Para todo luchador, especialmente para aquellos que aún confían en Cristina Kirchner y el “modelo” K, 2014 ha sido un año de muchas enseñanzas. El kirchnerismo termina 2014 aplicando un ajuste que ya poco y nada puede encubrir. En un país con recesión, feroz inflación y caída del consumo popular. No hay nada para los trabajadores, jubilados y beneficiarios de planes sociales, sentenció la presidente. Sin embargo, para los que ganaron esta década (llámese grandes empresarios, banqueros, multinacionales petroleras y mineras y usureros internacionales), las puertas oficiales siguen abiertas. El anuncio que no descontará Ganancias del medio aguinaldo al 80% de los trabajadores que sufren ese robo, fue arrancado por la amenaza de un nuevo paro general, no porque se trate de un gobierno “nacional y popular”.
Este “modelo” no es industrial ni de redistribución de la riqueza. El pacto secreto con Chevron, el mantenimiento de las privatizaciones menemistas, los pagos de la deuda externa y, esencialmente, los salarios, jubilaciones y asignación por hijo de pobreza, muestran que en estos años se siguió con el saqueo y la entrega bajo otro discurso. Esto es así en todos los terrenos.
En el sindical, la estrategia de la Casa Rosada fue pactar con burócratas repudiables y patoteros como Pignanelli del Smata, que en vez de defender a los obreros de Lear, actuó a favor de la multinacional yanqui. Cristina se acaba de sacar la foto en la sede de la Uocra con “Gerardo”, como lo llama la señora a Martínez, el espía de la dictadura que sigue enquistado en el sillón de ese sindicato desde hace décadas. Podríamos también tocar el tema derechos humanos, en sus dos aspectos. La defensa a ultranza del kirchnerismo al represor Milani al mando del ejército. Y la criminalización de la protesta, con trabajadores condenados por luchar, servicios de inteligencia infiltrados en marchas y asambleas obreras, el Proyecto X, los gendarmes caranchos de Berni, etcétera.
Por eso el doble discurso no pega como antes. Lo que hay es bronca y ruptura ante un gobierno mentiroso que no soluciona ningún problema estructural de los trabajadores.
Scioli, Massa, Macri, más de lo mismo
En el terreno político, el kirchnerismo sigue en crisis, embretado por escandalosos casos de corrupción (propio del modelo capitalista K) y enriquecimiento patrimonial de la familia presidencial. La temprana muerte de Néstor Kircher dejó sin alternancia de poder a este sector del PJ que le tocó gobernar después del Argentinazo. Era Néstor quien debía asumir en 2011. Lo tuvo que hacer Cristina, en forma imprevista. Y después de Cristina, se le hace difícil al kirchnerismo conseguir algún candidato con un mínimo de carisma. Por eso la desesperación de incluirla en la boleta del Frente para la Victoria en las listas del Parlamento del Mercosur.
Ningún candidato de las entrañas K, hoy por hoy, remonta en las encuestas. La Cámpora y los kirchneristas de paladar negro están retrocediendo en chancletas, aceptando mediante un “aterrizaje pausado”, el apoyo a Daniel Scioli. Este menemista al que apeló el gobierno (igual que al radical Julio Cobos como vice de Cristina o al ahora impresentable corrupto liberal Amado Boudou), es la monita vestida de seda con la que competirá el kirchnerismo, para seguir atado al poder. La máxima será “continuidad del modelo con cambios” que pregona el empresario y ex motonauta. O “avanzar defendiendo lo conquistado”.
