Escribe: Juan Rivera
Los resultados del domingo ratificaron lo que ya se palpaba y reflejaba en las encuestas. La derrota del kirchnerismo y el triunfo de Massa, quien logró capitalizar gran parte de la ruptura con el gobierno. Con más de diez puntos de ventaja sobre Insaurralde, el intendente de Tigre mejoró incluso su performance en distritos como La Matanza, donde, a diferencia de las elecciones de agosto, quedó a escasos puntos de la lista del Frente para la Victoria (FpV). Massa logró captar el voto de importantes franjas de trabajadores y otros sectores populares. Sin embargo, como lo hemos señalado anteriormente, no es salida. Veamos.
A pocos días de las elecciones, Massa participó del Coloquio de IDEA, que congrega a los empresarios más importantes y donde los políticos patronales desfilan para congraciarse con aquellos y postularse como garantes de sus intereses. También lo hicieron el kirchnerista Daniel Scioli, Francisco De Narváez y Margarita Stolbizer. Allí, en sintonía con el resto de sus competidores electorales, el tigrense remarcó la necesidad de promover mayor competitividad disminuyendo las presiones impositivas. ¿Para los trabajadores? No, para los empresarios que la levantan en pala. En el acto del 17 de octubre, Massa destacó en su discurso al Perón del abrazo con Balbín. Es decir, la cara más abiertamente propatronal del peronismo. En 1971- 72, Lanusse y los dos principales partidos patronales (peronistas y radicales) negociaban abiertamente una salida electoral para canalizar en las urnas el ascenso revolucionario y evitar así nuevos “cordobazos”. Estaba en marcha el “Gran Acuerdo Nacional” que impulsaba el propio Lanusse, mientras negociaba abiertamente con el líder exiliado un pacto social que trajo ajuste y represión para los trabajadores. En ese marco se dio el abrazo Perón-Balbín. Posteriormente, en el 75, se produjo un brutal ajuste que culminó en el Rodrigazo, la primera huelga general contra un gobierno peronista. El abrazo que reivindica Massa sintetizaba el acuerdo entre peronistas y radicales para poner fin al ascenso y reventar a los trabajadores.
Por último, durante su campaña, Massa convocó a Rudolph Giuliani, el ex alcalde de Nueva York, conocido por su lema de “tolerancia cero” y sus propuestas de mano dura. Esta política estuvo basada en promover una mayor presencia policial en las calles y en reforzar las penas y el control de los delitos
menores encarcelando a pobres y negros, dejando en la impunidad el narcotráfico y las grandes mafias delictivas. Pero un programa que ataque a los “perejiles” o refuerce las penas de los menores que, víctimas de la pobreza y la marginalidad, son empleados como mano de obra barata, no resuelve el problema. Mucho menos si no hay un combate frontal contra las mafias que controlan el delito organizado y que cuentan con la complicidad de las cúpulas policiales y miembros del poder político y judicial. El respaldo del derechista republicano a la lista del Frente Renovador es un claro indicio de para quién se propone gobernar Massa.
Por eso, a todos aquellos que, luego de hacer su experiencia y comprobar que el kirchnerismo defiende intereses ajenos a los de los trabajadores -como lo muestra cada vez más abiertamente-, decidieron dar su apoyo a Massa, los llamamos a no dejarse engañar y a apostar a la construcción de una herramienta política verdaderamente transformadora y que se prepare para enfrentar el ajuste que, tanto los Insaurralde como los Massa, buscarán descargar en los próximos meses sobre los trabajadores.