May 03, 2024 Last Updated 3:17 PM, May 2, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad
 
Hay una campaña nefasta diciendo que si se desconociera la deuda contraída por Macri y no se pactara con el FMI, Argentina caería en el “abismo” y vendrían todos los males. Quieren esconder que el pacto con el FMI es el mal de los males al cual solo el Frente de Izquierda se opone consecuentemente junto a centenares de organizaciones.  
 
En las charlas surge la duda. Muchos dicen “está bien lo que dicen ustedes, pero qué pasaría si no pagamos? ¿Qué consecuencias traería?”.

Comprendemos esos interrogantes que se hacen trabajadores y jóvenes. Son legítimos. No así la campaña malintencionada del gobierno peronista, el FMI, los yanquis, los grandes empresarios, el macrismo y la CGT, que dicen “no quedaba otra” para justificar la entrega. Son los mismos que vienen aplicando planes de ajuste y de saqueo precisamente para pagar. Lo que no pueden negar es que precisamente por pagar una deuda usurera nuestro país se viene hundiendo, en especial el pueblo trabajador.

El terrorismo mediático dice que dejar de pagar nos traería graves sanciones, no vendrían las inversiones, nos podrían faltar remedios o tecnología. Pero eso es precisamente lo que nos vino pasando por pagar, no por no pagar.
La catástrofe es el FMI. El propio gobierno admitió que el préstamo sideral a Macri en 2018 (que ahora va a reconocer y pagar) “no trajo acceso a los mercados, contrajo la producción, aumentaron la inflación y la pobreza, el empleo cayó, el tipo de cambio se depreció, la deuda subió y la situación se agravó” (fundamentos del proyecto de ley enviado al Congreso). ¿Por qué sería distinto ahora?

Que vamos a lo peor hasta lo reconocen personalidades peronistas críticas del gobierno, como Mempo Giardinelli: “Un acuerdo que es una claudicación, un poner de rodillas a una república desgastada, obligar a casi 50 millones de personas a hipotecar su futuro por todo un siglo, a pagar lo que no compramos ni recibimos” (Página12, 7/3).

¿Cómo estaríamos si hiciéramos lo opuesto? Estaríamos mucho mejor. Por ejemplo, con los 12.000 millones de dólares que el gobierno pagó de deuda externa en estos dos años se podrían haber construido 500.000 viviendas populares y haber dado trabajo genuino a dos millones de desocupados.

Si tomáramos esa decisión ¿nos podrían embargar? Vayamos a un ejemplo que ya se dio, el Argentinazo. Esa rebelión popular contra la tremenda crisis de 2001 a la que nos llevó el FMI obligó a que se dejara de pagar por varios años esa deuda fraudulenta, permitiendo usar esos fondos en la emergencia. ¿Nos embargaron o invadieron? No.

Nuestros males capitalistas son porque se viene pagando, no por liberarnos. Peor que lo que estamos no vamos a estar.

Años atrás nos decían que si no pagamos nos iban a robar los ferrocarriles y todas las empresas del Estado. Resulta que esas empresas se remataron con el peronismo menemista de los años ´90 mientras la deuda externa creció el doble.
Al contrario, si se dejara de pagar, entrarían en crisis el FMI y el sistema financiero mundial. Son ellos los que dejarían de cobrar. Y si intentaran embargarnos, tendríamos el suficiente dinero de contado para adquirir bienes e insumos de cualquier país del mundo. Comercializaríamos con terceros países en igualdad de condiciones, impulsando un mercado común latinoamericano.

En caso de represalias les embargaríamos los bancos, activos, tierras y multinacionales que hay acá. Sería la oportunidad para tomar medidas de fondo, como nacionalizar la banca y el comercio exterior, reestatizar las empresas privatizadas y quitarles las tierras a los Lewis, Benetton y demás terratenientes emprendiendo una reforma agraria.

En algún momento también nos decían que si no pagamos nos podían embargar la Fragata Libertad, las embajadas o los bienes de argentinos en el exterior. Pero los 400.000 millones de dólares que hay en el exterior no son de los trabajadores o jubilados, sino de grandes capitalistas que se llevaron nuestra riqueza a los paraísos fiscales.

El pueblo trabajador tiene todo el derecho soberano a desconocer algo que le fue impuesto en su perjuicio, y encima se lo harán pagar con más ajuste y sufrimientos si no les paramos la mano. Si Argentina tomara una medida de ese tipo sería un ejemplo a imitar por otros pueblos del continente. Ecuador en 2019 derrotó un aumentazo de las gasolinas recomendado por el FMI. El pueblo de Colombia también se sublevó, lo mismo los trabajadores y la juventud chilena. Nosotros proponemos un frente de países latinoamericanos para enfrentar al FMI de conjunto, dando pasos a una Segunda Independencia. Si logramos tirar abajo a la dictadura, hicimos el Argentinazo, logramos el aborto legal con la marea verde y el pueblo de Chubut acaba de derrotar la ley megaminera ¿cómo no vamos a poder liberarnos del FMI?

