Escribe Claudio Funes
El sacerdote Juan Viroche fue encontrado muerto en su casa parroquial, en la localidad de La Florida, a 16 kilómetros de la capital, colgando de una viga. El fiscal que tomó el caso manifestó, desde el inicio, que se trataba de un suicidio, ya que no se hallaron signos de violencia. Incluso investiga la hipótesis de una muerte por motivos sentimentales. Por su lado, el fiscal general ante la Cámara Federal de Tucumán, Antonio Gómez, aseguró que es “inconcebible” que el sacerdote se haya suicidado.
En noviembre de 2015, Viroche había celebrado una misa contra el narcotráfico y en cada oportunidad que tenía denunciaba el avance de la droga. Según párrocos tucumanos estaba atemorizado y había solicitado un cambio de parroquia al arzobispo. Los vecinos de La Florida hablan de asesinato, no de suicidio, lo cual motivó multitudinarias marchas exigiendo justicia. Lo cierto es que alguien que se manifestaba contra los narcos y estaba amenazado por ellos, apareció muerto. Las grandes movilizaciones también apuntan contra la policía y los punteros del PJ. Ahora, producto de la bronca popular, el fiscal que investiga su muerte, Diego López Ávila, solicitó que se abra una causa por narcotráfico.
El narcotráfico avanza con la complicidad de las fuerzas policiales y los gobiernos de turno. Apoyamos la movilización de los pobladores de Tucumán exigiendo investigación y castigo para los asesinos del párroco.