Había nacido en un hogar humilde y aprendió a leer observando cómo le enseñaban a su hermano mayor, por la discriminación que existía hacia la mujer. Terminó el primario siendo adulta y fue una gran defensora de la escuela pública. En los tiempos de la “Triple A” buscó a Otto, su hijo y nuestro compañero, por todos los reductos policiales hasta encontrarlo. Ingresó a nuestra organización en el 82, a los 60 años, y fue ejemplo de militancia para todos y en particular para los jóvenes. Discutía apasionadamente en las reuniones partidarias, pero una vez definida la política con la que intervenir, era de las primeras en salir a aplicarla. Así la recordaremos siempre. Liliana Olivero reflejó en sus cálidas palabras de despedida esta semblanza y las estrofas de la Internacional cerraron su merecido homenaje.