Claro que no sería “un camino de rosas”. Pero en todo caso, si tuviéramos que soportar algunas privaciones temporarias, sería un costo menor a pagar para liberarnos como hicieron nuestros héroes patrios, no para seguir sometidos.
La catástrofe ya la estamos viviendo por pagar. A eso nos llevaron el peronismo, el radicalismo y PRO. Para emprender un camino opuesto hay que movilizarse y apoyar las propuestas que levantamos desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad junto a decenas de organizaciones.

Cualquiera que mire o lea las noticias que van y vienen de la votación en el Congreso de la Nación sobre el acuerdo con el FMI podría pensar: “están todos divididos; quién sabe como termina”. Pero no tenemos que dejarnos confundir. En el Congreso de la Nación se está a punto de concretar un episodio altamente significativo que profundizará el sometimiento de nuestro país al capitalismo imperialista. Que habilitará un ajuste mayor al actual, la virtual entrega de la política económica al FMI con las revisiones trimestrales y el compromiso de pagar 110.000 millones de dólares de acá a 2034. El peronismo, la oposición patronal de Juntos por el Cambio, todas las cámaras patronales que operan en el país, la burocracia sindical de la CGT y las CTA, los economistas del establishment, los periodistas de los medios de comunicación hegemónicos, todos unidos para lograr que se apruebe el proyecto de ley que avala este acuerdo con el Fondo. Más allá de las chicanas y maniobras parlamentarias que harán tanto el Frente de Todo como Juntos por el Cambio en los próximos días para quedar lo menos pegados posibles como corresponsables del ajuste, el objetivo está claro. Lo dijo el propio Máximo Kirchner cuando renunció a la presidencia del bloque del Frente de Todos, supuestamente porque no estaba de acuerdo en cómo se venían llevando adelante las negociaciones con el Fondo: “no vamos a poner palos en la rueda”. Clarito, cada uno hará el show en el Congreso que mejor le reditúe políticamente, pero todos aportarán a lo único que les importa al FMI: que se apruebe, para poner en marcha este programa de ajuste y saqueo.

Esto sucede en el mismo momento en que, producto de la criminal invasión de Rusia a Ucrania, se vuelven a encender las alarmas hacia una mayor crisis capitalista mundial. Lo vemos en estos días, con la suba del precio del gas, del petróleo y del pan, que está provocando que la crisis derivada de esta aventura bélica de Putin ya se la están haciendo pagar al pueblo trabajador. En nuestro país ello repercutirá en una mayor inflación que seguirá pulverizando salarios y jubilaciones, y mayores tarifazos si, a juicio del FMI, no alcanza con los ya anunciados en el acuerdo.

La burocracia sindical, mientras tanto, está cumpliendo un rol vergonzoso en todo este proceso. La CGT directamente avala el acuerdo e incluso se pronuncia a favor del incremento de la edad jubilatoria. “No es una mala idea”, llegó vergonzosamente a decir el secretario general de UPCN Andrés Rodríguez. Señalemos que la reforma jubilatoria es, justamente, uno de los temas “estructurales” que están citados en el memorándum con el Fondo. Las CTA buscan disimular su apoyo al pacto, incluso lanzan alguna marcha menor, o proponen como Claudio Lozano, ir a debatir el tema de la deuda a algún tribunal internacional. Pero siguen formando parte del gobierno, apoyándolo y, en definitiva, dejan correr la firma del acuerdo.
Solo el Frente de Izquierda Unidad y el sindicalismo combativo vienen convocando sistemáticamente a un gran movimiento para oponerse de verdad a este plan de saqueo. Esto ya viene dando sus frutos, con más de cien organizaciones que llenaron dos veces la Plaza de Mayo, en diciembre del año pasado y en febrero del actual. Y que lo volverán a hacer esta semana, cuando se trate el proyecto. Dentro del Congreso, los diputados del FIT Unidad serán los únicos que claramente y sin doble discurso, dirán que la salida es romper con el Fondo y dejar de pagar la deuda para volcar todos esos recursos a resolver las más urgentes necesidades populares.

