideral corre el riesgo de que en algún momento la Argentina no la pueda pagar, el FMI presta plata para garantizar esos pagos, no para salud, trabajo o reactivar la economía. Esa es la pura realidad.

El único objetivo del acuerdo es garantizar plata para los especuladores y traficantes con el dólar, pagos de la deuda y apuntalar a un gobierno para las elecciones. Los adelantos de los desembolsos para 2018 y 2019 previstos originariamente para años venideros tienen ese objetivo.
Está en juego la “gobernabilidad” de Macri y también el “prestigio” del FMI y Lagarde, quien se postula para presidir el Banco Central Europeo y ser presidenciable en Francia. Donald Trump también apoyó el préstamo. Saben que una crisis mayor en la Argentina puede ser un efecto contagio hacia otros países que se están rebelando contra los dictados del FMI. Brasil está en una crisis terminal, Nicaragua se sublevó contra el robo jubilatorio del FMI aplicado por el sandinista Ortega, en Haití pasó lo mismo. También en la “estable” Jordania. Y Costa Rica está en huelga general contra las recetas fondomonetaristas.

Ningún país del mundo salió adelante con los ajustes del FMI. Al revés, donde se aplicaron hubo tarifazos, robo salarial y pagos de la deuda y duras respuestas de lucha obreras y populares. El “déficit cero” de Macri-Lagarde es la vieja cantinela para atacar con salvajes planes de ajuste a los pueblos del mundo, de los que no se salva nadie. Grecia fue hipotecada hasta 2060 con ajustes brutales, endeudamiento serial y “cambios estructurales” que atacan viejas conquistas obreras.

No pago y segunda independencia

El capitalismo imperialista en su fase terminal es solo hambre, pobreza, explotación y nuevas cadenas de opresión sobre países como el nuestro que, de la mano de Macri, nos está llevando a un mayor sometimiento, caos social y nuevas crisis económicas que se las endosarán al pueblo trabajador si no se le para la mano.

Macri no hace más que seguir adelante lo que ya hicieron otros gobiernos, como el peronista de Menem (apoyado por el kirchnerismo), con la famosa frase “relaciones carnales” con el imperialismo. La Argentina en los años ‘90 perdió todo el patrimonio nacional con el remate de las estratégicas empresas del Estado mientras la deuda creció al doble. Luego vino más ajuste en 2001. En los doce años kirchneristas se siguió pagando la deuda externa y nunca se recuperaron las privatizadas. Y ahora se vuelve a dar una nueva vuelta de tuerca con Macri.
Izquierda Socialista propone desconocer este nuevo pacto con el FMI, el no pago de la deuda, pelear por la segunda independencia y un frente de países deudores latinoamericanos. Y lucha por un gobierno de los trabajadores y el pueblo que nos libere de las cadenas coloniales capitalistas en camino al socialismo, tomando otras medidas de fondo como la nacionalización de la banca y la reestatización de las privatizadas. En pleno siglo XXI es una de las grandes tareas de nuestro pueblo.

Mientras damos esta pelea, llamamos a los trabajadores y al pueblo a enfrentar este nuevo pacto de ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores exigiendo el nuevo paro de 48 horas para derrotarlo ahora y no esperar a 2019 como plantea el peronismo, incluido el kirchnerismo.

Escribe José Castillo

La conferencia de prensa de la titular del FMI Christine Lagarde junto con el ministro Dujovne y las posteriores “ampliaciones aclaratorias” del nuevo presidente del Banco Central, Guido Sandleris, dejaron bien claro cuál es el único objetivo de este nuevo acuerdo: ajustar a como dé lugar para garantizar los pagos de los próximos vencimientos de deuda. Ni siquiera se disimula que eso ocasionará una fortísima recesión, ya que el propio gobierno anuncia que la caída de este año rondará el 2,4% y la del próximo el 1,5. Todos números que, como sabemos, son un reflejo del “optimismo” del macrismo, por lo que seguramente serán peores.
Ya se sabía desde hace unas semanas que este nuevo acuerdo con el FMI, que reemplaza al firmado en junio, venía con la exigencia de un mayor ajuste: el presupuesto 2019, actualmente en discusión en el Congreso, deberá tener “déficit cero” para liberar fondos para el pago de deuda. Para llegar a esto, todas las partidas se achican, sea salarios estatales, obras de infraestructura, salud, educación y un larguísimo etcétera. Solo se “salvan” de esta poda los subsidios a los monopolios petroleros y gasíferos de Vaca Muerta, como Chevron, Panamerican, y otros.

Toda esta reducción tiene como contrapartida un crecimiento feroz de los pagos de intereses de deuda externa: ¡600.000 millones de pesos! Para que el lector se haga una idea: es como si se pagara un millón de pesos por minuto en concepto de deuda. Es tres veces más de lo que se destinará a educación, cuatro veces más que a salud, diez veces más que a protección social, doce veces más que a ciencia y técnica, 15 veces más que a vivienda. Podríamos seguir hasta el infinito, ya que la partida para pagar los intereses de la deuda es, de lejos, la que mas crece en el presupuesto. Y, con respecto a las jubilaciones, el FMI ya le ha “echado el ojo”, y en cualquier momento se viene una nueva reforma jubilatoria que aumentará las edades, eliminará los regímenes especiales (como el docente) y alejará más aún los montos jubilatorios del 82% móvil.

