Tenemos una dura batalla por delante. El PRO tratará de hacer valer una buena elección en Capital como anticipo de la performance nacional de Macri. Después de dos mandatos de “hacer una Buenos Aires” al servicio de los negocios inmobiliarios y el turismo, mientras se siguen cayendo a pedazos la educación y la salud pública, y se agrava a niveles brutales la crisis de vivienda, los “amarillos” van a una interna entre Horacio Rodríguez Larreta (el super-ministro de Macri) y la protegida de la Iglesia, Gabriela Michetti, contando también con candidatos menores como el patotero Christian Ritondo y el ex menemista Diego Santilli.
Pero, ¡cuidado! Del otro lado, estarán los que tratarán de hacerse pasar por “opositores”. Porque el PRO, que nunca tuvo mayoría propia en la Legislatura porteña, logró “aprobar” su proyectos con los votos que le prestaban tanto el kirchenerismo como UNEN. En esta elección, ese contubernio será más escandaloso aún: como ya relatamos en otra nota, la Coalición Cívica de Carrió y el radicalismo arreglaron ir con el macrismo a nivel nacional. Pero en la Capital mantendrán la fachada de hacerse pasar por opositores. Eso es lo que representa actualmente la lista llamada ECO, tanto en la “versión” Loustau como Ocaña.
El kirchnerismo presenta algo aún peor. Ya no sólo será el opositor “mentiroso” que despotrica contra el macrismo para después votar juntos en la Legislatura. Ni tampoco los demagogos que se “horrorizan” del estado de la salud y la educación pública en la Ciudad, cuando ellos la tienen igual o peor a nivel nacional. Ahora le agregará la “perlita” de que uno de sus candidatos a Jefe de Gobierno será nada menos que Aníbal Ibarra, el asesino impune de Cromañón.
La “oferta electoral” del cambalache de la Ciudad no se termina ahí. Habrá diversos mini-frentes con astillas de la explosión de la centroizquierda, tratando de captar votos de incautos con un discurso progresista, como el Frente Surgen, (con Libres del Sur y Proyecto Sur), Camino Popular (con Patria Grande y Lozano), Gustavo Vera, tratando de aprovechar su “amistad” con el Papa, o Pablo Ferreyra, tratando de reeditar las “colectoras kirchneristas” junto al PC.
El FIT se prepara entonces para dar una dura batalla electoral, sabiendo que encarna la única opción de unidad de la izquierda, con un programa para hacer de Buenos Aires una ciudad realmente al servicio de las necesidades de la clase trabajadora y el pueblo.