Jul 28, 2024 Last Updated 5:30 PM, Jul 27, 2024

Izquierda Socialista

Escribe José “Pepe” Rusconi

Parece que fue ayer. La mañana del 12 de mayo de 1977 nos encontramos con Miguel en una de las diagonales de la ciudad de La Plata. Él era trabajador de Petroquímica Sudamericana, hoy Mafissa, y yo de Propulsora Siderúrgica, hoy Siderar. Ambos éramos militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST).

En ese encuentro Miguel me dijo: “Anoche iba a la casa de los chicos y vi unos tipos raros en la entrada del pasillo, seguí hasta la esquina y volví, pero cuando pasé nuevamente vi que tenían armas largas y me fui”. Los chicos a quienes se refería Miguel eran Julio Matamoros, Mónica de Olazo y Alejandro Ford, que vivían en el barrio de las Mil Casas de Tolosa, en La Plata. Ellos también eran militantes del PST.

Julio, a quien le decíamos Bocha, tenía 21 años y era estudiante de derecho. Militó en la Juventud Socialista hasta que ingresó al Banco Crédito Provincial. Moniquita tenía 18 años y comenzó a militar cuando cursaba la secundaria. Alejandro, el Negro, tenía 20 años, estudió Bellas Artes y fue dirigente de la UES. Su caso fue muy resonante porque, siendo un cuadro importante, rompió con la JP para ingresar en la corriente trotskista morenista. Alejandro y Mónica eran pareja.

Por aquellos días Miguel y los chicos se reunían en un equipo que era la continuidad de otro que habían integrado conmigo y mi compañera, Pelusa. Es que, aun durante la dictadura iniciada en marzo de 1976, el PST seguía funcionando en la clandestinidad. Nos reuníamos cuidando la seguridad de todos y debatíamos la situación política, nos formábamos teóricamente y planificábamos actividades. Teníamos claro que aún hacía falta construir esa herramienta, el PST, que años antes, con el auge del peronismo y el guerrillerismo, se había ganado un lugar destacado dentro de la clase obrera y sus luchas. Pero no todo era política, también compartimos muchos momentos y se generaron grandes lazos de amistad.

Luego de que Miguel me describió lo que vio, fui hasta un teléfono público y llamé al trabajo de Julio y luego a su casa, no se había presentado a trabajar y su hermano, con la voz alterada, me dijo que no estaba y preguntó nerviosamente “quién habla”. No hacía falta más. Le dije a Miguel “los secuestraron” y dimos aviso al partido. Pasaron treinta y seis años sin saber qué había sido de ellos. En 2013 el Equipo Argentino de Antropología Forense los identificó, estaban enterrados como NN en el cementerio de Ezpeleta. Los habían fusilado frente a la comisaría de esa localidad, simulando un atentado, junto con otras dos víctimas.

Hoy, a cuarenta y cuatro años del día de su secuestro, los sigo recordando con sus sonrisas y esas tremendas ganas de cambiar esta realidad capitalista por un mundo más justo, un mundo socialista. Cuando veo a la nueva camada de jóvenes compañeros y compañeras entusiasmados en la tarea de construir el partido revolucionario me doy cuenta de que, a pesar de su muerte, no todo fue en vano. Veo en ellos los rostros de Julio, Moniquita y Alejandro. Esa es una de las razones por las que sigue valiendo la pena construir una organización revolucionaria como Izquierda Socialista.

¡Justicia por los compañeros del PST de Tolosa desaparecidos! 

Julio, Mónica y Alejandro ¡hasta el socialismo siempre!

Escribe Adolfo Santos

En 1968, Francia conmovía al mundo. Aquel año, la irrupción revolucionaria de la juventud estudiantil, en estrecha unidad con la clase trabajadora, protagonizaron una colosal movilización conocida como el Mayo Francés. Fue un proceso insurreccional que no consiguió avanzar más por el nefasto papel de las direcciones reformistas.

