Escribe Guido Poletti
Javier Milei realizó una buena elección el pasado noviembre en la Ciudad de Buenos Aires. Junto con José Luis Espert fueron agrandados por los medios de comunicación, presentando a ambos como las sorpresas ganadoras de esa elección cuando la realidad fue que habían sido superados a nivel nacional por los votos del Frente de Izquierda.
Más allá del origen mediático del “fenómeno Milei”, el ahora diputado autodenominado libertario siguió concitando adhesiones, en muchos casos en sectores juveniles hartos de la corrupción, las falsas promesas y el desastre a que nos han llevado los sucesivos partidos que nos gobernaron.
Ahora lanzó su candidatura presidencial. Las encuestas le dan un porcentaje relativamente alto, de alrededor del 15%. Frente a este hecho tenemos que ser clarísimos: la propuesta de La Libertad Avanza es reaccionaria, antiobrera y antipopular y empalma con otros fenómenos ultraderechistas que se vienen dando en otros países del mundo. Milei es admirador de Donald Trump, tiene lazos con Bolsonaro y es parte de una alianza internacional ultraderechista conformada nada menos que por el partido franquista Vox del Estado Español.
Su conformación local también expresa su carácter reaccionario. La votación del año pasado llevó a la cámara de Diputados como compañera a Victoria Villarruel, negacionista del genocidio de la dictadura y defensora de los militares enjuiciados. Él mismo comenzó sus vinculaciones políticas en la década del 90 como asesor del genocida tucumano Domingo Bussi, cuando este fue elegido diputado nacional. Que esa relación no fue fortuita se ve ahora, ya que, buscando construir un armado nacional para su candidatura presidencial, consiguió sus primeros respaldos en el conservador Partido Demócrata y en Fuerza Republicana, hoy dirigida por el hijo de Bussi.
Milei y La Libertad Avanza son un radiador de cuanta causa reaccionaria ande dando vuelta. Su partido y sus aliados son parte fundamental del movimiento “celeste” antiabortista. Sus legisladores porteños se opusieron a realizar un homenaje en repudio al golpe del ‘76. Más cerca en el tiempo, en las últimas semanas se los vió lanzar un “movimiento antipiquetero”, y prometieron denunciar penalmente a los dirigentes de las organizaciones sociales que osen movilizarse, además de reclamar sacarle los planes a los que participen de las marchas.
Javier Milei sigue despotricando contra lo que llama “la casta política”. Pero no incluye en ella a todos. Hay excepciones. Por ejemplo, no formarían parte de dicha casta ni Patricia Bullrich ni Mauricio Macri, a los que invita a romper con “las palomas” (léase los sectores más “moderados” del PRO) para que se sumen a La Libertad Avanza. Por otra parte, ha dicho reiteradas veces que la mejor presidencia de la historia fue la primera de Carlos Menem, casualmente cuando se realizaron todas las privatizaciones que consagraron la entrega de nuestro patrimonio y significaron centenares de miles de despidos.
Y en lo que respecta a lo económico (ya que, a fin de cuentas, se vende como un “experto en economía”) su referencia es justamente Domingo Cavallo, el ministro de Economía de Menem y De la Rua que terminó echado por la rebelión popular de diciembre de 2001. Todas sus propuestas económicas, desde dolarizar y cerrar el Banco Central, echar miles de empleados públicos, terminar con los planes sociales, llevar al extremo la flexibilización laboral, o volver a un sistema privado de jubilaciones, implican en los hechos liquidar las conquistas de la clase trabajadora conseguidas durante décadas. Se trata de un plan de super-ajuste, muchísimo mayor al actual que, saben, sólo puede imponerse con una fortísima represión.
Llamamos a los jóvenes y otros sectores populares que pueden mirar con simpatía las denuncias y los gestos provocadores de Milei a no dejarse engañar: es el huevo de la serpiente de una política ultrarreaccionaria.
La única alternativa realmente rupturista y sin compromisos con el pasado es la que planteamos desde el Frente de Izquierda Unidad: que gobiernen los que nunca lo han hecho, las y los trabajadores.