Jul 17, 2024 Last Updated 6:04 PM, Jul 17, 2024

Izquierda Socialista

Redacción de Izquierda Socialista y de El Socialista

Escribe José Castillo

Otra vez el FMI está de visita en la Argentina. Se reunió primero con el equipo económico del gobierno. Nada excepcional salió de ese encuentro: el ministro Hernán Lacunza aseguró que cumplirá estrictamente con las metas de ajuste pactadas en el acuerdo del año pasado y se mostró confiado en que el FMI desembolsará la próxima cuota del préstamo, que muchos analistas sostienen que está “en duda”.

Pero la “perla” era, sin duda, la reunión con el equipo económico del Frente de Todos, que fue presidida por el propio Alberto Fernández. Tras la misma, el Frente de Todos emitió un comunicado donde parece criticar tanto al gobierno de Macri como al Fondo: “Quienes han generado esta crisis, el Gobierno y el FMI, tienen la responsabilidad de poner fin y revertir la catástrofe social que hoy atraviesa a una porción cada vez mayor de la sociedad argentina. Para ello deberían arbitrar todos y cada uno de los medios y las políticas necesarias”.

Quizás algunos compañeros puedan pensar que “por fin” Alberto Fernández se ha decidido a enfrentar al FMI. Nada más alejado de la realidad. El propio comunicado sostiene que “coincide con los cuatro objetivos principales del acuerdo con el FMI: recuperar el crecimiento de la economía, generar empleo para combatir la pobreza, reducir la inflación, y lograr una trayectoria decreciente de la deuda pública”, escondiendo que “coincidir” con los objetivos del Fondo es una lavada de cara para avalar el plan de ajuste del organismo.

Lo que sucedió es que la misión del FMI trató de que Alberto Fernández se hiciera corresponsable de los números del ajuste que debe presentar el gobierno para que se dé el visto bueno a la nueva cuota que debe enviar el organismo. Fernández, que ya le ha dado garantías de “gobernabilidad” a Macri no puede “firmar” como presidente antes de las elecciones y por lo tanto, deslinda esa responsabilidad ante el Fondo hasta que asuma. Donde sí continuará el acuerdo con el FMI, planteando una renegociación en los términos establecidos por el organismo (que incluye las reformas laboral y previsional). El FMI sigue cumpliendo su rol de “virrey” de la economía argentina. Una prueba más de que la única salida es romper con este organismo y dejar de pagar la deuda para resolver las más urgentes necesidades populares, como lo planteamos desde el FIT-Unidad.

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Escribe José Castillo

Macri había planteado antes de las elecciones que, en la semana inmediata posterior, se reuniría el Consejo del Salario para discutir el aumento del salario mínimo, hoy en 12.500 pesos. Este monto es una auténtica vergüenza: no llega a cubrir la canasta de indigencia y es el más bajo de toda Latinoamérica con la excepción de Venezuela. Se trata de un valor de referencia muy importante: muchos trabajadores en negro o tercerizados cobran ese monto. A partir de su valor se calcula el piso en numerosos convenios y, por lo tanto su aumento impacta sobre otras categorías salariales.

La CGT, por boca de Daer, había dicho hace unas pocas semanas (incluso antes de la brutal devaluación) que había que subir el monto a 31.000 pesos. Claro que, inmediatamente descartó que estuviera siquiera en estudio cualquier planteo de paro general. Todo cuando era un secreto a voces que el gobierno de Macri se preparaba para fijar un “aumento” de apenas 18.000 pesos.

Pero ahora, con una inflación desbocada, el gobierno directamente decidió postergar la reunión del Consejo, en principio para el 30 de agosto. La medida no es inocente: ya cualquier cosa que salga de dicha reunión no se cobrará en setiembre. En concreto: incluso el más miserable de los aumentos para los trabajadores con salarios más bajos no se cobra al menos hasta octubre. ¡Cuando todos los aumentos están impactando ahora!
¡El aumento del salario mínimo debe cubrir el costo de la canasta familiar, hoy en 48.000 pesos! Es obvio que el gobierno y las patronales directamente se ríen ante este planteo. Por eso sólo lo podremos imponer con la movilización. La CGT y las CTA tienen que romper con la tregua que le dan al gobierno con la excusa de la gobernabilidad y llamar al paro de 36 horas y a un plan de lucha. No se les puede pedir a los trabajadores que esperen a diciembre para algo tan básico como comer. La exigencia es ahora.

