May 06, 2024 Last Updated 11:20 PM, May 6, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Adolfo Santos

El 29 de noviembre pasado, a los 100 años, murió Henry Alfred Kissinger. Nacido en Alemania el 27 de mayo de 1923, en 1938 emigró a los Estados Unidos donde a partir de los años 70 se convirtió en uno de los personajes más influyentes de la política internacional del principal país imperialista. Fue el impulsor de guerras en el sudeste asiático y de dictaduras en América Latina, entre otras.

Con esos antecedentes, no es de extrañar que tenga las manos manchadas de sangre de millones de soldados y civiles víctimas de esas políticas a lo largo y ancho del planeta. Actuó como secretario de Estado entre 1969 y 1977 durante los gobiernos de Richard Nixon y Gerald Ford, y como consejero de Seguridad Nacional, desde donde cumplió un papel preponderante en la guerra de Vietnam. Por esa actuación, fue acusado de prolongar inútilmente, por casi un lustro, esa guerra con la pérdida de cientos de miles de vidas de soldados norteamericanos y de combatientes y civiles vietnamitas.

Basado en la premisa de que el fin justifica los medios, desestimó cualquier protección a los derechos humanos, retardó las negociaciones de paz y extendió la guerra de Vietnam a Laos y Camboya con acciones bélicas que provocaron cientos de miles de muertos y generaron un proceso de guerra civil y catástrofes humanitarias en esos países. Se estima que, en 1970, más de 500 acciones aéreas diarias fueron lanzadas en Laos por orden de Kissinger. También apoyó la represión del régimen del general Suharto a la población civil en Indonesia y en el Estado Español al dictador Francisco Franco hasta su muerte en 1975.

Los costos de las políticas promovidas por Kissinger fueron catastróficos también para América Latina. “No podemos dejar que Chile se vaya a las alcantarillas” dijo en 1970 cuando el triunfo de Salvador Allende. Y desde ese momento, comenzó a pergeñar el sangriento golpe de Estado que en 1973 colocaría a Pinochet en el poder para instalar uno de los regímenes más represivos y violentos de la región. Con la misma impunidad iría a favorecer el golpe militar de 1976 en Argentina que provocaría 30000 muertos y desaparecidos. Sin embargo, en 1982, durante la Guerra de Malvinas, como buen agente del imperialismo, no dudó un instante en apoyar al Reino Unido contra Argentina.

"A Kissinger no le molestaban las dictaduras. De hecho, le gustaban si estaban del lado de Estados Unidos y mantenían el comunismo fuera de América Latina", explicó recientemente Mario Del Pero, historiador de Sciences Po en París y autor de la biografía 'The Eccentric Realist'. En ese contexto de dictaduras y dictadores que actuaban en nuestra región bajo la protección yanqui en los años 70, Kissinger fue el arquitecto del Plan Condor, un esquema clandestino internacional para desarrollar el terrorismo de Estado entre los países de América del Sur. Su objetivo era vigilar, detener, interrogar, torturar, matar y desaparecer a las y los militantes y dirigentes políticos, sindicales, campesinas, juveniles y populares de organizaciones izquierda que les significaban un obstáculo para los planes del imperialismo.

Las dos caras de un personaje siniestro

A pesar de este extenso currículo de atrocidades, por los que fue acusado varias veces de cometer crímenes de guerra, Henry Kissinger en los años 70 era el hombre más popular de los Estados Unidos, una popularidad que se extendía por el mundo. En esa época aparecía en las tapas de las principales revistas caracterizado como Superman, era recibido con honores por los gobiernos del mundo y su fama de intelectual brillante eclipsaba al propio presidente Richard Nixon. Es que, junto con ordenar ataques e invasiones, aparecía la imagen del gran negociador y diplomático. Fue el artífice del acercamiento de Washington a Beijing en 1973 y de la distensión con la Unión Soviética en plena guerra fría. Por encima de su carácter bélico, primaba el olfato sobre los negocios con los que el imperialismo yanqui iría a beneficiarse.

