Escribe Juan Rivera
El gobierno refuerza su campaña contra los trabajadores para ocultar su responsabilidad ante el desguace del sistema ferroviario. Profundicemos la pelea por la reestatización.
Con los datos del "peritaje" sobre la masacre de Castelar, el gobierno salió al cruce del maquinista Daniel López. Según dicen, los frenos del Chapa 1 habrían funcionado correctamente. El gobierno utiliza este dato para reforzar su teoría de que el problema de los trenes son sus trabajadores, la famosa "falla humana", no el estado calamitoso del sistema ferroviario. Lo mismo había hecho con los videos difundidos por el ministro Florencio Randazzo, mostrando la imagen de cuatro motormans dormidos y pretendiendo instalar que "así trabajan los ferroviarios".
Lo que no dijo Randazzo es que para encontrar esas imágenes debieron analizar 39.000 muestras, con lo cual poco y nada reflejan del desempeño de los ferroviarios. Y lo que no dice ahora es que el "peritaje" es una truchada completa. De los siete peritos que intervinieron, solo tres lo firman: Raúl Díaz, el mismo que dijo que los frenos del tren que se incrustó en Once habían funcionado correctamente, pese a que a la formación le faltaban la mitad de los compresores y que uno de los sistemas de freno estaba anulado. Ernesto Bizantino, empleado de Emfer (propiedad de los Cirigliano), responsable del engendro del sistema de frenos de los "doblepiso". Y un tercero, Raúl Méndez, personal jerárquico de Ugoms, el mismo que habilitó la salida del Chapa 1 contra la opinión de los ferroviarios. Es decir, el veredicto que emplea el gobierno es el de tres personajes que más que peritos debieran estar procesados. A esto se suman las denuncias de la abogada del maquinista, que sostienen que los videos del accidente fueron manipulados para mostrar que López venía acelerando el tren.
El gobierno y los empresarios, el único palo en la rueda
Ante el paro de La Fraternidad, el gobierno lanzó -una vez más- nuevas acusaciones contra los ferroviarios, particularmente contra la seccional Oeste y el Cuerpo de Delegados del Sarmiento encabezados por el "Pollo" y los compañeros de la Bordó. Utilizan el paro de La Fraternidad, conducida por Maturano (un ex aliado K que desde hace tiempo se alejó del oficialismo, producto de la crisis del PJ), para intentar golpear a quienes vienen denunciando el vaciamiento. A los trabajadores del Sarmiento se los acusó de vagos, de cobrar fortunas y no trabajar, entre otras cosas, intentando mostrar que son ellos quienes ponen palos en la rueda a la tan mentada "revolución ferroviaria". Al igual que con las cámaras, el gobierno busca cargar las tintas sobre los trabajadores y ocultar el vaciamiento ferroviario, cuyos responsables son sus funcionarios y los empresarios.
El problema no son los controles. El problema es la utilización que hace el gobierno de los mismos, que no tienen otro objetivo que el de torcer el foco del problema, mientras las verdaderas causas de las masacres -como quedó sobradamente demostrado en Once- siguen sin tener respuestas: el estado de las vías es desastroso, hay cada vez menos formaciones, los talleres no cuentan con insumos para arreglar los trenes, entre tantas otras. Así, con o sin cámaras, las masacres se seguirán repitiendo y el servicio seguirá en picada.
El gobierno ataca con mayor virulencia a los ferroviarios del Sarmiento porque son quienes han estado a la cabeza denunciando el vaciamiento y movilizándose por una salida de fondo, como lo demostraron el 23 de agosto pasado, cuando se movilizaron junto a los familiares de las víctimas y los usuarios para exigir la reestatización. Esa es la única forma de resolver la crisis del transporte, no con las falsas "estatizaciones" del gobierno que mantienen a la Ugoms S.A. (Roggio y Romero) gestionando los trenes, mientras que la "estatal" Sofse es poco más que una oficina de control. Como sostienen los ferroviarios de la Bordó, es necesario crear una empresa única, 100% estatal, controlada y gestionada por los trabajadores, ingenieros ferroviarios (ex Ferrocarriles Argentinos) y usuarios.
Ministro: ¿y la cámara?
A la altura de San Pedro, Buenos Aires, un conductor del Belgrano Cargas falleció al incrustarse una rama en la cabina de conducción. Su muerte es consecuencia de que, pese a la "revolución ferroviaria", no se hacen las podas necesarias para la circulación de los trenes. Mientras Randazzo gasta fortunas en maquillaje, no invierte un peso en garantizar las condiciones mínimas para que circulen los trenes. Con camaritas y plasmas no se resuelve. ¿Dónde está la cámara que filmó esta muerte, señor ministro? ¿Quién va a pagar por ella?