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La suba del 27% del dólar ya empieza a trasladarse a los precios. En las próximas semanas el impacto será peor. Hasta el propio gobierno lo reconoce. Se anunciaron medidas cosméticas que no sirven para nada. Hace falta un inmediato aumento de emergencia de salarios y jubilaciones

Escribe José Castillo, candidato a Diputado Nacional por la Ciudad de Buenos Aires

La devaluación de los días inmediatos a las PASO terminó siendo del 27%, la más fuerte en un período tan corto de tiempo desde la época de la hiperinflación de Alfonsín. Las repercusiones, en precios que subieron casi instantáneamente, en nuevas suspensiones, despidos y cierres de empresas ya se está haciendo sentir. Pero esto recién empieza: en los días que quedan de agosto y durante todo septiembre veremos las nuevas listas de precios en supermercados y almacenes. Se calcula que la inflación será por lo menos del 15% entre ambos meses. Y, como siempre, su impacto en alimentos, bebidas, productos de limpieza y tocador y remedios resultará mucho mayor.

El gobierno de Macri salió con una serie de medidas cosméticas, que no llegarán ni de lejos a compensar el costo del mazazo sobre el pueblo trabajador: la suspensión del IVA para 13 series de productos de la canasta familiar ya fue más que compensada por los propios comerciantes: se comieron esa diferencia del IVA y los precios aumentaron igual. Las rebajas sobre el impuesto al salario y el bono de aumento para estatales nacionales por única vez, es una burla. El congelamiento de combustibles ya está “en revisión”. Y no hay un aumento serio para los trabajadores privados ni para los estatales provinciales. Incluso se dio marcha atrás con el rumor de que habría una mínima recomposición para los jubilados, adelantando el reajuste de diciembre.

El nuevo ministro Hernán Lacunza y el presidente del Banco Central Guido Sandleris fueron clarísimos en sus mensajes: su prioridad es seguir el comportamiento del dólar, tratando que no se les dispare una nueva devaluación. A cambio, le garantizarán a los especuladores la continuidad de la bicicleta financiera, con las super tasas de interés superiores al 75%. Además, por supuesto, de seguir con el cumplimiento de las metas de ajuste exigidas por el FMI. Para garantizar todo esto, tanto al Fondo como al propio establishment económico internacional, se tendieron todos los puentes del “diálogo” y la gobernabilidad ante un Alberto Fernández que, tanto en sus propias palabras como en la de sus economistas, sostienen exactamente las mismas prioridades (Álvarez Agis, uno de los principales economistas del Frente de Todos, lo graficó diciendo que la única prioridad debía ser “el dólar, el dólar y el dólar”).

Ni Macri ni Alberto Fernández plantean subir los salarios, las jubilaciones ni los planes sociales ante el desastre. Mucho menos prohibir las suspensiones y despidos. La única preocupación de ambos es garantizarle a los mercados (léase a los pulpos especuladores) que van a cumplir a rajatabla con los pagos de deuda externa y al FMI que no van a romper el acuerdo. Desde el Frente de Izquierda Unidad somos tajantes: la prioridad es evitar la pulverización del poder adquisitivo popular. Por eso exigimos un aumento salarial y jubilatorio inmediato, para que nadie gane menos que la canasta familiar (hoy calculada por los trabajadores de ATE-Indec en 48.000 pesos), la prohibición de las suspensiones y despidos, todas medidas que sólo se pueden sostener rompiendo con el FMI, suspendiendo los pagos de deuda externa y nacionalizando la banca y el comercio exterior para terminar con la especulación financiera y la fuga de capitales. Para movilizarnos por este programa le exigimos a la CGT y las CTA que llamen a un paro nacional de 36 horas y un plan de lucha y seguimos peleando por el voto al FIT-Unidad.


¿Quiénes son los grandes ganadores de la devaluación?

