El 22 de marzo de 1975, ante un gigantesco operativo represivo y la detención de los dirigentes de la UOM de Villa Constitución, comenzó la respuesta obrera y de los barrios. Luego de dos meses de una huelga que sacudió al país, ésta fue derrotada. Su ejemplo y enseñanzas siguen presentes.
Escribe: Mercedes Petit
Desde 1974 el país estaba sacu- dido por el accionar de las bandas fascistas alentadas por el gobierno peronista y los numerosos conflictos de trabajadores que enfrentaban a las patronales, al gobierno y la burocracia de la CGT. En la seccional Villa Constitución (provincia de Santa Fe) de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) la antiburocrática Lista Marrón, encabezada por Alberto Piccinini, había expulsado a la patota de Lorenzo Miguel de la conducción local. En noviembre de ese año, con el argumento que le daba el accionar de las organizaciones guerrilleras, Isabel impuso el Estado de Sitio.
Para desbaratar un supuesto “complot subversivo”, en marzo de 1975 el gobierno montó un operativo represivo de la policía federal, gendarmería, prefectura y policía provincial en Villa Constitución. Habrán sido unos 4.000 efectivos que avanzaron sobre los barrios y la zona de las fábricas Acindar, Marathon y Metcon. Se allanaron centenares de casas, se clausuró el local de la UOM, y se detuvo a su conducción, a delegados y paritarios.
A medida que corrió la noticia en las fábricas se fueron haciendo asam- bleas y se fue instalando la huelga de brazos caídos exigiendo la libertad de los detenidos. No se apagaron los hornos para no ir al choque directo con la patronal, que ese viernes pagó las quincenas.
Dos meses de intensa lucha
Las bases reaccionaron vigorosamente. Con asambleas en los distintos turnos de las tres prin- cipales empresas, y otras que se fueron sumando, se organizaron comités de lucha, y se dispuso que sus integrantes no abandonaran las fábricas para evitar nuevas detenciones. Desde los barrios también empezó la organización solidaria. Fueron convocados los comercian- tes y vecinos para que se sumen. Ese fin de semana un comando guerrillero asesinó en Rosario al subcomisario Ojeda, destacado en Villa (ver recuadro).
El miércoles 26 de marzo, luego de una conferencia de prensa del Comité de Lucha, se intimó a los obreros a desalojar las plantas. Durante dos meses de heroica lucha, el conflicto se hizo fuerte desde los barrios, donde se organizaron las mujeres de los trabajadores, los comerciantes colaboraron y se juntó plata para el fondo de huelga. La solidaridad se extendió en todo el país a medida que se fueron sumando comisiones internas anti- burocráticas, centros estudiantiles y los partidos de izquierda. Incluso partidos patronales como la UCR, el MID, el PI y los demócratas progresistas hicieron declaraciones a favor de los huelguistas. Silvestre Begnis, gobernador de Santa Fe, recibió al Comité de Lucha.
Desde un primer momento el PST (Partido Socialista de los Trabajadores), liderado por Nahuel Moreno, que ya tenía numerosos militantes presos, locales atacados por bombas y también asesinados por las Tres A, se volcó con todas sus fuerzas a impulsar la solidari- dad con la huelga, en Villa, Rosario y todo el país. Dos de sus militan- tes, Oscar Pacho Juárez y Pepe Kalauz, trabajadores de Metcom fueron electos por la asamblea para integrar el Comité de Lucha.
“Una huelga que hizo época”
Así decía Avanzada Socialista No 147, el 24 de mayo de 1975, informando sobre la culminación de “la principal lucha librada bajo el actual gobierno”. El sábado 17 de abril se había realizado una asamblea con más de 2.500 tra- bajadores, que habían decidido mantener la huelga, que estaba por cumplir los dos meses, por tres días más, y “seguirla adentro” si una vez más no se lograban abrir negociaciones. Durante el fin de semana hubo reuniones en los ba- rrios para organizar la vuelta a las fábricas, pero entre la patronal y la represión impidieron el lunes una asamblea general.
Se volvió al trabajo sin lograr liberar a los dirigentes presos, se produjeron más detenciones (por ejemplo los dirigentes del Comi- té de Lucha que eran del PST y varios dirigentes nacionales que estaban impulsando la solidaridad en la zona), y la patronal avanzó con más de 500 despidos en esos días. Si la huelga fue derrotada a pesar de su fortaleza, se debió a la unidad del gobierno peronista, la patronal metalúrgica y la burocracia de Lorenzo Miguel. Pero, al mismo tiempo, como destacó el periódico del PST, “a medida que corrían los sesenta días de la lucha cada vez desaparecían más de las casas de los huelguistas las fotos de Perón, que antes eran el orgullo de casi todos los compañeros.”
