Jul 29, 2024 Last Updated 5:39 PM, Jul 29, 2024

Izquierda Socialista

El 17 de diciembre de 2010 un hecho trágico desató una tormenta social sin precedentes en el norte de África y Medio Oriente. Aquel día, Mohamed Buazizi, un joven vendedor ambulante de verduras, prendió fuego su cuerpo para protestar contra la confiscación de su pequeño puesto por parte de la policía de Sidi Bouzid, una ciudad del centro de Túnez. Este hecho, que en otro momento no habría traspasado las fronteras, fue la chispa que inició una revolución en Túnez y un colosal proceso de rebeliones en esa región que fue conocido como la “primavera” o revolución árabe.

Escribe Adolfo Santos

El suicidio de Buazizi causó una indignación generalizada que evidenció una necesidad reprimida de manifestarse contra el régimen dictatorial de Ben Ali. Las manifestaciones populares comenzaron localmente y en pocos días se extendieron a todo el país hasta llegar a la capital. La dictadura, elogiada por los organismos financieros internacionales y los grandes empresarios franceses y alemanes que instalaban allí sus fábricas para aprovecharse de las exenciones impositivas y de la mano de obra barata, fue repudiada por las masas populares movilizadas.

La irrupción de los trabajadores en ese proceso fue fundamental para asestarle un golpe mortal al régimen. Delegaciones regionales, por fuera de la cúpula de la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT), protagonizaron un papel decisivo conduciendo a miles de jóvenes trabajadores y trabajadoras con salarios miserables a unirse a la revolución. Fueron estos batallones obreros que enfrentaron a la policía, atacaron las residencias de los familiares del dictador, incendiaron comisarías y acabaron venciendo.

Se organizaron comités de defensa de la revolución, encargados de la seguridad, de la distribución de alimentos y de convocar a nuevas manifestaciones. Millares de efectivos de las fuerzas policiales comenzaron a unirse a las protestas. Desesperado, Ben Ali prometió, sin éxito, democratizar el régimen y crear 300.000 puestos de trabajo. Desde las bases de la UGTT surgió una poderosa huelga general que paralizó el país. Fue el golpe definitivo. El 14 de enero de 2011 Ben Ali huyó a Arabia Saudita.
Lo sucedió un gobierno formado por ex integrantes del viejo régimen y algunos opositores. Las masas exigieron la salida de los ex funcionarios, mientras que comités de defensa se iban constituyendo en diversas localidades destituyendo a las viejas autoridades e imponiendo nuevas estructuras provisorias. Una movilización revolucionaria acabó con el régimen dictatorial. Triunfó una revolución democrática que, por la falta de una dirección socialista revolucionaria, no pudo avanzar a un gobierno de las y los trabajadores y los sectores populares.

Se extiende la revolución

Pero Túnez no era una excepción. Era la expresión de una rebelión que se extendería a toda la región del Magreb y el Medio Oriente contra antiguas dictaduras y una situación de miseria insostenible. Además, significó un golpe a la dominación y explotación imperialista yanqui y europea en la región que habían sostenido por años esos regímenes corruptos. En 2010 se produjeron protestas del pueblo saharaui, en el Sahara Occidental ocupado por Marruecos, que fueron violentamente reprimidas con el apoyo del gobierno español. Pero en 2011 una serie de levantamientos populares derribaron o colocaron en jaque a los regímenes de Egipto, Libia, Siria y Yemen, entre otros.

Un capítulo destacado fue el de la revolución egipcia, que acabó con la dictadura proimperialista de Hosni Mubarak. Esa fortaleza comenzó a derretirse el 25 de enero. Cansados de la represión y de una situación económica desastrosa provocada por una política de ajuste, de privatizaciones y de flexibilización laboral impulsada desde el FMI, amplios sectores de masas comenzaron a movilizarse ocupando la estratégica plaza Tahir.

