La inseguridad es un flagelo que afecta a toda la población, particularmente a los trabajadores y demás sectores populares. Son los más desprotegidos quienes lo sufren a diario. En las últimas semanas se dieron distintos hechos que tuvieron como blanco a jubilados, trabajadores y estudiantes, presas fáciles del robo al boleo y el denominado “delito callejero”.
El personal del Hospital Mercante tomó medidas de fuerza exigiendo soluciones (ver abajo). Lo mismo hicieron choferes de distintas líneas de colectivos enrolados en la UTA, como los de la 160 y 514. Los estudiantes de Ciencias Sociales de la UBA bloquearon una playa de estacionamiento ubicada en la parte trasera de una de sus sedes, denunciando el copamiento del predio por bandas delictivas que lo utilizan como aguantadero, en connivencia con la policía. Los padres del Normal 1 de Capital realizaron denuncias en la comisaría 17º mostrando la complicidad policial. “A uno de los alumnos ya van tres veces que le roban. Los chicos saben quiénes son, los conocen, se los cruzan todos los días. La policía también”, describió uno de ellos (Clarín, 3/10).
Aunque el gobierno niegue la inseguridad, no se trata de un simple invento mediático ni de un fantasma agitado “por la derecha”. Tampoco son salida las propuestas electoralistas de Massa, Scioli, Macri o De la Sota, que utilizan el crecimiento de la violencia para impulsar más mano dura y la baja de la edad de imputabilidad. Política con la cual coinciden con el kirchnerismo, que hizo propias las leyes de Blumberg en 2006, o con las reformas al Código Penal y el ascenso de Berni y Granados.
Nuestras propuestas
La inseguridad tiene claros responsables. El caldo de cultivo que empuja a delinquir a amplios sectores es el cuadro de marginalidad, desigualdad social y pauperización creciente que expulsa a miles de jóvenes del mercado laboral, que no trabajan ni estudian. Jóvenes que salen a robar por su cuenta o son usados por bandas cuyos jefes quedan en la impunidad mientras aquéllos pagan con la cárcel. Sólo con trabajo, salarios dignos y educación se podrán erradicar estos males. Por eso hay que luchar por derrotar el ajuste y este plan económico capitalista al servicio de ricos y grandes empresarios.
A esto se le suma la connivencia de las cúpulas policiales que, en lugar de combatir la inseguridad, la fogonean, otorgándole cobertura y respaldo al accionar delictivo (siendo parte de él) y al narcotráfico. Un reciente informe señaló que dos de cada tres detenidos confesó que si hubiera tenido dinero para darle a la policía o a un juez, ya estaría en libertad. Es necesario acabar con la conducta de jueces, comisarios, gendarmes y políticos patronales (gobernadores, intendentes y concejales) que liberan zonas para el accionar de narcos y el delito organizado. Implementando medidas como la elección popular del comisario (con mandatos revocables), y de los jueces.
Mientras tanto, la movilización y organización obrera y popular es clave. Nuestro partido propone la auto organización de los vecinos en los barrios para disuadir el delito, con sistemas de alarmas, elección de delegados por cuadra para la vigilancia, ejerciendo el control popular sobre el accionar policial y debatiendo cómo enfrentar la inseguridad. Impulsando asambleas y medidas de fuerza en los lugares de trabajo. Lo mismo en el movimiento estudiantil. Este tipo de iniciativas, como ocurre por ejemplo con las Madres contra el Paco, que se organizan para salvar a sus hijos del narcotráfico, son fundamentales para enfrentar la inseguridad. Propuestas que lograremos imponer con lucha y movilización.