Esa política le valió una estrecha amistad y reconocimiento tanto de la dictadura china encabezada por Xi Jinping, a quien visitó recientemente luego de cumplir 100 años, como de Vladimir Putin. No es casual que después de la muerte del político norteamericano, los medios oficiales de China y Rusia hayan sido unánimes en los elogios. Para el líder chino, “murió un viejo amigo”, para Putin, Kissinger fue “un sabio y visionario estadista, que disfrutó de una merecida autoridad en todo el mundo”. Putin tiene sus razones para tantos elogios. En 2022, Kissinger propuso que Ucrania aceptara el statu quo de 2014, una posición que llevaba al país agredido a renunciar a la anexionada península de Crimea y parte del Dombás lo que, con razón, fue rechazado por los ucranianos.

Ni la estrepitosa caída de su jefe Nixon después del Watergate consiguió desprestigiar su imagen. Continuó actuando en el gobierno Ford y al dejar el Departamento de Estado se convirtió en un consultor internacional para asistir con sus libros y charlas a políticos capitalistas de todo el mundo. Sin embargo, había dejado rastros de sus crímenes hasta en la nominación para el Premio Nobel de la Paz de 1973 que debería recibir con su homólogo norvietnamita Le Duc Tho por los acuerdos de paz en Vietnam. Pero el tamaño de la hipocresía fue tal, que Tho se negó a aceptarlo y dos miembros del comité del Nobel dimitieron en protesta por la concesión de ese premio al artífice de una guerra que no había acabado.

Ese halo de diplomático brillante había comenzado a ser cuestionado antes de su muerte. En los últimos tiempos dedicaba mucho de su tiempo a refutar las duras críticas que recibía por su actuación política internacional. Así lo reflejó en una reciente entrevista con la cadena estadounidense CBS cuando se le preguntó qué opinaba de las acusaciones de ser un criminal de guerra, “Son un reflejo de la ignorancia” se defendió. Seguramente que los pueblos explotados del mundo, bombardeados, invadidos y sojuzgados por regímenes dictatoriales orientados por Henry Kissinger no pensaban lo mismo y hubieran deseado verlo en el banquillo de los acusados respondiendo por sus crímenes. Murió uno de los más fieles representantes del imperialismo, la clase trabajadora del mundo no tiene nada a lamentar. Al final, él mismo se describió de cuerpo entero cuando entre sus frases más “celebres” dijo: “Lo ilegal lo hacemos de inmediato, lo inconstitucional lleva algo más de tiempo”.

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Escribe José Castillo

Finalmente, Javier Milei designó como su futuro ministro de Economía a Luis Caputo, el “Messi” de las finanzas, al decir de Mauricio Macri. 

En realidad Caputo es un experto, sí, pero para garantizar super-ganancias a los pulpos especuladores y a los fondos buitres. Fue secretario de Finanzas primero, ministro de Finanzas después y finalmente presidente del Banco Central durante el gobierno de Mauricio Macri. Llegó a ese cargo luego de varios años trabajando para el Deutsche Bank y el JP Morgan, dos de los grandes bancos del mundo imperialista.

En su rol como funcionario macrista tuvo un largo recorrido al servicio de los pulpos financieros, sus antiguos patrones. Debutó garantizándoles cobrar miles de millones de dólares a los “holdouts” (los fondos buitres que le habían hecho juicio a la Argentina luego de la cesación de pagos de 2001). Luego, usó todas sus influencias para hacer que crezca de forma desaforada la deuda externa argentina, colocando nuevos bonos entre sus amigos de las finanzas internacionales, todos con enormes ganancias para ellos. El caso más paradigmático fue la emisión de un bono donde nos endeudó, ¡a 100 años! con una tasa de interés altísima a favor de los acreedores.