Al decir del gobierno, ya no habrá “una variante de centroizquierda y otra de centroderecha”, como siempre aspiró el kirchnerismo para polarizar con los Macri, sino que ahora todos los candidatos serán de “centroderecha”. Habría que buscar con lupa las diferencias entre Scioli, Macri, Massa o Binner. Hasta el propio Macri se desgañitó en estos días enviando fervorosos saludos a Tabaré Vázque por su triunfo en Uruguay, mostrando que el Frente Amplio nada tiene de “izquierda”. Evo Morales sale en la de la revista dominical de La Nación por su pacto con la derecha de la media luna boliviana. Y Dilma acaba de redoblar su giro, poniendo un gabinete neoliberal luego de ganar las elecciones. Presidente del país hermano elogiada tanto por Cristina, como por Binner, Macri, Massa y Scioli.
Siempre hemos dicho que gobierno y oposición se pelean para la tribuna. Pero todos gobiernan para los grandes empresarios, patronales del campo y el imperialismo. Los opositores se reunieron recientemente con Telefónica, Techint y otros grandes banqueros y representantes de multinacionales. Un futuro gobierno, sea con un candidato K o uno opositor (seguramente nacido en forma tortuosa en los marcos de un PJ en crisis, vía Scioli o Massa), irá en pos de profundizar el ajuste, la entrega y la sumisión al imperialismo. La clase obrera y demás sectores populares deberán desembarazarse de estos políticos patronales y abrazar una salida de independencia de clase para sacar al país de la pobreza y dependencia. Luchando por medidas de fondo como las que viene levantando el Frente de Izquierda: expropiación de las multinacionales, reestatización de las privatizadas y el no pago de la deuda externa, rompiendo los lazos con las grandes potencias, entre otras medidas liberadoras.
2014: el año de los paros generales y las agachadas de la burocracia
Lo que nunca se podrá decir es que en este año la clase obrera no luchó. Lo hizo, y cómo. 2014 fue el año donde la bronca y el repudio a la burocracia traidora ligada al kirchnerismo, obligó a convocar a la segunda huelga general contra el gobierno en la era K el pasado 10 de abril. El mismo fue precedido de una heroica rebelión docente, una huelga en provincia de Buenos Aires que creó organismos de lucha y rebalsó las estructuras sindicales de la burocracia oficialista. El paro general fue muy importante.
Posteriormente, el 28 de agosto, hubo otro paro general, el tercero en estos años. Esta vez no contó con el apoyo de la UTA, como el anterior. Pero los colectivos circularon vacíos. La clase obrera se pronunció vía una acción nacional en contra del ajuste y el doble discurso del gobierno. El “modelo” inflacionario del 40% de suba de precios en 2014 y de saqueo salarial (vía aumentos por debajo de la inflación y el robo con el impuesto al salario), merecían una necesaria continuidad con un plan de lucha nacional. Pero la CGT Moyano defeccionó. Hugo Moyano emprendió reuniones con Macri y otros candidatos opositores, alegó ser víctima de la campaña de “desestabilización” del gobierno y se propuso impulsar la “unidad sindical” con burócratas de gremios oficiales, dejando pasar el ajuste y avalando una tregua de hecho. “Estrategia” que fue muy negativa para el movimiento obrero. El anuncio de Cristina de no descontar el impuesto a las Ganancias del aguinaldo ante otro posible paro general, demuestra que con lucha se le puede parar la mano al gobierno y arrancar conquistas. La negativa de Moyano a preparar un plan de lucha nacional para enfrentar el ajuste es un claro dique de contención para que el movimiento no derrote con lucha y movilización las políticas antiobreras del gobierno.
Esta situación, por sí sola, explica lo correcto de haber convocado a coordinar entre dirigentes combativos a nivel nacional, como se hizo con los dos eventos del Encuentro Sindical Combativo (ESC), primero el de Atlanta y luego el de Platense. Encuentro que, si bien embrionario, jugó un importante rol, impulsando los paros generales, solidarizándose con importantes luchas como las de Lear o Gestamp y, fundamentalmente, dando impulso a la tarea por construir una nueva dirección del movimiento obrero, con un claro programa de enfrentamiento a las patronales, gobiernos y todas las alas de la burocracia sindical. Lamentablemente la actitud del Partido Obrero dándole la espalda, y la defección de PTS, impidieron que el ESC tuviera más fuerza para postular a una dirección alternativa ante la burocracia. Impidiendo que se pudiera dar un impulso mayor a esta política, con el objetivo de canalizar a los nuevos dirigentes, delegados, internas y dirigentes de sindicatos que necesitan una nueva alternativa antiburocrática en el movimiento obrero. El ajuste, la crisis mundial que golpea, la necesidad de enfrentar la pobreza salarial, los despidos y suspensiones, y la contínua criminalización de la protesta, recrearán la necesidad de seguir apostando a la unidad de los luchadores. Política con la cual seguirá comprometido nuestro partido.
