Jul 17, 2024 Last Updated 6:04 PM, Jul 17, 2024

Izquierda Socialista

Con esa frase respondieron sorprendidos los enviados del Fondo a los planteos que les hizo el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey.

El precandidato presidencial peronista decidió sobreactuar su sumisión al FMI, afirmando que su prioridad será “pagarle la deuda al organismo para recuperar confianza”, además de proponer avanzar en reformas estructurales. Respecto de esto último propuso una reforma laboral (léase flexibilización) y otra previsional, que incluya volver a crear un sistema de jubilación privada, como la que estafó a decenas de miles de jubilados en la década menemista. Los funcionarios del FMI se sorprendieron gratamente, al extremo de “alagar” a Urtubey y los economistas que lo acompañaban afirmando que “parecían del FMI”.

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Roberto Lavagna, devenido como el “candidato” presidencial sorpresa, fue el otro que ayudó a que el FMI pudiera mostrar un perfil “dialoguista”. Fue una reunión sin demasiadas novedades, ya que el ex ministro de Economía de Duhalde y Néstor Kirchner se limitó a decir: “No voy a sumar mi voz al análisis de la coyuntura, hay demasiadas voces y mucho ruido”.

Lo que sí debemos recordar es que, mientras se busca construir un “supuesto” Lavagna exitoso, ya que fue ministro durante el período en que la economía se recuperó tras la crisis de 2001, la realidad es que esa recuperación tuvo un factor fundamental: se había dejado de pagar la deuda externa a fines de 2001 y ese dinero resultó central para la reactivación. Lavagna, por el contrario, fue justamente el ministro que volvió a pagar la deuda con los acreedores privados, con un gigantesco negociado que fue el “canje” del año 2005.

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Nos nos referimos en esta nota a su saltimbanqui carrera política al interior del peronismo, donde fue sucesivamente cafierista, menemista, duhaldista, kirchnerista, antikirchnerista massista y ahora… de nuevo kirchnerista. Nos queremos referir a algo mucho más terrible, que el ahora otra vez candidato “a algo” quiere que no se recuerde, mientras se viste de progresista su directa responsabilidad, en el asesinato de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán en junio de 2002.

Solá era entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires y tuvo una participación directa en el operativo policial que reprimió la marcha piquetera sobre el puente Pueyrredón y terminó con la “cacería” de manifestantes y el asesinato de Maxi y Darío en el hall de la estación Avellaneda (hoy renombrada justamente “estación Kosteki y Santillán”), y en el vergonzoso despliegue mediático posterior. “Se mataron entre ellos”, “fue una interna piquetera”, fueron las afirmaciones que difundían los medios, dichas por los propios funcionarios oficiales. Nora Cortiñas, referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, relató que fue el mismísimo Felipe Solá el que lanzó a correr ese planteo cuando ella lo llamó para reclamarle ante la represión.
Ahora, en 2019, Felipe Solá vuelve otra vez al ruedo electoral. Los familiares de Kosteki y Santillán han salido a recordarle a todos de qué personaje se trata.

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Prácticamente todos los días se conoce un dato económico nuevo que nos ilustra que estamos, literalmente, en el fondo del pozo. La economía se encuentra en caída libre desde hace casi diez meses. Se hunde literalmente todo el consumo popular, las familias trabajadoras están endeudadas por haber usado sus tarjetas de crédito para comprar comida o medicamentos y ahora no pueden hacer frente a saldarlas, el drama del desempleo golpea a la puerta cada vez más seguido.

Todo esto no fue producto de ninguna “tormenta”, como nos quiere hacer creer el gobierno. Fue a lo que nos llevaron las políticas de super endeudamiento del gobierno de Macri, que terminaron cuando los especuladores entendieron que “ya habían ganado suficiente” y “era hora de irse”, llevándose los dólares y provocando una brutal devaluación, con las consecuencias que vimos con la disparada inflacionaria. Pero esta debacle también es producto de lo que siguió: un plan económico acordado por Macri, los gobernadores y el FMI que se propone ajustar “hasta que salga sangre” para garantizar así seguir pagando la deuda externa.
Pero este ajuste muestra por todos los poros su costado clasista: del otro lado del sufrimiento de trabajadores, jubilados y miles de nuevos desocupados están los grandes ganadores. Los que estuvieron “de fiesta” todo 2018: el sector financiero, que hizo ganancias récord, junto con los acreedores externos, que obtuvieron tasas de retorno superiores a las de prácticamente cualquier país del mundo. 

¿Ahora viene la recuperación?