Luego de abril de 2018, cuando  se acabó el negocio de esa bicicleta financiera, porque los especuladores internacionales decidieron retirar su dinero del país y fugarlo, Caputo fue quien propuso y llevó adelante el terrorífico acuerdo con el FMI, que nos endeudó por el monto récord de 45.000 millones de dólares. Digamos también que, ya en su rol de presidente del Banco Central, usó la primera cuota enviada por el FMI para fugarla íntegramente, mediante el mecanismo de licitar esos dólares entre sus amigos para que lo sacaran del pais. La situación fue tan escandalosa que fue la propia presidenta del FMI en ese momento, Christine Lagarde, la que recomendó el alejamiento de Caputo para tapar la estafa.

Luis “Toto” Caputo siguió haciendo de las suyas. Aprovechó todos los favores que les debían los especuladores (a los que les habían hecho ganar millonadas de dólares) para montar una nueva consultora, denominada “Anker”, dedicada a asesorarlos. Ahora, en su nuevo rol como ministro, una de sus tareas es colocar a todos sus socios en la misma en distintos cargos en el ministerio de Economía y, se dice, también en el Banco Central.

Como vemos, si Caputo es un “experto” de algo, es en garantizarles negocios a los saqueadores de nuestro país.

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Escribe José Castillo

El ultraderechista Javier Milei, en su rol de presidente electo, cumplió su primer compromiso: alinearse incondicionalmente con el imperialismo yanqui y con el sionismo. Su visita a Estados Unidos, acompañado por el designado ministro de Economía Luis “Toto” Caputo, se completó con una visita de este último a rendir cuentas y pedir la bendición del FMI.

Milei dejó claro su prioridad. Todavía no asumió y ya viajó a rendir pleitesía al imperialismo yanqui. Un repaso de su comitiva no tiene desperdicio: acompañaron al futuro presidente ultraderechista su hermana Karina (que suena como secretaria general de la presidencia), el ex ministro de Macri y ahora ya designado titular de Economía Luis “Toto” Caputo, su sobrino Santiago Caputo, Nicolás Posse (futuro jefe de gabinete, y hasta hoy hombre de la Corporación América, de Eduardo Eurnekián, el antiguo jefe de Milei) y Gerardo Werthein (banquero que va camino a ser embajador en los Estados Unidos). Increíblemente, formó parte de esta delegación “argentina” el mismísimo embajador de Estados Unidos en nuestro país, Marc Stanley. Para que no queden dudas, el embajador yanqui le abre las puertas a Milei.

Una señal de su alineamiento con el sionismo

Javier Milei ya había adelantado que sus aliados estratégicos son Estados Unidos e Israel. En medio de la agresión sionista a Gaza volvió a reafirmar su alineamiento incondicional con el sionismo. Por eso aprovechó su visita a Estados Unidos para enviar una señal. Su primera actividad fue a “El Ohel”, donde se encuentra la tumba del rabino Menachem Mendel Schneerson, conocido como “el rebe de Lubavitch”. Milei elige para escenificar su alineamiento con Israel a la congregación judía más reaccionaria del planeta: Jabad Lubavitch es la organización sectaria, cuasi medieval, anti-mujeres que fue denunciada en la conocida serie de Netflix “Poco Ortodoxa”.

Con dirigentes yanquis de todo signo

Es conocida la relación de Javier Milei con la ultraderecha mundial, y dentro de ellas con Donald Trump. Pero en este viaje Milei demostró que lo central es su alineamiento con el imperialismo yanqui de conjunto. Así, Milei se reunió con Bill Clinton (una señal hacia el partido Demócrata) y luego tuvo su encuentro con los funcionarios del gobierno yanqui encargados de garantizar el sometimiento de las semicolonias latinoamericanas. Así, fue recibido por Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional del presidente Biden, quien estuvo acompañado por el subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Brian Nichols. Que Milei haya dicho a quien quiera escucharlo que su prioridad es alinearse 100% con Estados Unidos no le garantizó ningún trato privilegiado: fue recibido por estos funcionarios de segunda línea, ya que se adujo que tanto el presidente Biden como el Secretario de Estado Antony Blinken “estaban ocupados”. 