Por si todo esto no fuera suficiente, el acuerdo con el FMI tiene una medida aparentemente “técnica”, que consiste en que “la base monetaria crecerá 0% hasta junio de 2019”. Esto, traducido, quiere decir que el objetivo del gobierno es sacar todo el dinero posible de la calle, provocar intencionalmente recesión, con la excusa de que, de esa manera, “la gente no tendrá plata para comprar dólares y este dejará de subir”. ¡Mentira! Los trabajadores, los jubilados, los desocupados, efectivamente no tendrán un peso, pero para comprar lo más elemental, como son los alimentos, los artículos de limpieza o los medicamentos. Del otro lado, los grandes especuladores decidirán o no comprar dólares según les convenga en el negocio de la bicicleta financiera. ¡Ellos mueven el dólar, provocan las corridas, van y vienen de las Lebacs a las Letes, hacen millonadas con las diferencias! Los trabajadores somos espectadores de todo este movimiento, y sólo lo sufrimos cuando todo termina en una descomunal inflación que pulveriza nuestros salarios. El único objetivo de estas medidas “técnicas” del Banco Central es garantizar la estabilidad necesaria para que al gobierno le alcance la plata del ajuste y el préstamo del FMI para cumplir con los pulpos acreedores. ¡Todo está jugado a que ellos cobren, a garantizar las super-ganancias financieras y a ninguna otra cosa!

No queda duda: el plan de Macri y el FMI, con el aval de los gobernadores, hunde al pueblo trabajador. Más que nunca decimos que esto no va más. Se necesita un programa económico alternativo que comience por romper con el FMI, dejar de pagar la deuda externa y poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares. Programa que sólo podrá poner en práctica un nuevo gobierno, de los trabajadores y la izquierda.

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¿De dónde sacar la plata? Suspender inmediatamente los pagos de la deuda

La deuda externa viene creciendo astronómicamente y ya supera los 400.000 millones de dólares. Es absolutamente impagable. Para el año próximo está programado pagar 600.000 millones de pesos más: ¡es un millón de pesos por minuto! Infinitamente más que cualquier otra partida del presupuesto. No es cierto que “no hay plata” para resolver las necesidades populares. Hay que parar esa sangría y volcar todos esos recursos para financiar un plan alternativo obrero y popular.

¿A quién hay que ajustar?Aumentar los impuestos a los ricos y a las grandes empresas

No es cierto que “a todos les va mal”. La devaluación y el ajuste han dejado grandes ganadores: los bancos (Santander, Galicia, Macro y otros), que han tenido récords históricos de ganancias en estos meses, los exportadores agropecuarios, las megamineras, como la Barrick Gold, los pulpos del gas y el petróleo, las terminales automotrices, las empresas transnacionales o los hipermercados. A todos ellos hay que ponerles fuertes impuestos por las superganancias que han obtenido.

Cómo evitar la fuga de capitales? Nacionalización de la banca y el comercio exterior

Sólo en 2018 ya se fugaron 23.000 millones de dólares al exterior. Los grandes exportadores del agro (Nidera, Cargill, etcétera) retienen las cosechas o no reingresan los dólares de lo que venden. Todo el sistema bancario está al servicio de la especulación y la bicicleta financiera. Hay que terminar con todo esto nacionalizando la banca, para que el ahorro nacional se utilice realmente para préstamos populares a baja tasa o para financiar las obras de desarrollo más necesarias. A la vez hay que crear un organismo estatal que centralice todas las operaciones de exportaciones e importaciones, de forma que los dólares que ingresen al país se utilicen efectivamente para las compras urgentes y necesarias y no para la especulación o la fuga.

¿Qué hacer frente a salarios y jubilaciones a la baja? Aumento de emergencia y reapertura de paritarias

La inflación es imparable y va camino a terminar el año en 45%. La mayoría de los salarios privados en blanco ya han perdido entre 10 y 15%. Mucho peor le ha ido a los estatales, a los tercerizados o a los que están en negro. Se tiene que otorgar un aumento de emergencia ya mismo: nadie puede quedar por debajo de la canasta de pobreza (20.000 pesos). Y a partir de allí se tienen que reabrir todas las paritarias, hasta recuperar el valor perdido del salario, con cláusulas gatillo mensuales para que se incremente siguiendo a la inflación. Con respecto a las jubilaciones, hay que cumplir inmediatamente con el 82% móvil del salario actual de la actividad respectiva.

 ¿Cómo enfrentar la desocupación y la pobreza? Prohibición de despidos y plan de obras públicas

La crisis está dejando un tendal de desocupados. Se están perdiendo decenas de miles de puestos de trabajo industriales en blanco. Hay que parar esto prohibiendo por ley las suspensiones y despidos, haciéndolo cumplir con la expropiación de toda empresa que viole esta disposición, y entregándosela a sus propios trabajadores para que gestionen la continuidad de su funcionamiento.

¿Cómo paramos los tarifazos? Frenemos los aumentos y reestatización de las privatizadas

Los aumentos en el gas, la luz, el agua y el transporte continúan y están programados muchos más para el año que viene. Cada vez son más los que directamente no pueden pagarlos. Hay que suspender todo nuevo aumento y retrotraer el valor de las tarifas al anterior de los incrementos. A la vez, hay que rescindir todos los contratos con las empresas de servicios públicos privatizados, procediendo a reestatizarlas y entregar su administración a sus propios trabajadores y a las organizaciones de usuarios.

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