A partir de octubre pasado parecería que estuviéramos en “la paz de los cementerios”. La economía sigue hundida, la inflación continúa su carrera para arriba, siguen los tarifazos, los despidos, las suspensiones. ¿Nada nuevo entonces? Sí, se detuvo el alza del dólar (y hasta en algunos momentos bajó unos centavos).
¿Acaso esta es la primera señal para que “de a poco” vayamos mejorando” como nos quiere convencer el gobierno? La respuesta es contundentemente negativa. No vamos a ver ninguna reactivación en 2019: imposible con estos salarios por el piso y con un ajuste que exige que el déficit fiscal sea de cero por ciento. No habrá un peso para nada. Y mucho menos con un Banco Central que para intentar asegurarse la estabilidad del dólar le sigue garantizando a los bancos un negociado fabuloso con tasas de interés que llegaron a estar a 75% (y hoy superan largamente el 45%). Lo decimos nosotros, pero lo dicen también todas las consultoras privadas y hasta el propio FMI: terminaremos 2019 también con recesión, cercana al -2%.
Lo reconocen los propios economistas amigos del gobierno. Carlos Melconian acaba de reconocer que este plan económico, incluyendo el préstamo de 57.100 millones de dólares del FMI, es para “aguantar hasta las elecciones”, “alejando el fantasma del default” (léase la imposibilidad de pagar los vencimientos de deuda) y tratando de evitar que no se dispare de nuevo el dólar.

¿Cuál es la salida?

Lo peor, sin embargo, viene después. En 2020 y 2021 cuando ya no haya entrada de dinero del FMI y, por el contrario, llegue la hora de devolver ese dinero. Que se sumará a la bola de nieve del resto de los vencimientos que generan y autogeneran una deuda que, sumada la nacional, las provinciales y la del Banco Central, supera largamente los 400.000 millones de dólares. Todo el ajuste de 2018 y el que se está empezando a desarrollar en 2019 nos conducirán a velocidad astronómica al desastre, a crisis como las que ya vimos en la historia argentina, en la hiperinflación de 1989, o en 2001, por citar los dos ejemplos más recientes.
Todo esto lo sabe el gobierno. También lo sabe el FMI. Por eso plantean, para “después de las elecciones”, ir urgente por lo que llaman las “reformas estructurales”: la reforma laboral, la previsional y la fiscal (ver pág. 3). Para que la crisis, una vez más, caiga sobre la cabeza de los trabajadores.
Pero también tenemos que decir que todo esto lo sabe también la oposición peronista que en todas sus vertientes se está reuniendo en estos días con los funcionarios del Fondo. Por eso mienten cuando dicen que, si ellos ganan, van a implementar un programa económico “nacional y popular” o de “redistribución de la pobreza”. Mienten cuando dicen que “renegociando con el Fondo”, o con los mismos acreedores “reestructurando vencimientos de la deuda”, todo se habrá solucionado. ¡El FMI va a seguir exigiendo un plan de ajuste! Y cualquier “reestructuración de la deuda” o “canje”, ya sabemos cómo termina: alimentando esa bola de nieve sin fin, que hace que cada año paguemos más, y a la vez debamos más. Si el peronismo gobierna, serán ellos los que llevarán adelante el ajuste, de la misma forma que lo hacen ahora en las provincias que tienen a cargo.
Esa es la única verdad. Por eso insistimos en lo que venimos diciendo hace años desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda: la única salida pasa por romper con el FMI y suspender inmediatamente los pagos de la deuda externa, para dar inicio así a medidas de emergencia de un plan alternativo, obrero y popular, como las que explicamos en estas mismas páginas.

 

La industria en su peor nivel en diez años

Nuestra capacidad industrial se retrotrajo a la del año 2009. Terminó 2018 cayendo 5%, después de ocho meses consecutivos de retroceso. La utilización de la capacidad instalada está apenas por encima del 50%: esto quiere decir que actualmente en nuestro país, de cada dos máquinas, una está parada. En algunos sectores la situación es peor aún: las automotrices están trabajando al 25% de su capacidad.
La industria de la construcción también está hundida producto del parate de la obra pública por el ajuste y de que la inflación casi liquidó los créditos para la vivienda. Cerró 2018 con un retroceso de 20%.

2019: siguen los tarifazos 

En realidad nunca pararon. A diciembre pasado ya se calculaba que las boletas de servicios públicos más los pasajes de transporte ya se llevaban el 26% promedio de nuestro salario. Pero este año comenzó con todo: aumentos de la luz, del agua, del transporte público. También subieron los precios de los productos recientemente “desregulados”, como las naftas, que ya preparan un nuevo incremento para principios de marzo. Y la carrera no para: para este invierno el gas será 80% más caro que el año pasado.

Crecen los despidos

Casi todos los días escuchamos la noticia de alguna fábrica que despide compañeros, los suspende o directamente cierra. En 2018 se perdieron 123.000 puestos de trabajo en blanco en la industria. Multipliquémoslo por los que se habrán perdido en negro. Cuando se los reemplazó, es por puestos precarios, totalmente descalificados. Así, por ejemplo, vemos la Ciudad de Buenos Aires inundada de jóvenes en bicicleta o moto con sus cajas de Glovo o Rappi. Mientras tanto, la tasa de desempleo oficial ya está en 11,8%, sumando 9% más de subempleo. No extraña entonces, que según los datos de la UCA el 33,6% de los argentinos vivan en la pobreza (dato que pronto también se verá en los números oficiales, ver pág. 3).