Los resultados adversos de la lu- cha de Villa no impidieron que muy poco después nuevos contingentes de trabajadores salieran a la lucha en todo el país, protagonizando el Rodrigazo, la primera huelga ge- neral contra un gobierno peronista, dando lugar a la caída del siniestro ministro de Bienestar Social de Isa- bel Perón, el “brujo” López Rega.
* Véase las notas y boletines del PST en Avanzada Socialista desde el No 140 al 148.
Las debilidades
El PST no solo se jugó por el apoyo al conflicto, con su método unitario y respetuoso de los dirigentes que lo encabezaban. También mantuvo y siguió haciendo conocer fraternal y públicamente sus diferencias y críticas a la conducción de la Lista Marrón de Piccinini.
En Avanzada Socialista No 147 que ya mencionamos, señalaba que no habían tenido una posición consecuentemente clasista y democrática para enfrentar a las direcciones burocráticas de cada gremio y a nivel nacional y que eso había debilitado a la propia lucha de Villa. Les recordaba que el 20 de abril de 1974, en el “plenario nacional antiburocrático” que la Marrón había convocado en Villa, habían mantenido una actitud centrista y vacilante, desaprovechando esa importante oportunidad para formar una coordinadora nacional. La JTP (Juventud Trabajadora Peronista, ligada a los Montoneros, que apoyaban a Perón) directamente boicoteó la reunión, y no asistió. Eso le permitió al PC, que se sumó a último momento por el peso que adquirió la convocatoria, rechazar la coordinadora diciendo que “había que hacerla con todos”. Salamanca del PCR argumentó en contra diciendo que primero había que recuperar cada gremio... Agustín Tosco, afín al PC, por lo menos alentó la coordinación zonal. Piccinini cerró diciendo que “no se podía hacer de un día para otro” y llamó a la delegación del PST a “no destruir”. Todos ellos se unieron con el cantito “¡¡no rompan más las b... con la coordinadora!!”.*
Durante la huelga de Villa también mantuvieron esa actitud centrista y vacilante ante las equivocadas acciones de la guerrilla. Decía Avanzada No 147: “La dirección de Picci nunca le habló de frente a la base [...] se permitió el desarrollo de la guerrilla en el marco de la promiscuidad que permitía suponer que ‘son buenos muchachos’ o ‘que ayudan’.
“Eso resultó fatal en Villa [...] se desarmó a la base frente al papel negativo jugado por la guerrilla descolgada del movimiento de masas. La base se encontró de narices con que el asesinato del comisario Telémaco Ojeda lejos de ‘ayudar’ perjudicó a la lucha, por lo cual la acción fue repudiada en la asamblea por los compañeros de Marathón y Metcon. El mismo caso se vuelve a repetir ahora con el asesinato del directivo de Metcon, cometido cuando la huelga había sido levantada.
“Una dirección clasista hubiera sido aquella que no hubiera vacilado en empujar por la coordinadora, uniéndose a otras internas y denunciando a las tendencias centristas que se oponían, y hubiera sido aquella que se hubiera diferenciado claramente de la guerrilla, criticando su política y sus métodos no obreros, tratando de ganarla para el movimiento obrero pero condenando su accionar pernicioso.”
* Véase El Socialista No 151 (21/10/2009).
El mártir de la huelga: Rodolfo Mancini
Además de los detenidos, los allanamientos a las casas de los trabajadores, los gases y represión en diversas jornadas de lucha, asambleas y reuniones, el gobierno de Isabel fue responsable del asesinato de uno de los trabajadores. Rodolfo Mancini tenía 24 años, era obrero de Metcon, delegado del Barrio Malugani durante la huelga, y presidente del centro de estudiantes secundario de Villa. Su padre también era trabajador de Metcon. El miércoles 30 de abril fue secuestrado, y al día siguiente su cuerpo carbonizado apareció en Sarandí, en el Gran Buenos Aires. Un testigo relató que había visto a cuatro hombres ametrallando el baúl de un Falcon y luego prendiéndole fuego.
Pocos días antes la revista de la juventud del PST, La Chispa, había publicado una entrevista a Rodolfo, en la cual, ante la pregunta sobre si había carneros en el barrio, decía: “¡No! Y me parece difícil que lo vaya a haber. Mi ‘vieja’ tiene un negocio y el otro día vino una clienta y le dijo: ‘Avíseme si sabe de algún carnero que le vamos a ir a dar una cuantas cachetadas’.”
Se preparaba con optimismo para participar en el acto del 1o de Mayo, pero los fascistas lo asesinaron en las vísperas.