El gobierno ordenó la represión policial, pero no consiguió desalojar la plaza, convertida en un verdadero cuartel general de la revolución. Entonces Mubarak echó mano de sus partidarios a sueldo, que organizaron un feroz ataque con bandas armadas que hasta utilizaron camellos y, en una verdadera batalla campal, conocida como “la batalla de los camellos”, fueron rechazados por los ocupantes, decididos a no salir de la plaza hasta derrocar al gobierno.

Con todo, Mubarak no caía. El hecho decisivo para su derrota fue la entrada en escena del movimiento obrero. Desde las fábricas de Alexandria y del delta del Nilo, pasando por la región de Suez y llegando a El Cairo, fue creciendo un movimiento huelguístico que paralizó la economía del país. Acorralado, el 11 de febrero Mubarak se vio obligado a renunciar después de treinta años en el gobierno. Era el fin de un régimen odiado. La plaza Tahir estalló de alegría.

Un nuevo gobierno capitalista de transición asumió con la ayuda del imperialismo y de los partidos de oposición, como la Hermandad Musulmana. Apoyados en las esperanzas democráticas de las masas y la ausencia de una dirección revolucionaria, aprovecharon para desviar el proceso con el argumento de que “la revolución ya terminó, ahora debemos volver a trabajar para sacar el país adelante y los problemas se resolverán con la democracia”. Las movilizaciones y los reclamos continuaron, sin embargo consiguieron desarmar el proceso e inclusive hacerlo retroceder.

Lo mismo sucedió en otros países de la región donde la revolución se estancó, como en Libia, o sufrió una grave derrota como en Siria, donde el genocida de Bashar Al Assad fue apoyado militarmente por Rusia e Irán y contó con la colaboración de los Estados Unidos.

Pero diez años después el proceso revolucionario, con sus contradicciones, sigue vigente, como lo muestran las reiteradas protestas en Túnez o las rebeliones populares en Argelia, Sudán y Líbano.

 



El proceso revolucionario sigue vigente

El saldo de esa oleada revolucionaria que conmovió el mundo árabe a partir de 2010 es positivo. Con desigualdades, fueron revoluciones democráticas en la medida en que derrocaron viejos regímenes dictatoriales corruptos sostenidos por el imperialismo. También fueron objetivamente anticapitalistas al cuestionar los planes de ajuste, la miseria y la desigualdad social. Si no avanzaron no fue porque su propósito era simplemente conquistar la democracia, sino porque no se consolidaron direcciones políticas revolucionarias capaces de ofrecer un programa para disputar el poder y avanzar a gobiernos de la clase trabajadora y los sectores populares.

Con altibajos, las movilizaciones no han dejado de suceder en la región, lo que demuestra que el proceso continúa vigente. En enero de 2019 asistimos a una revolución popular en Argelia contra el régimen encabezado por Abdelaziz Boutheflika, y si bien el régimen no cayó se vieron obligados a desplazar a Boutheflika, que gobernaba desde 1999. Antes de eso hubo una rebelión popular contra la dictadura en Sudán. Se retomaron las movilizaciones en Egipto contra el gobierno dictatorial del general Al-Sisi y en Túnez las luchas nunca cesaron.

En Líbano asistimos, en octubre de 2019, a la “revolución del whatsapp”, donde miles de trabajadores, jóvenes y mujeres salieron a las calles protestando contra la tarifa de ese servicio y acabaron cuestionando al gobierno y las negociaciones con el FMI, obligando a renunciar al primer ministro. En Irak se produjo una masiva revuelta contra las políticas capitalistas del primer ministro Adil Abdul-Mahdi, que fue duramente reprimida, pero que obligó al gobierno a hacer concesiones.
Pasados diez años, la revolución árabe continúa en pie. Seguiremos apoyando estas heroicas luchas. En ese proceso apostamos al surgimiento de nuevas direcciones políticas y sindicales que se doten de un programa para disputar el poder e impulsar gobiernos de las y los trabajadores y los sectores populares.       

