Escribe Nicolás Nuñez, referente de Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista e independientes)
Las últimas semanas, casi todo el país se vió sumido en una ola de calor sofocante que adelantó picos de temperatura propios del verano. Podrá sonar contradictorio, pero esta ola de calor vino a continuación de heladas que incluyeron nevadas en noviembre en la provincia de Córdoba, y ciudades como Tandil con picos históricos de bajas temperaturas en primavera. Estos fenómenos no son exclusivamente locales, sino parte del proceso general de desestabilización climática que genera el calentamiento global en curso.
Si bien no hay una correlación directa entre una ola de calor y el calentamiento global, si existe consenso científico en que el aumento de la temperatura planetaria hace que fenómenos cuya magnitud se daba, por caso, una vez cada cien años, ahora resultan cada vez más frecuentes. En el caso argentino, la violenta ola de calor de diciembre de 2013 no tenía un antecedente desde que se crearon los registros en 1906. Ahora se trata de la prolongación por tres años del fenómeno de “La niña”. El aumento de la temperatura global desestabiliza las corrientes de aire y modifica las condiciones físicas que mantuvieron estable el clima en los últimos doce mil años.
A su vez, estas desestabilizaciones afectan profundamente la economía de países dependientes de las exportaciones primarias como el nuestro. El achicamiento de la producción de soja y trigo va traer aparejados problemas tanto de escasez de dólares como de aumento de precios locales de alimentos.
La ola de calor no es solo el sofocón, los cortes de luz y la recomendación de “hidratarse bien”, sino también el aumento del hambre, y un adelanto de cómo sería el planeta al que nos lleva el capitalismo y sus gobiernos. Desde Izquierda Socialista y Ambiente en Lucha seguiremos en 2023 impulsando la lucha contra el desastre climático y ambiental al que nos lleva este sistema y peleando por una salida de fondo, socialista y en armonía con la naturaleza.