Jul 17, 2024 Last Updated 6:04 PM, Jul 17, 2024

Izquierda Socialista

En el tramo final de la campaña electoral, desde el FIT estamos realizando una intensísima campaña bien a pulmón asentada en el volanteo y pegatina de afiches (en la provincia no hay espacios oficiales en los medios de comunicación). Los militantes debaten cara a cara buscando superar el 5% del piso mínimo, muy proscriptivo, para entrar en el reparto de cargos legislativos. Es un objetivo ambicioso, más teniendo en cuenta que se eligen 22 diputados por lista sábana y tres por cada uno de los circuitos electorales. Pero estamos dando la pelea.

Tenemos una provincia rica, con petróleo, gas, recursos hídricos, centrales hidroeléctricas, industria frutihortícola, turismo y empresas estatales que exportan tecnología como INVAP. Sin embargo, miles de rionegrinos son pobres y la mitad de los hogares de la provincia no tienen cloacas. En ciudades como General Roca o Bariloche hay barrios enteros sin agua potable y los vecinos caminan kilómetros para llenar un bidón. Más de 4.000 familias del alto de Bariloche no tienen gas con inviernos de 10 grados bajo cero. La gran mayoría de los trabajadores tienen ingresos por debajo de la canasta familiar. Los salarios docentes tienen una tendencia cada vez mas a la baja. Y a todo esto agreguémosle que el gobierno y la Justicia protegen a los policías del gatillo fácil, como en el caso del triple crimen contra los chicos de Bariloche.

El gobernador Weretilneck, de Juntos Somos Río Negro, que acompañó a Macri en todas sus políticas, no pudo presentarse a la reelección por el límite de dos mandatos y va con otros candidatos. Soria, del Frente para la Victoria (FpV), se postula como opositor, pero fue cómplice de Weretilneck en la derogación de la ley 3.981 anticianuro que protegía el agua y vemos cómo en Allen se practica la fractura hidráulica petrolera dentro de las chacras. La centroizquierda, que en elecciones anteriores aparecía como una opción y que llegó a sacar más del 15% de los votos, esta vez se unió a Soria, generando gran descontento en sectores importantes de su propio electorado.

Por todo esto, desde el Frente de Izquierda somos tajantes: lanzamos la consigna “No votes a Juntos Somos Río Negro, ni a Soria, ni a Cambiemos. Son los candidatos del ajuste de Macri y el FMI. La salida es la izquierda”.

Porque somos los únicos que planteamos no pagar la deuda externa, para duplicar el presupuesto en educación, construir hospitales y equipar los existentes y construir 50.000 viviendas. Porque somos los que planteamos la estatización y explotación de todos los bienes de la naturaleza bajo control de los trabajadores, como el agua, el petróleo, la electricidad y el gas. Porque exigimos aumento de salario y 82% móvil para los jubilados. Porque planteamos la necesidad de una junta nacional de frutas y precio sostén para ayudar a los pequeños productores. Porque decimos “no a la megaminería y a la depredación del medio ambiente y restitución de la ley 3.981 anticianuro”. Por todo esto, votemos al FIT y sigamos construyendo en Río Negro una alternativa contra los partidos patronales que sea una voz al servicio de los trabajadores, las mujeres, los jóvenes y los sectores populares.

 

Ya se largó la campaña electoral en toda la provincia, con inversiones multimillonarias de los candidatos de los partidos patronales como Cambiemos, el peronismo y el Frente Progresista. Desde el Frente de Izquierda estamos dando batalla para superar el piso proscriptivo de 40.000 votos en toda la provincia.

Damos esta pelea con Octavio Crivaro (PTS) a gobernador, Jorgelina Signa (PO) a diputada provincial y nuestros compañeros y compañeras de Izquierda Socialista, como Daniela Vergara en la candidatura a senadora por el departamento de Rosario o Juan José Gauna y Romina García en las candidaturas a concejales de Villa Gobernador Gálvez. Estamos desplegando todos los esfuerzos para realizar una campaña unitaria que muestre el avance que significa el Frente de Izquierda, frente a las opciones de centroizquierda que encabezan Del Frade y Ciudad Futura.

