Este 24 de marzo trae aparejado una carga simbólica ejemplar para los trabajadores argentinos y en particular para los militantes revolucionarios. Se conmemora un nuevo aniversario del golpe y al mismo tiempo se cumplen 4 décadas de “democracia” ininterrumpida. Hace ya 40 años Alfonsín ocupaba la escena política Argentina inmortalizando la frase “Con la democracia se come, se cura y se educa”, frase que condensaba las aspiraciones de una clase trabajadora que votó masivamente al radicalismo con la esperanza de culminar una etapa de crisis, terror y muerte. Hoy tenemos un país con casi un 40% de pobres, de entre los cuales casi 6 millones son niñes, nos obliga a revisar el devenir de las promesas de la llamada “primavera alfonsinista” y los gobiernos posteriores, pero antes, es meritorio hacer un breve recorrido por las razones históricas del golpe del 76.
LA HERENCIA DE LA DICTADURA Y LOS GOBIERNOS DEMOCRÁTICOS
El retorno democrático, arrancado en gran medida por la movilización de masas, suponía el comienzo de una nueva etapa de recuperación y desarrollo nacional. El problema es que los males sociales asentados por la dictadura militar no solo no se acabaron, sino que se acentuaron. La desocupación estructural, el vaciamiento de la salud, la educación y las empresas públicas, la dependencia y el endeudamiento externo, solo se profundizaron con el paso de los sucesivos gobiernos. Más allá de las coyunturas y de las formas, los gobiernos posteriores a la dictadura solo nos hundieron más en la miseria y en la decadencia. Ninguno de los gobiernos posteriores, casi todos peronistas menos el de Alfonsín en el '83, el de La Alianza desde el '99 al 2001,y el de Macri de 2015 a 2019 rompió la herencia económica de la dictadura representada en la deuda externa y en el ataque permanente a los derechos laborales. Es importante entender que todos los gobiernos de la democracia, con sus diferentes particularidades, son representantes de la misma clase social impulsora del golpe.
Por otro lado, si bien la lucha de los organismos de derechos humanos, la militancia, los intelectuales y gran parte de la sociedad argentina, conquistó el juicio a las juntas y logró el enjuiciamiento de la mayoría de las cúpulas militares, ni Alfonsín ni ningún gobierno posterior fue a fondo con un verdadero plan para esclarecer y juzgar los crímenes de la dictadura. Alfonsín terminó dictando las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y el menemismo los indultos.
Más acá en el tiempo, el Kirchnerismo se enarboló en las consignas de los derechos humanos, teniendo como mano derecha en materia de seguridad a personajes de la talla de Milani, quien fue un represor y torturador durante el operativo Independencia (proceso antecedente a la dictadura militar) y continuó en funciones durante la dictadura; tampoco el Kirchnerismo abrió los archivos de la dictadura, uno de los reclamos históricos de los organismos de Derechos Humanos.
Macri retomó un nuevo ataque contra los derechos humanos aplaudiendo leyes como la del 2x1 a los genocidas y Alberto llamó a “dar vuelta la página” para con las fuerzas armadas responsables del golpe.
LUEGO DE MÁS DE 4 DÉCADAS ¿CUÁL ES EL BALANCE NECESARIO?
La dictadura militar no solo dejó un saldo de 30.000 compañeros desaparecidos y alrededor de 500 bebés apropiados. Como ya dijimos, dejó un camino de sometimiento y miseria que traza un hilo de continuidad entre todos los gobiernos constitucionales. Hoy en día vemos a personajes como Milei negando el número de desaparecidos y el genocidio perpetuado por el aparato represivo al mismo tiempo que demoniza a los luchadores sociales, y no es una coincidencia. Los nuevos liberales fascistoides expresan con total contundencia la relación intrínseca entre los programas económicos de mayor ataque a la clase trabajadora y la necesidad de reprimir a la vanguardia del movimiento obrero y a la izquierda. En ese sentido debemos ser contundentes, el programa económico y político de Milei no es realizable sin un proceso de represión equiparable al de la dictadura, son sus continuadores más directos.
Como militantes revolucionarios tenemos la tarea de marcar la vigencia de la lucha setentista, continuando el legado de nuestros mártires desaparecidos, torturados y asesinados en la lucha por el socialismo. Desde Izquierda socialista, esto lo hacemos construyendo un partido que retome la tarea histórica por la que murieron nuestros compañeros y que recordamos cada 24 de marzo, la construcción de una Argentina y un mundo socialista.