Generalmente, tratan de minimizar los acontecimientos del Mayo Francés a una “cuestión generacional”, donde la juventud habría expresado su “natural y saludable rebeldía”. Para los socialistas revolucionarios el proceso de rebelión, detrás de las célebres consignas “prohibido prohibir” o “la imaginación al poder”, contenía un profundo cuestionamiento revolucionario al gobierno de Charles de Gaulle, a su régimen autoritario y al sistema capitalista que representaba.

El Mayo Francés no fue un hecho aislado ni mucho menos reducido a un mes determinado. Los años previos al ’68 fueron convulsionados en el mundo y de muchas luchas en Francia. En 1963 hubo una gran huelga de mineros, en 1964 fue el turno de los obreros de Renault, en 1967 pararon por un mes los trabajadores de Rhodia y en enero de 1968 se produjo un alzamiento en la ciudad de Caen en el que participaron obreros, estudiantes y agricultores que terminó con fuertes enfrentamientos. En ese escenario se gestó el Mayo Francés.

1968, la revolución se pone en marcha

En marzo, los estudiantes ocuparon la Universidad de Nanterre contra una serie de normas restrictivas y fueron desalojados por la policía. Uno de los líderes, Daniel Cohn Bendit*, dos meses después se convirtió en una de las principales figuras de los acontecimientos de mayo. En abril se volvió a ocupar Nanterre para exigir la libertad de estudiantes presos en manifestaciones contra la guerra de Vietnam. Las autoridades cerraron la universidad y procesaron a ocho cabecillas de ese movimiento.

El 3 de mayo se congregó una gran cantidad de estudiantes en la plaza de La Sorbona en solidaridad con los estudiantes presos y contra el cierre de Nanterre. Fueron duramente reprimidos por la policía. La Unión Nacional de Estudiantes y el Sindicato de Profesores llamaron a una huelga exigiendo la retirada de la policía, la libertad de los presos y la reapertura de La Sorbona, cerrada el día antes para evitar las concentraciones. El conflicto se extendió.

El 6 de mayo, después de que los “ocho de Nanterre” declararon ante el comité de disciplina de la universidad, se realizó una gigantesca manifestación en Champs Elysee. Estudiantes, en medio de un mar de banderas rojas, se enfrentaron con la policía. Los jóvenes se refugiaron en el Barrio Latino y se defendieron levantando barricadas con las rejillas de los desagües callejeros, maderas impregnadas en nafta y pilas de adoquines arrancados de las calles. La prensa burguesa atacaba el “vandalismo” de los manifestantes. Lo mismo hacía el Partido Comunista, que controlaba la CGT. A través de su diario, L’Humanité, trató a los manifestantes como “grupúsculos de provocadores”.

Pero nada detenía a los estudiantes. El 10, los enfrentamientos se extendieron por horas en el Barrio Latino, convertido en un campo de batalla. Más de 20.000 estudiantes de Nanterre, La Sorbona y de colegios secundarios, junto con jóvenes obreros, combatieron contra la policía de De Gaulle que, a pesar de su entrenamiento profesional, fue incapaz de doblegar la determinación de esos jóvenes. “La noche de las barricadas”, como se recuerda aquella jornada, terminó con cientos de heridos pero con un gobierno agonizante.

Entra en escena el movimiento obrero

La firmeza de la lucha generó un sentimiento de simpatía generalizado con los estudiantes, sobre todo entre los trabajadores. Presionada, después de un vergonzoso silencio cómplice, la CGT se vio obligada a convocar a una huelga general el 13 de mayo. La respuesta fue impresionante. Más de 10 millones de trabajadores se sumaron a la mayor huelga general de Francia y masivas manifestaciones se multiplicaron por todo el país. La unidad en la lucha de obreros y estudiantes colocó contra las cuerdas al gobierno de De Gaulle.

La Sorbona pasó a ser dirigida por un comité de ocupación. Los trabajadores de Sud Aviation (Concorde) y los de Renault ocuparon sus fábricas y la huelga se generalizó. Miles de estudiantes marcharon a los portones de las fábricas ocupadas para confraternizar con los obreros y juntos cantaron La Internacional. Pararon los controladores aéreos, los trabajadores del carbón, del transporte, del gas y la electricidad, periodistas de radio y televisión. Obreros y agricultores de Nantes controlaban la ciudad, ponían precio a las mercaderías y solo abrían los negocios autorizados por el comité de huelga. Lo que había comenzado como un conflicto en una universidad periférica se convirtió en una lucha nacional de masas evidenciando un profundo malestar y un sentimiento de cambios sociales.