“Toto” Caputo con el FMI

Mientras Milei volvía a Buenos Aires a tratar de arreglar la interna y su crisis de gabinete (la primera vez en la historia que hay ministros que renuncian antes de asumir), Luis “Toto” Caputo quedó a cargo de reunirse con los organismos financieros internacionales. El primero y más importante de estos encuentros fue con el FMI. Al igual de lo que le había pasado al presidente electo con Macri, el Fondo también le marcó los límites: no fue recibido por la titular Kristalina Georgieva, sino por la número dos, Gita Gopinath, que concurrió acompañada por los funcionarios encargados de verificar si la Argentina cumple con el ajuste comprometido en el acuerdo firmado por el gobierno de Alberto Fernández en marzo de 2021. Caputo iba con la idea de que el Fondo apoye al nuevo gobierno con un nuevo préstamo de 15.000 millones de dólares. Para eso explicó su plan de super-ajuste, “mayor al que exigía el propio FMI”. La respuesta de los funcionarios fondomonetaristas fue clarísima: “apoyamos que hagan el ajuste y lo aplaudimos; después que lo realicen charlamos de vuelta y vemos si le otorgamos nuevos préstamos”. Como vemos, a la ofrenda de mayor ajuste de La Libertad Avanza, a la medida del Fondo, este no le cede un centavo a nuestro país. 

La “estanflación”

Mientras tanto, Milei, ya de vuelta en Buenos Aires, dio nuevos detalles de su plan “motosierra”. Explicó que se vienen largos meses de “estanflación”. ¿Qué es eso? Es un término para definir al peor de los mundos económicos posibles: estancamiento (léase recesión, despidos, cierres de fábricas, desempleo creciente) e inflación a la vez. Lo que no dice Milei es que este escenario es el que La Libertad Avanza quiere provocar, para avanzar en el super-ajuste.

Así, a la ya alta inflación responsabilidad del actual gobierno peronista, Milei la piensa multiplicar por medio de la más absoluta liberación de todos los precios (facilitando las remarcaciones y abusos de los monopolios de productos de consumo masivo y cadenas de supermercados), tarifazos, aumentos de precios de los combustibles y devaluación. A la vez anuncia el congelamiento de la obra pública, de remisión de fondos a las provincias, y pone hasta en duda el pago de los aguinaldos (todo bajo la excusa de “no hay plata”). Plata que sí hay, para los especuladores de la deuda, los banqueros poseedores de las leliqs, que recibirán bonos con mayores beneficios a los actuales. A todo esto se le suma el anuncio de Milei de que enviará al Congreso una ley ómnibus que contiene privatizaciones, reforma laboral y reforma jubilatoria.

¡Hay que enfrentar el plan motosierra!

El presidente electo ultraderechista avanza, con sus aliados Patricia Bullrich, Macri y Schiaretti, en lo que venía anunciando como su plan motosierra. Cada día queda más claro que el ajuste no es “sobre la política” (como decía en campaña) sino sobre la clase trabajadora y los sectores populares. Seguramente en los días que faltan hasta la asunción presidencial nos enteraremos de más novedades y detalles de este auténtico programa de guerra contra el pueblo trabajador.

Mientras tanto, hay que organizarse para enfrentarlo. Con asambleas y pronunciamientos en todos los lugares de trabajo. Apoyando todas las luchas en curso. Y planteando que es mentira que este es el único camino. Hay otra salida, que pasa por dejar de pagar la deuda externa, romper con el FMI y poner todos los recursos para priorizar resolver las más urgentes necesidades populares. Es la propuesta que levantamos desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad.

 

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Desde Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda-Unidad, nos solidarizamos con la compañera Vanina Biasi del Partido Obrero a quien acusa penalmente el fiscal Carlos Stornelli por defender la causa palestina.