Corresponsal

Escribe: Gabriel Massa

Desde estas páginas venimos insistiendo en que la candidatura del ex ministro de Economía Eduardo Lavagna no tiene nada de positivo para los trabajadores y el pueblo. Lo primero que señalamos es su propuesta de mantener el acuerdo con el FMI y el pago de la deuda externa, que es la base del plan que hoy aplica Macri. Acaba de trascender, a través de declaraciones al diario La Nación del político lavagnista Rodolfo Gil, que parte fundamental de la política de Lavagna, en caso de llegar al gobierno, sería impulsar un acuerdo con las distintas iglesias, los empresarios y los burócratas sindicales.


“La Iglesia tendrá un rol central en la pacificación del país”, declaró Gil. ¿Para qué? Para que los trabajadores y los distintos sectores populares aceptemos “pacíficamente” lo que el FMI viene reclamando: la reforma laboral y la reforma de las jubilaciones, para imponernos más flexibilización en el trabajo y miseria. Y por supuesto que el acuerdo con las iglesias significaría el rechazo a la legalización del aborto y cualquier otra medida progresiva, como la separación de la Iglesia y el Estado.Es decir, las propuestas de Lavagna van en el sentido opuesto de todo lo que hoy reclaman los trabajadores, la juventud y las mujeres.

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Sectores del peronismo kirchnerista vienen impulsando una campaña contra el Frente de Izquierda. Dicen que por llamar a votar en blanco y no a Scioli en el balotaje de 2015 el FIT habría posibilitado que gane Macri. Una falsedad completa, desde las propias cifras (ver recuadro) y políticamente. Tildan al FIT de ser “funcional a la derecha” para encubrir que la derrota electoral de Scioli y del peronismo fue culpa de sus propias políticas. Esta campaña la reavivan hoy cuando desde el FIT criticamos el rol cómplice del peronismo con Macri o decimos que Cristina y Lavagna no son salida para el pueblo trabajador. ¿Quién le hace el juego a la derecha? Veamos.

Escribe Juan Carlos Giordano Diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT

Si Macri ganó fue por el amplio rechazo popular que recogió el gobierno anterior fruto de sus políticas de ajuste, corrupción y entrega aplicadas durante los doce años en que gobernó el peronismo kirchnerista. Esa es la cruda realidad que nunca el kirchnerismo va a reconocer. Por eso enarbola una campaña falsa contra la izquierda ante su militancia más dura y en las redes sociales.

Scioli y el kirchnerismo perdieron por culpa de sus políticas
Millones de trabajadores votaron a Macri en 2015 con la nariz tapada para sacarse de encima al kirchnerismo. Fue un voto equivocado a una variante patronal, como lo denunciamos. El Frente de Izquierda, lejos de ser “funcional” a Macri, hizo campaña en contra diciendo que la bronca contra el kirchnerismo no debía canalizarse vía Cambiemos porque eso iba a fortalecer un mayor ajuste.

Las razones de por qué el kirchnerismo fue repudiado no hay que buscarlas en un supuesto giro a la derecha de las masas, como hacen sectores K, sino por el hartazgo ante un “modelo” de inflación, corrupción, pobreza, bajos salarios y pagos de la fraudulenta deuda externa. Los K hablaban de un “proyecto nacional y popular con inclusión” mientras dibujaban los índices del Indec diciendo que en la Argentina había menos pobres que en Alemania.

La famosa “década ganada” dejó un 30% de pobres y un 40% de trabajo en negro y precarizado. Los grandes ganadores fueron los empresarios amigos del gobierno (Lázaro Báez y compañía), los bancos y las multinacionales (Barrick Gold, Odebrecht, Repsol, Benetton y Chevron con un pacto secreto incluido). Todo encubierto en largas cadenas nacionales, el discurso de un supuesto “golpismo” para criminalizar la protesta social, o un doble discurso de defensa de los derechos humanos mientras encumbraba a Milani en el Ejército.