La CGT y el PC francés traicionaron la insurrección

La situación generaba un vacío de poder e imponía una pregunta, ¿quién debía gobernar? La respuesta la dio la CGT, dirigida por el Partido Comunista. El 25 de mayo, viendo que todo se derrumbaba, el primer ministro Pompidou convocó a las centrales obreras y patronales y propuso una negociación. El 27, en medio de un caos generalizado, con las fábricas y universidades ocupadas, con la policía ausente y sin una autoridad capaz de imponer el orden, la CGT firmó el Acuerdo de Grenelle, donde se comprometía a levantar la huelga a cambio de algunas concesiones. No era eso lo que querían las masas insurrectas y los trabajadores rechazaron el acuerdo. Temeroso de caer en manos de la revolución, el 29 de mayo De Gaulle se subió a un helicóptero junto con su familia y se dirigió a la base militar francesa de Baden-Baden, en Alemania Federal.

La disputa por el poder estaba colocada. Sin embargo, la dirección del PC y la CGT, junto con los socialistas de Mitterrand, insistieron en aceptar el acuerdo y desmontar la huelga. Apoyados en esa actitud, las patronales exigieron la vuelta al trabajo esgrimiendo los beneficios concedidos en Grenelle. El 3 de junio Mitterrand declaró que el Estado no existía, pero propuso llamar a elecciones para resolver esa situación. Estas políticas generaron confusión y el gobierno aprovechó para aplastar los focos de resistencia. Los partidos y grupos trotskistas, maoístas y anarquistas, que estuvieron a la cabeza del movimiento, fueron ilegalizados y sus dirigentes, detenidos.

Reanimado por la ayuda de las direcciones reformistas, De Gaulle volvió al país, disolvió la Asamblea y llamó a elecciones. La falta de una dirección revolucionaria para proponer una política capaz de empalmar con los anhelos de las masas generó un reflujo momentáneo aprovechado por el gobierno, incluso para ganar esas elecciones. Sin embargo, en abril del año siguiente, después de una potente huelga general y de ser derrotado en un plebiscito donde pretendía reafirmar su autoridad, De Gaulle fue obligado a renunciar y a retirarse de la escena política. Era un coletazo del Mayo Francés que puso fin a más de dos décadas de gaullismo.

La movilización de 1968, si bien significó un gran triunfo y dejó abierta una nueva etapa en Francia, no logró el objetivo que las consignas expresaban, derrocar al gobierno e iniciar la construcción del socialismo. Sin embargo, mucho hemos aprendido de esos días. La principal enseñanza es que faltó un verdadero partido revolucionario de masas que fuera capaz de dirigir la lucha hasta el triunfo definitivo. Esa tarea continúa vigente. En cada nueva movilización tenemos que lograr que la organización revolucionaria crezca y se fortalezca al calor de la lucha.

 

*Daniel Cohn Bendit fue uno de los principales líderes del Mayo Francés. Anarquista en sus orígenes, terminó siendo eurodiputado del Partido Verde.

 

El lunes 10 de mayo se volvió a dar un salto en las agresiones del estado sionista de Israel contra el pueblo palestino con el criminal bombardeo a la Franja de Gaza con más de 20 muertos, entre ellos nueve niños.

La tensión se agudizó en Jerusalem, por la mañana, en medio de un bloqueo de manifestantes palestinos que reclamaban contra una marcha sionista conmemorando la ocupación y anexión del territorio palestino de Jerusalem, realizada en 1967. Una provocación más contra el pueblo palestino. Esta provocación se da en el marco de su celebración anual religiosa que es el Ramadán, dónde las y los palestinos desde hace días intentan llegar a la explanada de la Mezquita Al-Aqsa, que es considerado el tercer lugar santo del Islam. Israel prohibió el acceso palestino a la explanada de las mezquitas con el falso argumento de “cuidado sanitario”, cuando el estado sionista y racista le niega vacunas al pueblo palestino.