“Juro por la memoria de los 30.000 compañeras y compañeros detenidos desaparecidos y por los caídos del glorioso Partido Socialista de los Trabajadores; por los que dan la vida en primera fila contra la pandemia, los profesionales y trabajadores de la salud; en apoyo a las luchas obreras y populares, de las mujeres y la juventud; por el aborto legal, seguro y gratuito; por la separación inmediata de la Iglesia del Estado; por un gobierno de las y los trabajadores y por una Argentina y un mundo socialistas. Por todo ello ¡sí, juro!”

El 10 de diciembre asumió como diputado nacional nuestro compañero Juan Carlos “Gringo” Giordano. Lo hizo en nombre de Izquierda Socialista como parte de la rotación de bancas del Frente de Izquierda Unidad, en reemplazo de Romina Del Plá (PO). Ocupará su banca hasta fines de 2021.

También a Izquierda Socialista le corresponderá una segunda banca, que será ocupada por nuestra compañera delegada ferroviaria Mónica Schlotthauer, en reemplazo de Nicolás del Caño (PTS) en los seis meses finales del año próximo.
Giordano asume por segunda vez. Ya lo hizo en 2017, poniendo su banca al servicio de las luchas obreras y populares, de las mujeres y la juventud.

Giordano asumió, juró y votó por el aborto legal. Un orgullo para toda nuestra militancia y la del Frente de Izquierda. El Gringo es abogado y tiene 58 años. Presentó varios proyectos de ley, entre ellos el que dispone el no pago de la deuda externa, la expropiación de la Barrick y por la defensa de la educación pública y gratuita. ¡Todo el apoyo para que siga profundizando este camino de lucha obrera y socialista!

Como todos los años para esta fecha nuestro partido está de campaña financiera, recolectando fondos entre nuestros militantes, simpatizantes y amigos de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad. Al contrario de los partidos patronales que son financiados por grandes empresarios y multinacionales, nosotros nos solventamos con los aportes voluntarios de trabajadores, mujeres, vecinos y jóvenes. Así construimos una alternativa política de los trabajadores y las  trabajadoras y la unidad de la izquierda, como lo estamos haciendo con el FIT Unidad.

Te pedimos un aporte para apoyar las luchas obreras y populares, de las mujeres y la juventud, como juró defender nuestro diputado, Gringo Giordano, en el Congreso. Hoy tenemos que seguir apoyando esta gran lucha por conquistar el aborto legal, lo cual demanda costos económicos.

También necesitamos tu aporte para apoyar los reclamos contra el ajuste, decirle no al robo jubilatorio, a la megaminería en Chubut, al FMI y brindar solidaridad internacional con los pueblos del mundo que pelean contra los planes capitalistas, como lo estamos haciendo con la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores (UIT-CI) de la que somos parte, y que viene de realizar su exitoso séptimo congreso.

Te pedimos que colabores con Izquierda Socialista. También podés hacerlo adquiriendo este anuario especial de El Socialista a precio solidario. Sabemos que significará un gran esfuerzo de tu parte ante el crecimiento de la crisis económica, pero vale la pena. Desde ya muchas gracias.

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Convocado por la Multisectorial luego de ser impulsado y votado por las asambleas de las tres fábricas ceramistas se realizó el Encuentro de Trabajadores en el predio de la Cerámica Neuquén bajo gestión obrera. El objetivo de la convocatoria era coordinar las acciones de las próximas semanas y fijar posición ante acontecimientos nacionales como la modificación de la ley del cálculo jubilatorio. El encuentro realizado en la Cerámica Neuquén reunió a unos 200 luchadores de distintos sectores: El Sindicato Ceramista y obreros de las tres fábricas; dirigentes de la directivas seccionales docentes Multicolor de Aten y docentes del Frente Bermellon; una delegación del Sindicato Municipales de Centenario que había votado en su asamblea asistir al encuentro;  activistas de varios hospitales de Neuquén y del Hospital Campo Grande de Rio Negro; La Confederación Mapuche; las organizaciones Sociales como el Polo Obrero, El MTD y el FOL; y los partidos de izquierda. También se destacó la presencia de vecinos de seis tomas de tierras que están en plena lucha.