Por eso hubo huelgas generales durante el kirchnerismo, grandes paros docentes (entre otros) y se dio el #NiUnaMenos en un largo etcétera.
Nos preguntábamos entonces ¿dónde estaba la “utilidad” de votar a Scioli? Hasta sus economistas dijeron que si ganaba no iba a ser muy distinto de Macri (ver esta página). El mismo Scioli que gobernaba la provincia de Buenos Aires, con 163 villas y 463 asentamientos precarios, según datos de aquellos años, y con 700.000 adolescentes que no estudiaban ni trabajaban.

Las conducciones sindicales y el peronismo están salvando a “la derecha” de Macri
Apenas ganó Macri, nuestro partido y el Frente de Izquierda llamamos a la más amplia unidad en las calles, con paros y movilizaciones, para derrotar el ajuste. Ese era el camino para enfrentar “a la derecha” de Macri. Pero las conducciones sindicales y políticas peronistas hicieron lo opuesto. Son las que vienen salvando a Macri y siendo cómplices de su ajuste. A tal punto que hubo una rebelión de más de 100.000 trabajadores y jóvenes en diciembre de 2017 contra el robo jubilatorio y la CGT y Moyano no llamaron a participar. La ley fue votada con el apoyo del peronismo. Lo mismo pasó cuando se repudió la votación del Presupuesto 2019 del FMI en diciembre pasado, donde la CGT no convocó a las marchas y el ahora kirchnerista Moyano (antes apoyó al macrismo) hizo una misa en Luján.

El kirchnerismo habla “contra la derecha” pero aplica el ajuste del gobierno en Santa Cruz y ahora se une a la “derecha” peronista de Schiaretti, Manzur, Uñac y a la represora y ajustadora gobernadora Bertone, de Tierra del Fuego.

El peronismo, en vez de poner toda su fuerza para derrotar el ajuste de Macri desde que asumió, enarboló la consigna “Hay 2019”, boicoteando las luchas y llamando a canalizar la bronca popular creciente vía las elecciones como si un posible gobierno peronista fuera la solución.

A tal punto fue la complicidad de la oposición patronal y sindical peronista que el ministro Dujovne dijo que “ante este ajuste los gobiernos anteriores caían”. Si el ajuste de Macri no cayó no fue por falta de lucha, sino por esa complicidad.

Cristina y el peronismo no quieren romper con el FMI y los pagos de la deuda
Cuando vinieron Donald Trump y los representantes de gobiernos capitalistas al G-20 de la Argentina, la izquierda, junto con organizaciones sociales, hicimos una gran marcha de repudio. Cristina se recluyó en el Sur y ordenó no participar. Era la gran oportunidad para repudiar a los gobiernos imperialistas con la presencia de su jefe a la cabeza. Esta actitud de Cristina generó mucha decepción en la militancia K mostrando que su jefa no estaba a la altura de las circunstancias.

Posteriormente, fue Kicillof quien se reunió con el FMI. El ex ministro de Cristina y actual diputado le dijo a los funcionarios del Fondo que no se preocuparan por un futuro gobierno kirchnerista porque, en caso de ganar, no repudiaría el pacto que firmó con Macri ni dejaría de pagar la deuda. ¿Cuál es el “combate” a la derecha que se pregona si no se rompe con el FMI y su ajuste?

Por eso alertamos que el kirchnerismo está haciendo demagogia electoral. Dice que daría salario, trabajo y reactivaría el consumo, cuando es algo imposible si no se toma la decisión soberana de desconocer ese pacto mafioso a espaldas del pueblo trabajador, como sostenemos desde el Frente de Izquierda, y se deja de pagar la deuda externa a los usureros internacionales.

Convocamos a los trabajadores, jóvenes y mujeres a quienes puede haber llegado esta falsa campaña de que el FIT sería “funcional a la derecha” a hacer este debate de  manera franca y sincera. Por nuestra parte, seguiremos llamando a combatir el ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores en las calles y en las urnas, levantando una salida de fondo y de izquierda al servicio de imponer un plan económico obrero y popular contra todos los gobiernos patronales.