Denunciamos que esta persecución es parte de la campaña sistemática del sionismo en Argentina contra quienes denunciamos los ataques a la población civil en la Franja de Gaza por parte del Estado de Israel.

Exigimos el cese del hostigamiento a quienes defendemos la causa palestina y una vez mas decimos que antisionismo no es antisemitismo. Seguiremos peleando por una Palestina única, democrática, laica y no racista.

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Escribe Prensa UIT-CI

28/11/23. Se cumplen 15 años de la Masacre de La Encrucijada del 27 de noviembre de 2008, donde fueron asesinados dirigentes obreros de la Corriente Sindical C-Cura del PSL -UIT-CI, corriente política de José Bodas y Orlando Chirino. Reproducimos esta nota de Simón Rodríguez Porras de 2014, dirigente del Partido Socialismo y Libertad, sección venezolana de la UIT-CI.

 

Por: Simón Rodríguez Porras (PSL)

La noche del 27 de noviembre de 2008, luego de una ardua jornada en la huelga en la fábrica de la transnacional de alimentos Alpina, tres dirigentes de la Unión Nacional de Trabajadores, capítulo Aragua, se dirigieron a uno de los locales de La Encrucijada de Cagua a cenar. La policía del estado Aragua, bajo órdenes de los tribunales, había atacado la huelga a comienzos de la tarde, hiriendo a cuatro trabajadores y desalojando la ocupación que se mantenía en protesta por rebajas salariales y violaciones a la libertad sindical por parte de la patronal. En una gran acción de solidaridad, decenas de trabajadores de la zona convocados por Richard Gallardo, Luis Hernández y Carlos Requena, había logrado sumarse a los obreros de Alpina para desalojar a la policía regional y retomar la fábrica. Carlos, delegado de prevención en la empresa Produvisa, estaba lesionado en una pierna producto del enfrentamiento con la policía.

Gallardo era presidente de la Unete-Aragua, indiscutiblemente el principal referente del movimiento obrero del estado. Junto con Hernández, secretario general del sindicato de la Pepsi Cola, los dirigentes habían protagonizado las principales luchas de los trabajadores de la región contra contra el golpe de Estado, contra la burocracia sindical, a favor de la heroica experiencia de autogestión obrera en Sanitarios Maracay, así como en la huelga general regional del año 2007, e innumerables huelgas y acciones reivindicativas. Su perfil como sindicalistas autónomos, democráticos y revolucionarios, además de su apuesta por la construcción de un partido político que expresara los intereses de los trabajadores, independiente del gobierno y los patronos, les habían granjeado la enemistad de empresarios, cuerpos policiales corruptos, mafias sindicales de la construcción ligadas al Psuv, así como de la élite boliburguesa regional. Aquella confluencia de intereses que Gallardo llamaba “la santa alianza” contra los trabajadores.

Con siniestra precisión, un sicario profesional irrumpió en el local donde se encontraban y acribilló a Luis, Richard y Carlos, truncando en pocos minutos las vidas de tres de los más destacados luchadores de la clase trabajadora aragüeña y del país. Los enemigos de los trabajadores no solo apuntaban a quitar del camino a tres dirigentes probados en mil peleas, sino también a destruir la Unete-Aragua y el joven partido político que ellos impulsaban, la Unidad Socialista de Izquierda, bajo cuyas banderas habían participado en las elecciones regionales realizadas apenas cuatro días antes. En una advertencia directa, la banda armada de motorizados ligada al alcalde electo de Villa de Cura, el pesuvista Aldo Lovera, había celebrado el triunfo electoral con disparos al aire frente a la fábrica donde trabajaba Luis Hernández, quien había sido el contendor de Lovera.