Abrieron el Encuentro Alejandro Lopez, Secretario General Ceramista y dirigentes de las organizaciones gremiales convocantes y un saludo de los partidos de izquierda. Hubo una coincidencia total en enfrentar el ajuste nacional y provincial y la necesidad de la coordinación para fortalecer cada lucha en curso. Luego se pasó a sesionar en cuatro comisiones. Finalmente se leyeron las conclusiones de esas comisiones, quedando varias resoluciones aprobadas para la acción de las próximas semanas: 1) Permanecer en estado de alerta para asistir en forma inmediata si la justicia intenta desalojar la Cerámica Neuquén; 2) Adherir a la Jornada nacional de lucha convocada por el Plenario del Sindicalismo Combativo para el día que se trate en el congreso el proyecto del gobierno que ataca a las y los jubilados; 3) Organizar una jornada provincial en apoyo a las distintas luchas que se están desarrollando en provincia.

Luego, en las comisiones se votaron varias acciones: movilizar el 10 para que el aborto sea Ley, con el proyecto de la  Campaña; movilizar el 18 ante la convocatoria del gobierno al gremio docente; realizar una reunión de representantes de las tomas el sábado 12 para coordinar acciones, reclamar los servicios básicos, un plan de obras públicas y cese de la represión; respaldar todos los reclamos de las gestiones obreras ceramistas en el camino de exigir la estatización de la industria. Desde Izquierda Socialista participamos activamente con compañeros docentes, estatales, médicos, de las tomas de tierras y de la juventud. Compartimos  el discurso de apertura de Alejandro López, de Angélica Lagunas por la Minoría Multicolor de Aten Capital y de Gastón Rivero por Izquierda Socialista.

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Se acercan las fiestas de fin de año y un tema que aparece en todos lados es el del horror por las subas de los precios de lo que se denomina “canasta navideña”. Muchísimos productos cuestan el doble que el año pasado. ¡Hasta el pan dulce se vende en cuotas! Este fin de 2020, después de meses de pandemia, para muchos trabajadores será un problema incluso completar la mesa para juntarse a celebrar. Peor aún, los artículos de la canasta familiar todas las semanas aparecen con un aumento nuevo en las góndolas. Los salarios, mientras tanto, siguen perdiendo por goleada frente a esta suba de precios.

Lo mismo sucede con las jubilaciones.  Esta semana el gobierno intentó que el aumento, ya de por sí totalmente insuficiente, de 5% en diciembre, fuera “a cuenta” de lo que se reajuste en marzo. Tuvo que retroceder ante el repudio popular. Pero igualmente, el reajuste programado para marzo será un auténtico robo a los jubilados: no tendrá en cuenta la inflación acumulada, sino los aumentos de salarios. Parece un chiste: como los salarios quedan por debajo de la inflación, los trabajadores pierden. Pero como las jubilaciones van atadas a los salarios, también pierden los jubilados. Sumémosle que aquellos que se quedaron sin ingresos ya no recibirán siquiera los miserables 10.000 pesos del IFE.

Mientras tanto, ¿quién gana? La respuesta es cantada, los pulpos acreedores y el FMI. Es que, a la vez que el gobierno usa la pandemia como excusa, la realidad es que todo está dirigido a “ahorrar”, vía plan de ajuste, para garantizar el pago a los buitres de la deuda y al Fondo. Este es, en concreto, el famoso plan de ajuste que se está terminando de negociar con el FMI.