 

“Scioli no hubiese hecho cosas tan distintas”

 El ex presidente del Banco Central Mario Blejer fue uno de los dos economistas que se pasearon con Scioli durante la campaña presidencial de 2015. Blejer viene afirmando que la política económica de Cambiemos es la correcta. En 2017, a un año de gobierno de Macri, dijo que si Scioli hubiese ganado “no hubiera hecho cosas tan distintas”.

 El ajuste de Bertone

En 2015 ganó en Tierra del Fuego la candidata de Scioli, Rosana Bertone. En enero de 2016 hizo votar un paquete de leyes para atacar conquistas históricas, el 82% móvil, rebajar el salario, crear impuestazos, reventar la caja de jubilaciones y la obra social. Lo hizo con el apoyo de legisladores kirchneristas, radicales y macristas. Esto generó que docentes, estatales, municipales y judiciales paren y pongan carpas frente a la gobernación.
Bertone reprimió y condenó a dirigentes docentes desalojando el acampe con perros, gas pimienta, palos y personal no identificado de inteligencia, quemándoles las carpas. Bertone había pedido el voto “contra la derecha”.

 

 

Cifras contundentes
El kirchnerismo igual perdía 

Para aquellos que siguen diciendo que Scioli perdió por culpa del voto en blanco o nulo propiciado por el Frente de Izquierda, las cifras demuestran esta falsedad. Si sumamos los votos de Scioli-Zannini (Frente para la Victoria) más los nulos y blancos, da que lo mismo Scioli hubiera perdido por 41.455 votos.
Scioli perdió por el voto castigo de millones, el cual ya se venía evidenciando desde la elección anterior. Por ejemplo, de 2011 a 2015, el Frente para la Victoria perdió 2.527.565 votos.

 

Balotaje 2015

Macri: 12.988.349 votos
Scioli: 12.309.575
Diferencia: 678.774

Votos en blanco: 306.471
Votos nulos: 330.848
Total: 637.639

Scioli + blancos + nulos: 12.946.894
Scioli perdía igual por 41.455 votos

 

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La pobreza subió astronómicamente y ya afecta a 14 millones de personas (32%). Uno de cada dos niños es pobre. Al mismo tiempo siguen subiendo los precios de los artículos de primera necesidad y las tarifas. Sueldos y jubilaciones ya no alcanzan ni para llegar a la mitad del mes.

Escribe José Castillo

El jueves pasado se conocieron los datos oficiales de pobreza al cuarto trimestre de 2018. El número “frío” dio 32%, lo que significa 12.950.000 personas en áreas urbanas. Si sumamos la pobreza rural, llegamos a 14 millones que no pueden cubrir una canasta básica para vivir con una mínima dignidad. De ellos, 2.700.000 directamente son indigentes: no alcanzan a tener ingresos ni siquiera para comprar los alimentos diarios.

Esos números por sí mismos son aterradores. Peor aún si vemos que la encuesta dice que uno de cada dos niños es pobre. En el conurbano bonaerense la situación es peor: ahí la pobreza es de 35,9%, alcanzando a 4.356.000 personas.

Por supuesto que hay un debate acerca de cómo se mide la pobreza: a este número se llega tomando aquellos que no alcanzan a un ingreso mínimo. Pero no mide lo que se conoce como “la pobreza multidimensional”, o sea aquellas personas que, más allá de cuánto ganan en un mes, no tienen acceso a una vivienda digna, o no poseen agua corriente o instalaciones sanitarias. Según los datos del Observatorio Social de la Universidad Católica (que sí mide estos parámetros), también un 32% es pobre multidimensional. Claro que estas personas no son exactamente las mismas: puede darse que alguien con un ingreso un poco superior viva en una villa y no sea considerado pobre por el Indec (y sí por la UCA), o, al revés, que alguien que tiene acceso a los servicios básicos reciba un ingreso de miseria (como le pasa a muchísimos jubilados en las grandes ciudades). En concreto, cuando “cruzamos” todos los números, vemos que la pobreza real en la Argentina es muy superior, probablemente entre 35 y 40%.