Banqueros y acreedores: los grandes ganadores

Mientras se pulverizaban salarios y jubilaciones, los banqueros estaban de fiesta. En 2018 ganaron 172.106 millones de pesos, 121% más que en 2017. Lo hicieron gracias a aprovechar la devaluación, a las supertasas con las que esquilman a los ahorristas y a la bicicleta financiera.
La contrapartida de esta fiesta es un endeudamiento extremo, siendo la Argentina el país que más se endeudó en 2018, después de haber estado bien arriba en la tabla de posiciones también en 2017 y 2016. Las consecuencias son que hoy debemos “oficialmente” (según la página web del Ministerio de Economía) 307.646 millones de dólares, a lo que hay que sumarle las deudas de las provincias y la del BCRA, lo que hace que el valor total pase cómodamente los 400.000 millones, incluyendo en ellos los 57.100 del FMI que habrá que devolver en breve. Claro que todo ese dinero que ingresó solo sirvió para pagar deuda anterior o para alimentar la bicicleta financiera: desde fines de 2015 a hoy ya se fugaron 124.000 millones de dólares.

Los salarios y las jubilaciones perdieron por goleada frente a la inflación

2018 cerró con una inflación oficial de 47,6%. Los salarios aumentaron en promedio 30,4%. Así, se calcula que perdieron 17,2%. Las jubilaciones, asignaciones universales por hijo y asignaciones familiares perdieron 15,7%. Como si todo esto fuera poco, la inflación de enero ya picó en punta con 2,9% y para febrero se calcula un piso de otro 3%.

 

 

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Sosteniendo que ha sufrido pérdidas por 300 millones de pesos debido a la recesión y la caída de las ventas, el multimillonario patrón Javier Madanes Quintanilla solicitó el procedimiento de crisis para FATE, la empresa fabricante de neumáticos. Y asegura que para solucionar el problema debe despedir a más de 400 obreros, un turno completo de los 1.600 trabajadores de la fábrica ubicada en San Fernando, provincia de Buenos Aires.

El 21 de febrero, al día siguiente de la salida de esta edición de El Socialista, se va a realizar una primera audiencia en el ministerio de Trabajo.
Allí se dirigirán los compañeros de la conducción del Sindicato Único de Trabajadores del Neumático (Sutna) –integrantes de la mesa del Plenario del Sindicalismo Combativo-, para demostrar que la declaración de crisis es un verdadero fraude. En un folleto ampliamente difundido en la fábrica y en el gremio señalan:
“Históricamente la conducción empresarial de FATE presionó en forma permanente a los trabajadores y buscó todo tipo de estrategias para flexibilizar las condiciones laborales. Esto sucedía al mismo tiempo que el grupo empresarial de la familia Madanes crecía económicamente […] Luego de instalar la empresa madre, FATE, creó empresas como Aluar (fábrica de aluminio), la represa Futaleufú, el parque eólico de Puerto Madryn, INFA (construcción, montajes y servicios industriales), Transpa (transporte de energía), Refate y varias más […] La revista Forbes Argentina nombra a Javier Madanes Quintanilla con un patrimonio de 1.600 millones de dólares (61.296 millones de pesos)”.
La misma revista el 12 de marzo de 2018 decía que las ventas de Aluar en los nueve meses anteriores habían sido de 10.456 millones de pesos, con ganancias de 1.415 millones. Y la hidroeléctrica Futaleufú generó 4.444 millones de pesos. Infa facturó 936 millones de pesos en los doce meses hasta el 30 de junio de 2016.

Por su parte el Diario de Madryn (9 de diciembre de 2018) dice que Aluar pondría a disposición de sus accionistas un dividendo (ganancias) de 2.884 millones de pesos por el ejercicio cerrado el 20 de junio”
¿Cómo puede Madanes declararse en crisis con estas ganancias multimillonarias? Como hacen todas las patronales, las ganancias se las quedan para ellos, pero si una empresa de las muchas que tienen sufre una baja en las ventas, eso lo tienen que cubrir los trabajadores con despidos, flexibilización y pérdida de conquistas. Ganancias para los patrones, pérdidas para los obreros.
Frente a ello, la conducción del Sutna inició la lucha contra la amenaza de despidos con una movilización al Ministerio de Trabajo el 8 de febrero para presentar un documento en rechazo a la solicitud de procedimiento preventivo de crisis por Madanes. Y el gremio se declaró en estado de alerta y movilización.
Junto a los compañeros de FATE y el Sutna llamamos a rechazar la fraudulenta declaración de crisis por Madanes y a luchar contra los despidos y el intento de imponer la flexibilización laboral.

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