Pero independientemente de cómo termine la votación en el Congreso, la lucha no culmina allí. Al contrario, podemos decir que recién comienza. Ese gran movimiento que venimos forjando es el que se seguirá movilizando contra lo que vendrá: las consecuencias del acuerdo, los intentos concretos de hacer caer el ajuste sobre las espaldas del pueblo trabajador. Que como ha hecho siempre, resistirá y dará pelea. Como ya lo vienen haciendo los docentes de varias provincias frente a acuerdos paritarios a la baja, y los ferroviarios del Sarmiento cuando se pone en juego su salud y se los provoca con descuentos. Del mismo modo que el movimiento de mujeres, protagonizando otro gigantesco y masivo 8M.

Para seguir dando estas luchas en forma unitaria, con fuerza y doblarle el brazo a lo que se viene, es que este fin de semana se acaba de reunir el plenario del Sindicalismo Combativo, para fortalecer este importante polo de coordinación entre todos los que estén dispuestos a dar las luchas que se vienen.

Desde Izquierda Socialista, como parte del Frente de Izquierda Unidad fuimos impulsores y aportamos al fortalecimiento tanto del gran movimiento contra el FMI y el pago de la deuda, como del propio sindicalismo combativo. Hemos lanzado una gran campaña contra el acuerdo con el Fondo, con afiches, volantes y charlas debate en todo el país para discutir las consecuencias de este acuerdo y cómo nos organizamos para enfrentarlo. Te invitamos a sumarte para fortalecer esta pelea.

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Escribe José Castillo

Esta semana se estará votando en Diputados (y la próxima en Senadores) el acuerdo del gobierno de Alberto Fernández con el FMI. Conocidos los detalles del pacto, se ratifica que se trata de un plan con un ajuste mayor al actual y que nos somete a un monitoreo permanente por parte de este organismo imperialista

Finalmente el gobierno del Frente de Todos dio a conocer en su totalidad el acuerdo con el FMI, al enviar el proyecto al Congreso Nacional. Tal como se conocía desde enero, implicará un enorme ajuste sobre el pueblo trabajador. Para garantizarse estas metas, el FMI procederá a auditorías trimestrales, donde aprobará o no si las políticas que lleva adelante el gobierno van en línea con el ajuste exigido. O sea, la política económica queda absolutamente sometida a la voluntad del FMI, que recién aprobará cada desembolso después de verificar que el ajuste se está cumpliendo.

Todo este sacrificio no traerá como contrapartida ni un peso en fondos frescos, sino apenas correr los vencimientos de los 45.000 millones de dólares que, como el propio gobierno reconoce, tomó ilegalmente el gobierno de Macri y se usó en casi su totalidad para pagar deudas anteriores y fuga de capitales. Lo que vendrá, además, será una montaña de vencimientos a partir de 2026 y hasta 2034, por más de 110.000 millones de dólares.

Los detalles que no se conocían

El acuerdo tiene datos explícitos de un tarifazo muy superior al 20% del que hasta ahora hablaba el gobierno. Contiene además referencias manifiestas a una reforma jubilatoria en camino.
El texto anuncia también que el mes de junio se debe terminar con la doble indemnización por despidos (vigente desde el comienzo de la pandemia). También limita las transferencias a las provincias, generando un ajuste indirecto sobre salud y educación, ya que la mayoría de este gasto está provincializado.

Tal es la hipoteca que deja el acuerdo con el Fondo,que incluso se refiere a que se deberá “seguir acordando con los acreedores que no entraron en los canjes 2005-2010 y con los que no se arregló en 2016”. ¡Otra vez se resucita a los fondos buitres!

Un proyecto “para que se apruebe”

Ratificamos lo que vinimos denunciando sistemáticamente: tanto el oficialismo del Frente de Todos como la oposición patronal de Juntos por el Cambio están absolutamente a favor de acordar con el Fondo. Así lo exigen, explícitamente, todas las patronales: la UIA, la Sociedad Rural, la Cámara Argentina de Comercio y hasta la Cámara de Comercio de los Estados Unidos.

Las dudas, tanto en peronistas como en cambiemitas,  está en cómo hacen ambos para “dejar que se apruebe” y no quedar pegados a las consecuencias del ajuste.

En otra nota (ver ¿El kirchnerismo realmente se opone al FMI?) nos referimos en detalle al doble discurso del kirchnerismo, y sus maniobras para decir que “no están de acuerdo” y a la vez garantizar que el proyecto se apruebe.  

Con respecto a Juntos por el Cambio, después de varios cabildeos le encontraron la solución (acordada con el gobierno), proponiendo un formato que incluso puede servirle a algunos diputados oficialistas que quieran lavarse la cara. Dividieron el proyecto en dos artículos, uno donde se dice “apruébase el acuerdo de refinanciamiento entre la República Argentina y el FMI”, y otro donde se aprueba el memorándum de política económica y financiera y el memorándum técnico, o sea todas las planillas donde se materializa en concreto el ajuste. Así le dejan la excusa justa a muchos que votarán a favor del acuerdo (artículo 1°), pero dirán que no apoyaron las medidas en concreto (artículo 2°). Al respecto, el periodista Carlos Burgueño desnudó la maniobra en una nota en Ambito Financiero (7/3): al directorio del FMI (empezando por el gobierno de los Estados Unidos, principal accionista) sólo se importa que se apruebe la autorización al acuerdo, o sea el artículo 1°, no interesándole como queda el resto, ni por cuantos votos sale la ley.

