
Escribe Pilar Barbas, dirigenta de la Juventud de Izquierda Socialista
Ofelia Fernandez publicó hace pocos días un documental llamado Cómo ser feliz. En el mismo desarrolla el rol de las redes sociales para las nuevas generaciones, sobre todo para aquellas que se criaron en el auge de su utilización. Analiza que desde el 2010 (según estudios realizados en EEUU), crecieron exponencialmente los trastornos de salud mental, depresión, ansiedad y trastornos alimenticios como la bulimia y anorexia, como así también los suicidios. Todo como responsabilidad de la presión del like, de la selfie con el filtro perfecto, de gustarle a otrx mediante la virtualidad. En el 2010 la creación de Facebook, sería la puerta que se abrió a otras redes sociales como Instagram o TikTok. Si bien nos parece importante el análisis de cómo estas redes sociales influyen en nosotrxs, y hay que estudiar e investigar más las implicancias que conllevan, el gran faltante en la explicación de Ofelia es la responsabilidad política de los gobiernos y la crisis capitalista que estalló en 2008-2009 y que desató planes de ajuste, miseria y borramiento de cualquier perspectiva de futuro para la juventud del todo el planeta.
Sin dudas, las redes sociales generan mucha exposición y son un elemento importante para la escalada sin cesar de los problemas de salud mental. Ahora también y, probablemente en mayor medida, lo sean las condiciones de vida a las que nos somete este sistema.
Desde el 2010 para acá en Argentina gobernaron: Cristina Fernandez de Kirchner, Mauricio Macri, Alberto Fernandez y Javier Milei. ¿Acaso no hay responsabilidad política en la incertidumbre que genera ansiedad y depresión en muchísimos jóvenes?
A su vez, de la mano de esa despolitización del contexto de la crisis de la salud mental que efectivamente estamos atravesando, se incluye el hecho de que el documental plantea el despliegue de las redes sociales y su acumulación de poder (Meta hoy en día se trata de alguna de las empresas de mayor cotización e influencia política a nivel mundial) como un despliegue meramente tecnológico, ignorando que esto solo fue posible gracias a que fue una definición política de los gobiernos dar luz verde para que estas empresas acumulen riquezas sobre la base de acumular datos personales y meterse hasta al máximo detalle en la vida cotidiana de las personas.
Ser unilaterales con la explicación y responsabilizar de toda nuestra crisis a la aparición de Facebook, es reduccionista. Una generación que no tiene posibilidad de proyectar una carrera universitaria, que toda su vida va a tener que alquilar un lugar donde vivir, con trabajos precarios sin ningún derecho laboral, es una juventud que no puede proyectar nada.
Cuando el documental pone como un ejemplo el momento de vacaciones donde no podemos desconectarnos del celular, también hay que poner el foco en porqué pasa eso. ¿No será que la mayor cantidad de jóvenes viven super explotados hasta fuera de su horario laboral? Gozar de vacaciones sin responsabilidad laboral es casi un sueño que pocos alcanzan. Y sobre esto hay una responsabilidad política, en Argentina es de los gobiernos peronistas, del Pro y de la Libertad Avanza.
Otra gran omisión de Ofelia son las luchas que dio la juventud en las calles todos estos años. La juventud en Argentina, sobre todo el movimiento estudiantil, protagonizó grandes luchas en el 2010, 2016, 2018, y en el 2024. Que casualidad que lo que otra vez se omite en el documental, es la responsabilidad política de las conducciones que boicotearon estas luchas. Ni que hablar del rol de las mujeres y disidencias, especialmente jovenes, en la conquista del aborto legal seguro y gratuito. O en el #1F contra el gobierno de Javier Milei.
Pensar que la juventud está anestesiada y no se conmueve con genocidios transmitidos por TikTok, choca con la propia realidad. Así lo demuestran las tomas estudiantiles en EEUU en apoyo a Palestina y el rol que jugaron las juventudes en el mundo en el ascenso de las movilizaciones sobre todo en Europa. Jóvenes no omiten las responsabilidad política de los gobiernos como los de Netanyahu, Trump o Milei. No omiten lo que Ofelia si.
De hecho, resulta un hecho político de gran magnitud, y que pinta todas las contradicciones de estos fenómenos, la celebración que realizó el genocida Netanyahu de que en EEUU un empresario pro-israelí haya comprado TikTok, con la esperanza de poder frenar en territorio yanky la circulación de videos que denuncien las matanzas en Gaza. Quizás lo que realmente anestesia a la juventud son los espacios políticos que no denuncian estos genocidios.
