Lo mismo sucedió con Julio Cobos en Mendoza, donde la UCR sacó el 47,72%. En Córdoba, el radicalismo con Oscar Aguad salió segundo con el 22,66%, cerca del candidato peronista opositor Schiaretti. En la Ciudad de Buenos Aires, el Unen de Carrió, Pino Solanas y los radicales obtuvieron el 32,23%, terminando segundos detrás del Pro y arrebatándole el senador por la minoría al kirchnerismo. A todo esto hay que sumarle las victorias radicales en Jujuy (40,88%) y Santa Cruz (42,13%). Stolbizer y Alfonsín, por su parte, hicieron una elección “regular” en la Provincia de Buenos Aires, con el 11,80%, demostrando una vez más las dificultades de ese sector para penetrar en el conurbano bonaerense. Todo este espacio ha sumado 5,2 millones de votos, una cifra cercana al 24% del total. Ya empieza a sonar fuerte el llamado a “reeditar a nivel nacional el experimento de Unen”, donde se usaron las PASO para dirimir candidaturas. Ya se “anotan” como presidenciables Cobos, Binner, en primera fila, y con menos posibilidades Pino Solanas, Ernesto Sanz y habría que ver si la propia Carrió. Todos sueñan con reeditar el fenómeno de la Alianza de De La Rúa y Chacho Alvarez, que basándose en un discurso “anticorrupción”, alcanzó la presidencia en 1999.
Somos absolutamente claros: este espacio no es ninguna salida para las necesidades de la clase trabajadora y los sectores populares. Porque están aquellos que ya gobernaron dos veces la Argentina desde 1983: primero con Alfonsín, que nos llevó a la hiperinflación y luego con De la Rúa, que terminó escapándose en un helicóptero en medio de la insurrección popular. Pero también están los que incluso hoy gobiernan sus provincias, como Binner en Santa Fe, al servicio de los multinacionales de la soja, y los negociados inmobiliarios, mientras ciudades como Rosario van quedando a merced de las bandas del narcotráfico. Y por si eso fuera poco, se suman con discursos cada vez más derechistas personajes como Carrió, que arrastra detrás de ella patéticamente a Pino Solanas, quién parece haber olvidado todos sus discursos nacionalistas y contra la entrega. Y ni siquiera pueden alegar que “no tienen nada que ver con el kirchnerismo”: ¿o hay que recordar que Cobos fue Vice de Cristina, cuando era radical “K”? O que, incluso en el conflicto agrario de 2008, el ministro de Economía kirchnerista era Loustau, que hoy aparece como uno de los economistas “estrella” de ese espacio. Quizás la clave de qué representa exactamente este aquelarre “radical-centroizquierdista” la tuvimos cuando se votaron los canjes de deuda, y ahí Ricardo Alfonsín anunció que iban a votar con el gobierno por “convicción patriótica”. A este sector lo que los une es la “convicción” de garantizar seguir pagando la deuda externa y cumplir a rajatabla con los acreedores internacionales. Nada bueno puede salir de ellos para el pueblo