Scioli llama a “votar por lo seguro” y lo “conocido”. Dice que si gana será el candidato que no aplicará ningún ajuste. Y que seguirán las “bondades” para el pueblo trabajador.
Como fue criticado en estos años por Cristina Kirchner, trata de evitar que se lo emparente con los males K. Sin embargo, desde que fue ungido como candidato en las PASO por el Frente para la Victoria, ha ratificado toda la política oficial: avaló a Alperovich y al fraude electoral en Tucumán; dice que Aníbal Fernández “es un trabajador obsesivo y capricorniano” como él; viajó a San Juan luego del derrame de cianuro de la Barrick para apoyar a Gioja y a esa multinacional; y hasta hace días se sacó fotos con el titular de la CGT oficial, Antonio Caló, justo cuando fue denunciado por quedarse con plata de los afiliados de la UOM. Lo mismo pasa con Jaime, el corrupto ex secretario de Transporte de Néstor y Cristina Kirchner, que admitió recibir dádivas de TBA, el grupo Cirigliano que, de la mano del gobierno y del desastre ferroviario, llevaron a las muertes con la masacre de Once. Scioli lo apoya, al decir que todo es una “campaña” en su contra. Es decir, que Jaime no es ningún corrupto. A esto hay que agregar la negativa a participar en el debate presidencial, un rasgo autoritario que hereda de la presidente.