Otro eje del documental es la explicación sobre el funcionamiento de los algoritmos para generar opinión y generar verdades. Su utilización por Elon Musk (dueño de X, antes Twitter) y los grandes capitalistas es clara. Ahora, lo que hay que profundizar es a qué intereses responden. Además las redes sociales han demostrado que pueden ser de gran utilidad para la lucha, así lo demuestran las rebeliones juveniles organizadas por Discord.
Los fenómenos electorales más tirados a la izquierda como Die Linke y Mamdami en New York, con miles de voluntarios, que llevan sus campañas a las calles demuestran que cuando hay una convocatoria clara los jóvenes toman de nuevo un rol en la presencialidad.
Las movilizaciones juveniles en el mundo
Este año fueron noticia mundial las movilizaciones en varias partes del mundo protagonizadas por jóvenes que en su gran mayoría tienen menos de 30 años. Tiran gobiernos de diferentes tintes políticos y levantan banderas del icónico manga One Piece.
Hace unos años que venimos discutiendo con la idea de que las juventudes del mundo se corrieron hacia una ideología de ultraderecha. Se afirmó que la rebeldía juvenil se había convertido en un terreno donde avanzan las ideas conservadoras. En Argentina, el triunfo de Javier Milei era visto como un emblema de esto. Si bien no negamos que las ideas libertarias hicieron mella en un espacio de la juventud, principalmente de varones, tiene más que ver con la desazón con los gobiernos que dejaron sin perspectiva de futuro a millones en el mundo.
Las movilizaciones que se desarrollaron en varios países este año, en las cuales miles de jóvenes se organizan, en muchos casos por redes sociales, demuestra que en realidad lo que ocurre es que hay millones de jóvenes disconformes con la realidad que este mundo capitalista, y los gobiernos que la sostienen, tienen para ofrecernos.
Por eso, fue un aliciente a nivel mundial ver las movilizaciones en Nepal. La gota que rebalsó el vaso fue el intento del gobierno de prohibir las redes sociales, cuando por TikTok crecía el repudio a los NepoBabys, así apodados los hijos de los funcionarios del gobierno que gozan de privilegios a los que la mayoría de la población no puede acceder. En Marruecos las movilizaciones fueron empujadas por el desfinanciamiento brutal en salud pública que provocó la muerte de pacientes por no tener presupuesto para los insumos necesarios. El reclamo por presupuesto para salud y no para estadios para el mundial colmó en movilizaciones donde otra vez jóvenes, con la bandera de One Piece tomaron un rol protagónico.
Pero las movilizaciones juveniles, y la bandera de One Piece (que representa un símbolo de inconformidad) y la lucha vuelven a estar presentes en otros puntos del planeta. Como Luffy (protagonista de One Piece), que lucha contra el gobierno mundial opresivo, pibxs de diferentes continentes se rebelan contra un sistema capitalista en crisis que descarga lo peor del ajuste contra lxs jóvenes, y más sobre las mujeres y disidencias.
En Latinoamérica lo vemos en Perú. Jóvenes se alzan hartxs de la corrupción y contra el recorte a las pensiones. También se puede ver las banderas flameando de One Piece en las movilizaciones en Paraguay. Todas estas movilizaciones tienen otro punto en común, son brutalmente reprimidas por los gobiernos de diferentes espacios políticos. Ante eso, la juventud da batalla sin miedo. Podemos decir que a lxs pibxs que le sacaron todo, también le sacaron el miedo a luchar por lo que les pertenece.
Estas rebeliones juveniles que en algunos casos tiran gobiernos, se repliegan ante la falta de una conducción revolucionaria. Pero no dejan de ser una expresión importante de la crisis mundial y del rol de las juventudes contra este sistema. El hilo conductor, tiene que ver con la crisis del imperialismo en la que estamos inmersos desde el 2008 hasta acá.
Y el ajuste que los gobiernos de todos espacios políticos aplican sobre las juventudes.
Precarización laboral, no acceso a la vivienda, ni a la salud ni a la educación, son moneda corriente sobre la cual las nuevas generaciones deben adaptarse.
Por eso reivindicamos las luchas que se desarrollan en distintos puntos del mundo contra la miseria a la que nos lleva este sistema y sostenemos que el llamado a profundizar la pelea por un gobierno de lxs trabajadores y por tirar el capitalismo en todo el mundo.