Mientras tanto, un par de encuentros de esta semana sirvieron para completar el panorama. En su tradicional reunión anual, el dirigente de la Unión Industrial Argentina (UIA) Daniel Funes de Rioja brindó con los burócratas de la CGT por haber logrado reducir lo que ellos llaman “el costo laboral”, a la vez que siguen reclamando más flexibilización. Sin ponerse colorado, Antonio Caló, de la UOM, festejó el acuerdo que se había alcanzado durante la pandemia por el que millones de trabajadores perdieron 25% de su sueldo. ¡Celebran una rebaja salarial en medio de una pandemia! Unos días más tarde fue el turno del asado, con foto incluida, del presidente Alberto Fernández con la cúpula de la CGT. Los burócratas, que hace un par de semanas habían esbozado una tibia queja ante la realidad del ajuste, ahora salieron a apoyar totalmente al gobierno. Por eso sigue pasando el ajuste. Se fueron con la promesa de que en breve se pondrá en marcha el llamado “acuerdo económico y social”. Se trata de una mesa en la que van a confluir burócratas sindicales, patronales y otros sectores como la Iglesia Católica para, todos juntos, “bendecir” el ajuste en curso. El motivo para realizar ahora la convocatoria será, otra vez, una exigencia del FMI, que pide que todos los “actores” se comprometan a apoyar el ajuste. 

Esta semana tuvimos además el sainete de la pelea entre el Frente de Todos y la oposición patronal de Cambiemos acerca de quién se queda con un peso más o menos de la coparticipación. El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires salió a denunciar que se les “roba a los porteños”. Seamos claros, no es verdad que el gobierno nacional utilizará ese dinero para resolver alguna cuestión urgente que aflija al pueblo trabajador; tampoco que así lo hacía Cambiemos en CABA. Se pelean en las alturas por un dinero que se terminará utilizando, tanto en un caso como en el otro, para subsidiar a los empresarios amigos o para pagarle a los pulpos acreedores.

Todo esto sucede mientras sigue la pandemia. En Río Negro, en el pico de los contagios, treinta y dos jefes de servicios renunciaron por no conseguir la recomposición de sus salarios. Es apenas un ejemplo de una lucha de los trabajadores de la salud que se extiende por todo el país. Los ferroviarios, que tuvieron decenas de contagiados, fueron considerados trabajadores “esenciales” para todo, menos para cobrar remuneraciones dignas. Por eso, tal como sucedió la semana pasada cuando se movilizaron motorizados por la Seccional Oeste de la Unión Ferroviaria conducida por Rubén “Pollo” Sobrero, siguen reclamando aumentos salariales que cubran la pérdida del costo de vida. También salen a protestar los docentes repudiando a los dirigentes que firmaron una paritaria miserable. Los aceiteros de Santa Fe están de paro ante la intransigencia de las patronales del sector, unas de las que más han ganado este año.

Estas peleas van marcando lo que se viene. El pueblo trabajador tendrá que salir masivamente a enfrentar el ajuste frente a las traiciones de las burocracias de la CGT y las CTA; eso es lo que estamos planteando desde el sindicalismo combativo y la izquierda. Por eso ya anunciamos que nos movilizaremos al Congreso el día que se trate el robo a los jubilados. Al mismo tiempo que exigimos en todos los gremios un aumento salarial de emergencia para que nadie gane menos del valor de la canasta familiar y que se reabran, sin techo, todas las paritarias.

Mientras el gobierno le va dando nuevas puntadas a su plan de ajuste, negociado paso a paso con el FMI, desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad decimos que la salida pasa por imponer otro plan económico, alternativo, obrero y popular. Que comience por romper con el FMI y dejar de pagar la deuda externa. Que imponga un impuesto de verdad a las grandes riquezas. Que nacionalice la banca y el comercio exterior para terminar con la especulación y la fuga de capitales. Que todos esos recursos se apliquen a resolver las más urgentes necesidades populares de salario, trabajo, salud, vivienda y educación.

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