Lo que sí es un dato incontrastable es que, se mida como se mida, el número de pobres aumentó considerablemente en el último año: los propios datos oficiales reconocen que hay como mínimo 2.650.000 personas que cayeron en esa categoría.

Todo esto es el resultado del ajuste brutal que está llevando adelante el gobierno de Macri, junto con los gobernadores, cumpliendo a rajatabla lo exigido por el FMI. Los valores dados a conocer no hacen otra cosa que certificar lo que venimos diciendo todo el tiempo: el aumento de la desocupación es cosa de todos los días por los cierres de empresas y los despidos; durante el último año y según los números oficiales tuvieron que reconocer que se perdieron 262.400 puestos de trabajo.

Mientras tanto, la inflación sigue pulverizando el bolsillo del trabajador

Terminó marzo.Cuando en un par de semanas se conozca el índice de inflación veremos que rondará el 4%. Que se sumará al 3,8 de febrero y al 2,9 de enero. O sea que el primer trimestre del año ya tenemos una suba de precios por arriba de 10%. Y esto no termina, abril empezó también con fuertes aumentos: la nafta, las prepagas y nuevas listas de precios de alimentos que están llegando a los supermercados prenuncian al menos otro 4%.

Por supuesto que dentro de todo esto tenemos los tarifazos, que no se han detenido: en enero habían subido el agua (17%) y los transportes (colectivos 15,4%, trenes 14,6% y subte 6,9%). Luego, en febrero, siguieron la luz (26%), la medicina prepaga (5%) y otra vez el transporte (colectivos 10%, trenes 10,2% y subte 6,5%). En marzo, otra vez la luz (14%) y nuevamente el transporte (colectivos 9,1%, trenes 8,5% y subte 15,2%). Para abril se vienen la luz (4%), el gas (35%, en cuotas, por lo que toca 10% directamente este mes) y el subte (10,5%). Y la cosa no para ahí: seguirá el agua (27%) en mayo y la luz (4%) en agosto.

¿Queda alguna duda de por qué el salario, que ya había perdido un 17% el año pasado, cada día alcanza para menos? La imagen más patética de que comer se convirtió en un lujo fue la foto de un supermercado que le puso alarma electrónica a las bandejas con cortes de carne.

¡Esto no se aguanta más!

En las oficinas, en los propios supermercados, en los barrios, se comenta con preocupación todo esto. ¿A dónde vamos a parar? ¡El gobierno de Macri, en el mismo momento en que se da a conocer el número de la pobreza,sacaba una resolución del Banco Central que le ampliaba a los banqueros la posibilidad de comprar Leliqs (bonos que rinden más de 65%)!. Ahí está la única prioridad del gobierno: garantizarle las superganancias a los pulpos especuladores y cumplir con las exigencias del FMI.

Mientras peleamos en cada gremio para recuperar en las paritarias de este año lo que perdimos en 2018, tenemos que exigirle a la CGT y las CTA que rompan la tregua y llamen a un paro general y un plan de lucha contra el ajuste. Pero hay una discusión de fondo que se impone. ¿Cómo salimos de esto? Porque desde los distintos espacios del peronismo (el kirchnerismo, Lavagna o el resto del peronismo federal) hablan de “sacar a Macri” y armar otro plan económico, “nacional y popular” o de “redistribución de la riqueza”, pero al mismo tiempo le garantizan al FMI que van a seguir con su plan de ajuste y a los acreedores que cumplirán con los pagos de deuda.

Nosotros, desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda, les decimos a los trabajadores, los jóvenes, las mujeres, los jubilados y los sectores populares de los barrios: no hay ninguna salida si no empezamos por romper con el FMI y suspendemos inmediatamente los pagos de deuda externa. Solo de allí puede salir la plata para garantizar un auténtico programa alternativo, obrero y popular.

 

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