La Masacre de La Encrucijada desató una indignada respuesta obrera de manera inmediata. El propio 28 de noviembre en la mañana la rabia recorrió las fábricas de Aragua y se expresó en un paro regional con cortes de rutas importantes como la Autopista Regional del Centro. En Villa de Cura, incluso el comercio cerró ese día ante la gran conmoción social. Inmediatamente una huelga regional fue convocada para el 2 de diciembre. Bajo la presión de la movilización, el gobierno se vio forzado a romper su silencio el 1 de diciembre, cuando el presidente Chávez se dirigió a Maracay y aseguró que el crimen sería investigado, además de prometer una depuración de la policía regional. Promesas que serían incumplidas.

La huelga regional del día siguiente obligó a las autoridades a comprometerse a instalar una comisión de la verdad con la participación de las familias de las víctimas de la masacre y de las organizaciones sindicales, como garantes de la transparencia de la investigación. No obstante, esa misma noche el ministro del Interior y Justicia anunció la posición que en definitiva impondría el gobierno para encubrir el crimen y salvaguardar a sus autores intelectuales y materiales: se anunció que la masacre había sido motivada por un “ajuste de cuentas” por una disputa dentro del sindicato de la Pepsi Cola, y se acusó a un trabajador de la empresa, sin evidencias y sin que los fiscales a cargo de la investigación respaldaran los dichos del ministro El Aissami. Pero además, numerosos testigos confirmaban que el trabajador había cumplido turno esa noche en la fábrica. Menos de un año más tarde, El Aissami emplearía los mismos métodos de encubrimiento y montaje judicial para perseguir al cacique yukpa Sabino Romero y encarcelarlo por año y medio. Como recompensa por las tareas realizadas, Chávez llevaría a El Aissami a la gobernación de Aragua en las elecciones regionales de 2012.

En la misma línea, las autoridades regionales torpedearon la comisión de la verdad que había sido acordada. Nuevas movilizaciones de trabajadores en Maracay el 11 de diciembre y el primero de mayo de 2009 reiteraron la exigencia de una investigación independiente y consistente de la masacre. La impunidad favoreció un nuevo ataque del sicariato, con el asesinato del sindicalista revolucionario Jerry Díaz, también de la Unete-Aragua, el 25 de abril de 2010. Cuando menos, al gobierno le interesaba dejar correr estos crímenes para aplastar a la Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma (C-cura), principal corriente sindical de la región y cabeza de la Unete-Aragua. Más allá, el crimen contra Díaz confirmaría nexos de las mafias sindicales de la construcción con el alto gobierno. A menos de un mes del asesinato de Díaz, el 23 de mayo el presunto sicario y el dirigente sindical de la construcción Tomás Pérez aparecieron en la edición 358 del programa Aló Presidente, transmitido desde Guacara. Pérez tomó la palabra y recibió los aplausos del presidente Chávez como “dirigente obrero bolivariano”.

Dando continuidad a la política de encubrimiento del sicariato antiobrero, el presidente Chávez publicó el 1ero de agosto en su columna de opinión “Las líneas de Chávez” la insólita declaración de que “en la Venezuela bolivariana no tenemos sindicalistas asesinados”. Actualmente Rafael Isea, quien en aquella época se desempeñaba como gobernador de Aragua y uno de los principales socios de las mafias sindicales de la construcción, se encuentra prófugo en EEUU, presuntamente bajo acuerdos de colaboración con la DEA.

La exigencia de justicia para Richard Gallardo, Luis Hernández, Carlos Requena, así como para Jerry Díaz, Ramiro Ponce, Esdras Vásquez, Luis Delgado y Carlos Méndez, mártires de C-cura a manos del sicariato, sigue en pie. Como sigue vivo su proyecto de construir una corriente sindical autónoma y combativa, y un partido revolucionario de los trabajadores y el pueblo oprimido. Al conmemorarse seis años de la Masacre de La Encrucijada, el Partido Socialismo y Libertad inaugurará en Maracay la Casa de los Trabajadores Richard Gallardo, Luis Hernández y Carlos Requena como homenaje.

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