Los monopolios agroexportadores

Cargill
ADM Agro
Bunge
Cofco
Aceitera General Deheza

Los bancos

Santander
Galicia
BBVA
ICBC
Macro
HSBC
City
Deutsche

Los fondos de inversión especulativa globales

Black Rock
Templeton
J.P. Morgan Chase & Co.
Allianz

 

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Escribe José Castillo

La devaluación significa superganancias para los exportadores, en particular para los monopolios extranjeros que tienen prácticamente copado nuestro comercio exterior. Cada dólar exportado significa un 27% más en pesos para esos pulpos. Dinero, por otra parte, que es en gran medida fugado, ya que el gobierno de Macri les da otro privilegio: no tienen ningún tipo de exigencia de reingresar al país las divisas, que obtienen explotando las riquezas de nuestros campos.

Actualmente los agroexportadores pagan un impuesto (llamado “retención”) que consiste en un monto fijo de 4 pesos por dólar exportado. Esto se fijó cuando el dólar estaba a 40 pesos, por lo que se trataba de un impuesto con una alícuota de 10%. Pero ahora el dólar ha subido desaforadamente, estando alrededor de 58 pesos. Y si las retenciones siguen a 4 pesos, de hecho la tasa baja a 6,8%. Todo un regalito para estas transnacionales.

Para que quede claro que esto seguirá así, fue el propio presidente Macri quien lo ratificó en una reunión ante los dirigentes del sector: “las retenciones no se tocan”. Traducido, lo que “no se toca” son sus mayores ganancias, mientras que “sí se toca” la mesa del pueblo trabajador. Repudiable.

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La marcha convocada desde Madrid por el actor de la UCR-Cambiemos, Luis Brandoni, fue usada por Macri para intentar ilusionar a sus seguidores de que puede acortar distancia en las elecciones de octubre. Pero los resultados de las PASO son irreversibles. Millones ya votaron para sacarse de encima a este gobierno. Y cada día que pasa es un infierno mayor para el pueblo trabajador.

Vino una nueva misión del FMI, el gran responsable junto a Macri de semejante desastre económico-social. El gobierno le volvió a rendir pleitesía, como si viviéramos en la época de la colonia donde el Rey-FMI manda y el Virrey Macri obedece. El FMI viene a inspeccionar si dan las cuentas que exige para que se cumpla con su ajuste. Pero todas las cuentas dan mal, por los cuatro costados. Y, lo realmente importante, dan mal para el pueblo trabajador.

La inflación de los próximos dos meses será del 15% como rebote de la tremenda devaluación del 27%. El salario mínimo vital y móvil y la jubilación mínima están en 12.500 y 11.500 pesos respectivamente, más abajo que la canasta de indigencia, que ascendió a 15.000 pesos. Los trabajadores de Ate Indec dicen que una familia tipo necesita 48.000 pesos para cubrir mínimamente los gastos de subsistencia. El país sigue en recesión, mientras crece sideralmente el endeudamiento externo.

Precisamente, todos estos males ocurren a pesar de que el FMI “prestó” 57.000 millones de dólares. ¿En qué se fue esa plata? En financiar la fuga de capitales, garantizar las ganancias de los capitalistas y bancos que trafican con el dólar y en pagar vencimientos de la deuda externa. Nada para salario, trabajo o un plan de viviendas para reactivar la economía y el consumo.

El manotazo de ahogado de un bono compensatorio, eliminar el IVA de algunos productos básicos o la suba del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, son solo paliativos para evitar que el voto castigo electoral crezca y la bronca se transforme en lucha. “Son dos gotas de agua para intentar apagar el Amazonas”, decía un jubilado.

A tal punto es el desbarranque que el FMI llegó a plantear en su reunión con Alberto Fernández que había un problema: no tenía claridad si debía negociar con el gobierno actual o con el que lo sucedería (refiriéndose a Alberto Fernández) y llegó a trascender que insinuó si se podría pensar en un adelanto de las elecciones. Este trascendido levantó tal polvareda que obligó a los propios funcionarios del Fondo a sacar un comunicado casi en la medianoche del día de la reunión “desmintiendo” tal planteo. El problema de fondo es que Macri perdió por paliza y tiene que aguantar hasta diciembre, una eternidad ante la mayor inestabilidad por la crisis económica, política y social.