La criminal represión a las y los palestinos, que quieren llegar a la mezquita, lleva alrededor de 300 heridos y hospitalizados en los enfrentamientos con la policía israelí.

La tensión se agravó durante la noche del lunes 10 cuando se produjo un nuevo bombardeo a la Franja de Gaza por el ejército sionista. Israel justifica el ataque como respuesta al lanzamiento de misiles desde Gaza por parte de Hamas, sobre el territorio israelí. Hamas había advertido que debía cesar la represión de la policía israelí en su ataque contra los palestinos que quieren congregarse en la mezquita.

La ocupación sionista pretende dar nuevos pasos, luego de la anexión de Cisjordania, dejando a centenares de miles de palestinos en el campo de batalla, sufriendo la represión, bombardeos y desalojos. Esto tiene que parar.

Los pueblos del mundo deben levantarse en apoyo y solidaridad por el pueblo palestino, denunciar la ocupación sionista del Estado racista de Israel que cuenta con el apoyo completo del imperialismo yanqui. El gobierno de Biden repudió el accionar solidario de Hamas pero ignoró la criminal represión del sionismo sobre miles de palestinas y palestinos que, desde hace una semana, tratan de llegar a su mezquita.

Desde la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI) llamamos a solidaridad internacional con la lucha del pueblo palestino.  Exigimos el cese a los bombardeos sobre la Franja de Gaza. Basta de represión y ataques racistas del estado sionista y que miles de palestinas y palestinos puedan acceder libremente a la explanada de las mezquitas.  Desde la UIT-CI repudiamos esta nueva agresión del estado racista de Israel y apoyamos la lucha por una salida verdaderamente justa que es el establecimiento de un estado único, laico, no racista y democrático en todo el territorio histórico de Palestina.

Llenemos de apoyo y solidaridad internacional al pueblo palestino.

Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)

11 de mayo de 2021

 


Convocatoria del Consejo Argentino de Solidaridad con el Pueblo Palestino para este viernes 14 de mayo en Cancillería, Esmeralda 1212, CABA.

Escribe José “Pepe” Rusconi

Parece que fue ayer. La mañana del 12 de mayo de 1977 nos encontramos con Miguel en una de las diagonales de la ciudad de La Plata. Él era trabajador de Petroquímica Sudamericana, hoy Mafissa, y yo de Propulsora Siderúrgica, hoy Siderar. Ambos éramos militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST).

En ese encuentro Miguel me dijo: “Anoche iba a la casa de los chicos y vi unos tipos raros en la entrada del pasillo, seguí hasta la esquina y volví, pero cuando pasé nuevamente vi que tenían armas largas y me fui”. Los chicos a quienes se refería Miguel eran Julio Matamoros, Mónica de Olazo y Alejandro Ford, que vivían en el barrio de las Mil Casas de Tolosa, en La Plata. Ellos también eran militantes del PST.

Julio, a quien le decíamos Bocha, tenía 21 años y era estudiante de derecho. Militó en la Juventud Socialista hasta que ingresó al Banco Crédito Provincial. Moniquita tenía 18 años y comenzó a militar cuando cursaba la secundaria. Alejandro, el Negro, tenía 20 años, estudió bellas artes y fue dirigente de la UES. Su caso fue muy resonante porque, siendo un cuadro importante, rompió con la JP para ingresar en la corriente trotskista morenista. Alejandro y Mónica eran pareja.

Por aquellos días Miguel y los chicos se reunían en un equipo que era la continuidad de otro que habían integrado conmigo y mi compañera, Pelusa. Es que, aun durante la dictadura iniciada en marzo de 1976, el PST seguía funcionando en la clandestinidad. Nos reuníamos cuidando la seguridad de todos y debatíamos la situación política, nos formábamos teóricamente y planificábamos actividades. Teníamos claro que aún hacía falta construir esa herramienta, el PST, que años antes, con el auge del peronismo y el guerrillerismo, se había ganado un lugar destacado dentro de la clase obrera y sus luchas. Pero no todo era política, también compartimos muchos momentos y se generaron grandes lazos de amistad.

