Sus definiciones programáticas son cada vez más vagas. Zamora no es más aquel que llamaba a dejar de pagar la deuda externa, a terminar con las privatizaciones, enfrentar a la burocracia sindical con listas de oposición en los gremios y a organizarse en una herramienta política de los trabajadores y la izquierda para pelear por cambios de fondo. Llama a "abrir un debate" sobre los grandes termas nacionales, sin tomar posición sobre muchos de ellos. Según dice, porque está en contra de "los dogmas de la izquierda que tiene respuestas para todas las preguntas", en clara polémica con el Frente de Izquierda. Está bien "debatir", pero ¿hay que llamar o no a luchar por salarios igual a la canasta familiar, echar a Chevrón y por una YPF 100% estatal, suspender los pagos de la deuda o expulsar a las multinacionales saqueadoras? Es la respuesta que necesitan y esperan millones de trabajadores y jóvenes. El FIT se las da, Zamora no.
Además, Zamora se limita a llamados a la "participación", repudiando a "líderes" y "caudillos", dentro de los que incluye al Che, como recientemente dijo en un programa de televisión. Nuestro partido también aspira a que los trabajadores se rebelen contra todo lo viejo, luchen y enfrenten a los partidos patronales que ahogan sus luchas e inoculan el virus de la conciliación de clases. Eso es lo que ha hecho el peronismo durante décadas. Pero junto a eso, hay que llamar a construir una herramienta política, a la independencia de clase, a la unidad de la izquierda para enfrentarlos. Pelea clave para el futuro de los luchadores. Zamora ha renunciado a esa pelea, transformando su espacio político en un proyecto personalista, anti-partido, que no lleva a nada. Así terminó el "zapatismo" del famoso Sub Comandante Marcos, reivindicado durante décadas por Zamora. Si no se da esa pelea estratégica, heroicas luchas quedarán a mitad. Eso es lo que pasó con el Argentinazo. Una gesta heroica que, por no contar con una alternativa de los trabajadores y de la izquierda lo suficientemente fuerte para pelear por un gobierno de los de abajo, permitió que se recompusiera el régimen y surgiera el kirchnerismo.
La disyuntiva es clara. O proyectos individuales, personalistas y electoralistas, como el que encarna Zamora, o una izquierda organizada, que sea parte de las luchas cotidianas y ayude a los trabajadores y demás sectores populares a enfrentar y derrotar a sus enemigos en el terreno sindical, estudiantil y político. Esto se ve ahora en las elecciones: Zamora se presentó solo, cuando lo que se necesitaba era reforzar la valiosa unidad que logramos con el Frente de Izquierda, lo que permitió que un millón de votos no fueran a variantes patronales, sino a la izquierda.
Por estas razones llamamos a los votantes de Zamora a apoyar en octubre al FIT, una opción unitaria de la izquierda que lucha por una salida obrera y socialista a la crisis.