Su voz sonó fuerte nuevamente en el Congreso de la Nación. Es imposible que deje indiferente a alguien que la escuche. Ya en su juramento rompió el fuego: “Juro por la memoria de los 30.000 desaparecidos, por mis compañeros del glorioso PST y juro defender los derechos de las mujeres, los trabajadores ´y los pueblos originarios que construyeron estas tierras antes de que llegaran otros en los barcos´. Frase que tuvo amplia repercusión en la prensa en oposición a los dichos de Alberto Fernández. Y continuó su juramento “Por el socialismo y un gobierno de los trabajadores”. Más tarde se hizo escuchar otra vez y generó aplausos con su intervención sobre el cupo laboral travesti-trans (ver pág. 9).
Mónica Schlottahuer reemplazó la semana pasada a Nicolás del Caño como diputada nacional, como parte de la tradicional rotación de bancas del Frente de Izquierda Unidad. Así se suma a la bancada de Izquierda Socialista Frente de Izquierda Unidad junto a Juan Carlos Giordano.
Hace un año y medio, al culminar su anterior mandato en el Congreso Nacional, fue noticia en todos los medios por hacer algo tan simple como retornar a su lugar de trabajo para realizar las tareas de limpieza en la estación Once, del ferrocarril Sarmiento, trinchera del combativo cuerpo de delegados y miembro destacada de la lista Bordó encabezada por Rubén “Pollo” Sobrero. Así se la podía encontrar todos los días de 6 a 14, escoba y pala en mano, limpiando cada rincón de la terminal ferroviaria.
Ser delegada de la Bordó, diputada nacional por segunda vez, acompañar todas las luchas en las que pueda llegar y polemizar en los medios de comunicación defendiendo las posiciones sobre todos y cada uno de los temas nacionales e internacionales de Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad ocuparían las veinticuatro horas de cualquiera. Pero, además, Mónica es referente feminista. Así lo dice una de las remeras que suele lucir, “Mujer bonita es la que lucha. Ferroviarias del Sarmiento”. Hace años junto a sus compañeras vienen organizando la pelea por sus derechos y contra toda forma de opresión patriarcal.
Todas las conquistas que obtuvieron las mujeres en el Sarmiento son producto de estas peleas que permitieron el acceso de mujeres a nuevas especialidades y más puestos de trabajo, hasta no hace mucho reservadas exclusivamente a varones. Mónica promovió también “La casa que abraza”, una red de acompañamiento a mujeres víctimas de violencia de género.
Schlotthauer nació en Isidro Casanova, partido de La Matanza, y sigue viviendo allí. Se sumó a la militancia en la época de la dictadura militar, cuando ingresó al Partido Socialista de los Trabajadores, antecesor de Izquierda Socialista. En la década del ’80 fue delegada de la oposición a West Ocampo del gremio de la sanidad por más de diez años en el Sanatorio Antártida, hasta que fue despedida en las primeras luchas contra la reforma laboral menemista.
En 2005 se fue a vivir a Venezuela para apoyar a dirigentes sindicales clasistas como Orlando Chirino o José Bodas, los mismos que hoy, junto con otros compañeros, forman parte del Partido Socialismo y Libertad, sección venezolana de nuestra internacional, la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores–Cuarta Internacional, apostando a la construcción de una alternativa política independiente del chavismo y de la oposición patronal.
A su regreso, Mónica empezó a trabajar en el ferrocarril, primero en la línea Mitre y luego en el Sarmiento, siempre en el área de limpieza. Le tocó estar presente cuando se produjo la masacre de Once, en febrero de 2012. En los días posteriores fue una de las primeras denunciantes de las responsabilidades de la patronal en lo que había sucedido.
Mónica Schlotthauer volvió al Congreso. Allí estará y nos hará sentir orgullosas y orgullosos de sus denuncias e intervenciones, de su presencia acompañando las luchas que recorren nuestro país. Una vez más, haciendo realidad la ya tradicional consigna “diputada de los trabajadores para que la crisis la paguen los patrones”.