Cristina Fernández reapareció junto al gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, dando un discurso en clave absolutamente electoral. Busca, evidentemente, “marcar la cancha” de cara a las PASO, tanto en la disputa con la oposición patronal de Juntos por el Cambio como en la propia interna peronista del Frente de Todos. Dice que no hay que hacer política con las vacunas, pero se jacta de las millones que están llegando. Nada dice, lamentablemente, del balance del retraso. Ya hay más de 86.000 muertos, continúan los contagios y seguimos con las terapias intensivas colapsadas.
El gobierno peronista del Frente de Todos suele responder que nada de eso se podía evitar por el retraso “mundial” de los laboratorios en la entrega de las vacunas. ¡Falso! En nuestro país, en Garín, ya se llevan fabricadas cien millones de dosis del principio activo de AstraZeneca. Lo que sucede es que, en vez de utilizarlas en nuestro país, se envían a los Estados Unidos, a la misma empresa que hasta hace apenas quince días nos seguía negando la entrega de vacunas que ya fueron pagadas. Por eso insistimos con lo que desde hace meses venimos reclamando desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad, hay que incautar esas dosis para garantizar vacunas para todas y todos.
La pandemia es, sin duda, la principal preocupación del pueblo trabajador, pero a esto se suma el aumento de la pobreza, la miseria y el desempleo. Los precios siguen subiendo, ganándole por lejos a cualquier reajuste salarial. El gobierno no hace nada para evitar los abusos de los grandes monopolios de la alimentación o de las cadenas de hipermercados. Más aún, ahora quiere vendernos un nuevo programa llamado “precios de cercanía”, que va a resolver el problema. ¡Precios de setenta artículos solamente que, supuestamente, estarán congelados hasta octubre, pero que arrancarán un 30% más caros de lo que están en la actualidad!
Frente a esta realidad se impone la necesidad de un aumento salarial de emergencia para que nadie gane menos que el valor de la canasta familiar, hoy calculado por los trabajadores de ATE Indec en 96.800 pesos, y que ese incremento se reajuste por inflación. Del mismo modo, hay que reabrir inmediatamente las paritarias. También se necesita un alza de emergencia en las jubilaciones, para llevar la mínima a los 62.000 pesos de la canasta de la Tercera Edad. Y tenemos que exigir un IFE de emergencia para todo aquel que lo necesite de 40.000 pesos.
Claro que para lograr esto hay que luchar, enfrentar el ajuste con que el gobierno quiere hacer que los trabajadores sean quienes paguen la crisis. Lamentablemente está contando con un aliado fundamental, la dirigencia burocrática de la CGT y las CTA, que no dicen una palabra y mantienen su alianza con el gobierno.
Por eso resultó tan importante la jornada nacional desarrollada por el Plenario del Sindicalismo Combativo el viernes pasado, que culminó con un acto en Plaza de Mayo. Allí el Pollo Sobrero en nombre de los ferroviarios de la Bordó, Mariana Scayola por Ademys y muchos otros dirigentes combativos levantaron una tribuna de exigencia, para enfrentar el ajuste.
Sabemos que muchas compañeras y compañeros que simpatizan con el Frente de Todos reconocen la justicia y necesidad de estos planteos, pero dudan de si es posible llevarlos a cabo. ¿De dónde saldría la plata, nos preguntan?
Nuestra respuesta es clarísima: de la inmediata suspensión de los pagos de deuda externa. Pero lo importante es que, en los últimos días, esto mismo lo han planteado importantes referentes del gobierno, especialmente ligados al peronismo kirchnerista, a través de su “proclama del 25 de mayo”. Texto que fue firmado por diputadas y diputados nacionales; por gobernadores e intendentes; por el periodista Víctor Hugo Morales y por dirigentes sindicales de la CGT y CTA como Hugo Yasky, Pablo Moyano, Héctor Daer y Sonia Alesso, entre otros.
Dicha proclama llama correctamente a “impulsar la suspensión de los pagos por capital e intereses con el FMI y el Club de París mientras se extienda la emergencia sanitaria”. Desde Izquierda Socialista estamos completamente de acuerdo en que se suspendan los pagos, aunque sea mientras dure la pandemia. Sería un paso muy positivo. Si esto se hubiera implementado desde que asumió el gobierno del Frente de Todos ya se habría evitado que se fueran a los usureros internacionales 7.100 millones de dólares, plata que se hubiera podido destinar para salarios, jubilaciones, camas, respiradores, vacunas, IFE o un plan de viviendas populares.
La proclama también dice, con razón: “No se puede seguir manteniendo los pagos de una deuda que no sirvió para construir hospitales, puentes o escuelas, sino para enriquecer al puñado de poderosos que consumó la fuga de capitales que el préstamo del FMI financió”.
Obviamente, también en esta proclama hay planteos con los que no estamos de acuerdo, como por ejemplo que “hay que renegociar los próximos pagos” (en vez de directamente no abonarlos), o cuando le exige “al FMI que apoye la investigación de la deuda”, cifrando expectativas en un organismo que estuvo detrás del endeudamiento entregador y corrupto que viene desde la última dictadura militar y de los ajustes de todos los tiempos, sea en Argentina, Grecia o ahora Colombia.
Pero, más allá de estas diferencias, les planteamos a los firmantes de la proclama del 25 de mayo que convoquen a luchar para imponer la suspensión de los pagos. Hay dirigentes de la CGT y las CTA que la firman. Los llamamos a llevar esta propuesta al movimiento obrero. A sacar pronunciamientos de asambleas y plenario de delegados. A llamar a otros sectores a que se sumen. Porque siempre sostuvimos que la conformación de un gran movimiento nacional, amplio, por la suspensión de los pagos de deuda sería un enorme paso adelante.
Para Izquierda Socialista esto debe ser el primer paso para desconocer toda la deuda y en especial el pacto firmado por Macri y el FMI. En el camino de liberarnos de las ataduras económicas y políticas de sumisión y dependencia. Impulsando además un frente de países deudores latinoamericanos para no pagar. Luchamos todos los días por ello junto al sindicalismo combativo y al Frente de Izquierda Unidad.
Porque, como dijimos siempre, la deuda es con los trabajadores y el pueblo, nunca con los usureros y el FMI.