Luego de que Miguel me describió lo que vio, fui hasta un teléfono público y llamé al trabajo de Julio y luego a su casa, no se había presentado a trabajar y su hermano, con la voz alterada, me dijo que no estaba y preguntó nerviosamente “quién habla”. No hacía falta más. Le dije a Miguel “los secuestraron” y dimos aviso al partido. Pasaron treinta y seis años sin saber qué había sido de ellos. En 2013 el Equipo Argentino de Antropología Forense los identificó, estaban enterrados como NN en el cementerio de Ezpeleta. Los habían fusilado frente a la comisaría de esa localidad, simulando un atentado, junto con otras dos víctimas.

Hoy, a cuarenta y cuatro años del día de su secuestro, los sigo recordando con sus sonrisas y esas tremendas ganas de cambiar esta realidad capitalista por un mundo más justo, un mundo socialista. Cuando veo a la nueva camada de jóvenes compañeros y compañeras entusiasmados en la tarea de construir el partido revolucionario me doy cuenta de que, a pesar de su muerte, no todo fue en vano. Veo en ellos los rostros de Julio, Moniquita y Alejandro. Esa es una de las razones por las que sigue valiendo la pena construir una organización revolucionaria como Izquierda Socialista.

¡Justicia por los compañeros del PST de Tolosa desaparecidos! 

Julio, Mónica y Alejandro ¡hasta el socialismo siempre!

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El lunes 10 de mayo se volvió a dar un salto en las agresiones del estado sionista de Israel contra el pueblo palestino con el criminal bombardeo a la Franja de Gaza con más de 20 muertos, entre ellos nueve niños.

La tensión se agudizó en Jerusalem, por la mañana, en medio de un bloqueo de manifestantes palestinos que reclamaban contra una marcha sionista conmemorando la ocupación y anexión del territorio palestino de Jerusalem, realizada en 1967. Una provocación más contra el pueblo palestino. Esta provocación se da en el marco de su celebración anual religiosa que es el Ramadán, dónde las y los palestinos desde hace días intentan llegar a la explanada de la Mezquita Al-Aqsa, que es considerado el tercer lugar santo del Islam. Israel prohibió el acceso palestino a la explanada de las mezquitas con el falso argumento de “cuidado sanitario”, cuando el estado sionista y racista le niega vacunas al pueblo palestino.

Represión de la policía israelí en la explanada de las Mezquita Al-aqsa

La criminal represión a las y los palestinos, que quieren llegar a la mezquita, lleva alrededor de 300 heridos y hospitalizados en los enfrentamientos con la policía israelí.

La tensión se agravó durante la noche del lunes 10 cuando se produjo un nuevo bombardeo a la Franja de Gaza por el ejército sionista. Israel justifica el ataque como respuesta al lanzamiento de misiles desde Gaza por parte de Hamas, sobre el territorio israelí. Hamas había advertido que debía cesar la represión de la policía israelí en su ataque contra los palestinos que quieren congregarse en la mezquita.

La ocupación sionista pretende dar nuevos pasos, luego de la anexión de Cisjordania, dejando a centenares de miles de palestinos en el campo de batalla, sufriendo la represión, bombardeos y desalojos. Esto tiene que parar.

Los pueblos del mundo deben levantarse en apoyo y solidaridad por el pueblo palestino, denunciar la ocupación sionista del Estado racista de Israel que cuenta con el apoyo completo del imperialismo yanqui. El gobierno de Biden repudió el accionar solidario de Hamas pero ignoró la criminal represión del sionismo sobre miles de palestinas y palestinos que, desde hace una semana, tratan de llegar a su mezquita.

Desde la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI) llamamos a solidaridad internacional con la lucha del pueblo palestino.  Exigimos el cese a los bombardeos sobre la Franja de Gaza. Basta de represión y ataques racistas del estado sionista y que miles de palestinas y palestinos puedan acceder libremente a la explanada de las mezquitas.  Desde la UIT-CI repudiamos esta nueva agresión del estado racista de Israel y apoyamos la lucha por una salida verdaderamente justa que es el establecimiento de un estado único, laico, no racista y democrático en todo el territorio histórico de Palestina.

Llenemos de apoyo y solidaridad internacional al pueblo palestino.

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