Solo el FIT Unidad propone romper con el FMI y enfrentar el ajuste

Mientras se sigue dando un mar de maniobras y discursos para esconder lo inescondible del mayor ajuste que se viene, hay una única voz clara: la del Frente de Izquierda Unidad. Somos los únicos que decimos con todas las letras que hay que oponerse al acuerdo, romper con el FMI, dejar inmediatamente de pagar la deuda externa y poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares. Lo proclamamos con nuestras diputadas y diputados en el Congreso Nacional, pero también llamando a movilizarnos en las calles cuando se trate. Y comprometiéndonos, si se aprueba, a seguir peleando contra todas y cada una de las medidas de ajuste que se tratarán de imponer.

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Escribe José Castillo

Si bien ya se sabía que una parte importante del ajuste iba a ser garantizado por medio de tarifazos a los servicios públicos privatizados (en particular en luz y gas), no se conocían los detalles. El gobierno venía insistiendo que se trataba de aumentos que no superarían el 20% anual (de hecho ya se había aplicado ese incremento en el primer bimestre). A lo sumo se llegó a anunciar una segmentación que sólo iba a afectar a sectores de altos ingresos.
En el memorándum con el FMI todo eso se derrumba. Ahí se afirma expresamente que habrá aumentos para todos y en porcentajes mayores a los que se planteaba previamente.

Habrá segmentación, pero todos terminarán pagando por encima del famoso 20%. A los sectores para los que se afirma “garantizar la tarifa social”, el aumento será del 23%. A un indeterminado sector intermedio se le aplicará una suba del 43% y al sector “alto” la tarifa plena, que no queda claro cuanto será, pero muchos afirman que orillará el 150%. En los dos primeros casos se justifica el incremento colocándolos como porcentajes del CVS (Coeficiente de Variación Salarial), señalando que este dio 53% el año pasado. La realidad es que muchísimos trabajadores (la mayoría de los precarizados y monotributistas) tuvieron aumentos muy por debajo de ese monto. Y, por supuesto, se anuncian nuevos aumentos para los años venideros.

Pero eso no es lo peor. Como todo el acuerdo con el FMI, los números podrán ser reajustados si “cambian las condiciones internacionales” (cosa más que probable con la actual invasión rusa a Ucrania). Así un incremento en el precio internacional del gas o del petróleo en cualquier momento puede dar lugar a que el FMI, en una revisión trimestral, exija mayores tarifazos.


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Escribe José Castillo

El gobierno insiste en que el acuerdo con el FMI no contiene ningún tipo de reforma jubilatoria. Cuando, hace un par de semanas, se filtró un borrador donde se señalaba que sí lo incluía, la excusa fue que sólo se trataría de las jubilaciones de privilegio de jueces y diplomáticos.

La simple lectura del texto presentado al Congreso dice otra cosa. Habla en concreto de “estudiar los parámetros de sustentabilidad del sistema, en particular de los regímenes especiales”. Se cita al de los jueces, pero apenas como un ejemplo. Seamos claros: los regímenes especiales que pondrán “bajo estudio” serán los de distintas categorías de trabajadores (por ejemplo, docentes, docentes universitarios, Luz y Fuerza, etcétera). ¡Ahí está la masa de dinero que se quieren ahorrar, para aplicarla al pago de la deuda!

Además, el memorándum dice explícitamente que se arbitrarán mecanismos para “incentivar la extensión voluntaria de la vida laboral de las personas”. Lo traducimos: se viene el aumento de la edad para jubilarse, un viejo y siempre presente anhelo del FMI. Los mecanismos “voluntarios” ya los conocemos: el que se jubile a la edad actual lo hará con valores más miserables aún que los actuales.

Ya apenas asumido el gobierno de Alberto Fernández, en lo que hoy parece un lejano diciembre de 2019, la primera señal al FMI y los acreedores internacionales fue cambiar la fórmula previsional, con lo que se ahorraron millones de dólares a costa de nuestras jubiladas y jubilados. Ahora, con el nuevo acuerdo, vienen por más. Se trata de una de las “reformas estructurales” que, según el gobierno de Alberto Fernández, “no existen”, a pesar de que están escritas en el acuerdo con el FMI.


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