Si Macri ha llegado hasta acá y puede aplicar el nuevo mazazo del ajuste devaluatorio es porque en todos estos años contó con la complicidad de la burocracia sindical y de los gobernadores peronistas. Es la misma “gobernabilidad” que ahora le siguen garantizando Daer de la CGT (diciendo que “no están ni en estudio” un paro general) y el público acompañamiento de Alberto Fernández. El candidato que va a ser presidente por el Frente de Todos no ahorra oportunidad para decir que a Macri le tiene que ir bien, “que se haga cargo y gobierne” y que en un próximo gobierno suyo el acuerdo con el FMI va a seguir en pie y se van a garantizar todos los pagos de la deuda, sin ninguna quita (ver página 5). Alberto Fernández dijo que el dólar estaba bien a 60 pesos, y junto a los gobernadores criticaron hasta las medidas insuficientes de Macri.

Los gobernadores peronistas fueron a la justicia porque Macri bajó algunos puntos el IVA y el impuesto al salario y eso les afecta la coparticipación, y porque frenó por unos meses el aumento de los combustibles (aunque inmediatamente empezó a negociar como compensarlas), con lo que las provincias petroleras cobrarán menos regalías ¡Son más papistas que el Papa! Prefieren ajustar a mansalva, como el gobernador Arcioni peronista, que no le paga el sueldo a los estatales en Chubut, en vez de tomar alguna medida contra las petroleras, Aluar, las pesqueras y multinacionales de su provincia.

La frutilla del postre fue la ya citada reunión de Alberto Fernández, Nielsen y su equipo económico con el Fondo Monetario. Dijo que está de acuerdo con los “objetivos” del FMI (esencialmente el déficit fiscal, es decir, el ajuste), tratando de tapar la reforma laboral y jubilatoria que se viene, gobierne quien gobierne. Y ratificó ante el Fondo Monetario y los empresarios en el simposio organizado por Clarín que va a pagar sí o sí la deuda contraída por Macri aunque, como él mismo reconoce, fue para financiar la fuga de capitales. Una nueva muestra a los “mercados” (es decir a los bancos, multinacionales y al imperialismo) de que el próximo gobierno, más que una nueva ilusión de cambio favorable para los trabajadores, gobernará para los de arriba aplicando un nuevo ajuste.

Hay tres tareas claves para los próximos días. Primero, llamar a enfrentar el ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores. Mientras Macri ajusta, la CGT traiciona y Alberto Fernández sigue haciendo guiños al FMI, los estatales, docentes y judiciales de Chubut siguen en su plan de lucha por el pago de los salarios que les niega el gobernador peronista Arcioni. El sindicalismo combativo y la izquierda se movilizaron el 22 de agosto y lo harán este viernes 30 ante la reunión del Consejo del Salario reclamando un aumento salarial y jubilatorio al valor de la canasta familiar, entre otras medidas de emergencia. Denunciando la tregua de la CGT y las CTA y exigiendo que llamen a un paro de 36 horas y plan de lucha nacional.

Segundo, seguir postulando al Frente de Izquierda Unidad como una auténtica alternativa política para los trabajadores ante la crisis. En ese sentido, hemos sacado una declaración política señalando una vez más la necesidad de que se desconozca el pacto con el FMI y la plata vaya a salario y a trabajo, no para los pagos de una deuda externa usurera y fraudulenta. Además, plantea la nacionalización de la banca y el comercio exterior, la reestatización de las privatizadas y un fuerte impuesto a las grandes empresas y los ricos como parte de un plan económico obrero y popular que resuelva las urgentes necesidades obreras y populares. Tercero, hay que seguir insistiendo por esta salida en el proceso electoral de octubre, señalando que solo con lucha y medidas de fondo se podrá salir de semejante catástrofe económica, política y social. Macri ya fue y con Alberto sigue el FMI. Por eso hay que fortalecer con el voto al Frente de Izquierda Unidad para dar estas peleas con más fuerza y afrontar en unidad los próximos desafíos.

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