Evo ganó en una buena situación macroeconómica. Bolivia no tiene gran deuda externa y es básicamente exportador de hidrocarburos, minerales y soja, que multiplicaron sus precios en los últimos años. La nacionalización de los hidrocarburos de 2006 fue un fraude. Repsol y Petrobrás siguen manejando la producción de gas y ganan más que nunca. Pero los ingresos estatales aumentaron por el aumento de precios. La burguesía más concentrada, la cruceña, fue favorecida por la consolidación del latifundio y grandes créditos estatales sin interés. Este es el motivo por el cual el MAS ganó por primera vez en la oriental Santa Cruz, con el apoyo de conocidos derechistas locales, como el alcalde Percy Fernández. Mientras que, aunque ganó en el altiplano (La Paz, Potosí y Oruro) perdió el 20% de sus votos respecto a la elección de 2009.
Por otra parte, el gobierno se ocupó de impedir la legalización, con la antidemocrática ley electoral y el boicot de la burocracia sindical, al Partido de Trabajadores, que le podría haber significado perder parte de su base electoral. Sus opositores electorales eran de la antigua derecha. Muchos votaron al MAS con mucha crítica, para que ésta no volviera.
La relativa bonanza económica comienza a terminarse. Están cayendo los precios de los hidrocarburos y minerales, y no hubo industrialización que sustituya estas materias primas. El FMI y el neoliberal ministro de economía vienen anunciando la necesidad de un duro ajuste, el llamado “gasolinazo”, es decir, duplicar los precios de la nafta y gasoil para llevarlos a precio internacional (en Bolivia la nafta cuesta 55 centavos de dólar). Esto, indudablemente, despertará nuevamente la resistencia popular y la lucha por la verdadera nacionalización.
M.L.