2015: vamos a la pelea electoral con el Frente de Izquierda
El año que viene seguirán las luchas por salario, contra los despidos y suspensiones y contra todo tipo de ajuste. Y la pelea por nuevos dirigentes sindicales. Pero 2015 será esencialmente un año electoral, de grandes oportunidades para el Frente de Izquierda. Un año político para seguir impulsando una alternativa de los trabajadores y de la izquierda, levantando un programa de fondo y de salida a la crisis como el que enarbola el FIT.
Argentina es parte de la crisis capitalista mundial, en un continente signado por gobiernos con más desgaste e importantes luchas. Se está haciendo la experiencia con los gobiernos “distintos”, “de izquierda”, como los sigue llamando la prensa. El chavismo, el MAS de Evo Morales, el PT de Lula-Dilma, el Frente Amplio de Tabaré, vía el Mercosur, Unasur y cuanta discurso por la “unidad latinoamericana” vociferan, son las “nuevas versiones” para profundizar el saqueo y las ganancias patronales. Para enfrentarlos y capitalizar la ruptura con esas variantes, los luchadores, trabajadores y la izquierda deberán elevarse a la tarea de fortalecer alternativas políticas, como lo estamos haciendo en Argentina con el FIT.
La nueva generación de trabajadores y jóvenes de nuestro país deberá sortear los distintos obstáculos que le presenten los partidos patronales. La experiencia con el kirchnerismo está acrecentando la ruptura política de amplias franjas de luchadores obreros y juveniles, quienes apostaron en la elección anterior con su voto a una salida obrera y socialista, de independencia de clase, por la izquierda revolucionaria y radicalizada vía el FIT, que obtuvo más de un millón doscientos mil votos y una bancada de diputados nacionales y en algunas provincias inédita en la vida del país. Esto está mostrando el salto en la conciencia de miles y miles que no se dejan llevar por los viejos políticos, que incluye, obvio, a la centroizquierda. Un cambio muy importante para los desafíos que se vienen.
El Frente de Izquierda se tiene que preparar para aprovechar la oportunidad electoral de 2015. Pregonando que no hay salida bajo estos gobiernos capitalistas, sean progresistas, de centroizquierda o centroderecha. Que hace falta una salida de fondo. Llamando a amplias franjas de trabajadores, jóvenes y demás sectores populares a seguir abrazando y luchando por las propuestas y la alternativa que levanta el FIT. Preparándose el Frente de Izquierda para dar una pelea unitaria, tanto en las PASO, como en las presidenciales y demás elecciones provinciales. Las bancas del FIT han demostrado, más allá de las diferencias que separan a los partidos que lo conforman, que hay políticos distintos, que apoyan las luchas, combaten a la burocracia y a los políticos patronales.
En las elecciones 2015 habrá que sembrar nuevamente este mensaje. Impulsar y preparar una alternativa de los trabajadores, con la unidad de la izquierda. Sabiendo que sólo un gobierno de los trabajadores y el pueblo erradicará los males del capitalismo. Izquierda Socialista llama a seguir apoyando las luchas, a desarrollar el sindicalismo combativo y a impulsar en forma unitaria la pelea políticoelectoral en 2015. Para que en el próximo período la crisis la paguen los capitalistas, no los trabajadores.