Esto ha dado pie para que el kirchnerismo, como siempre, apele a su doble discurso. El gobierno criticó a Méndez diciendo que “no tiene que haber ni piso ni techo” en las paritarias. Pero no es cierto que el gobierno no fije “techos salariales”. Lo ha hecho siempre con la complicidad de la burocracia sindical que pactó a espalda de los trabajadores.
Por ejemplo, en el verano, la paritaria nacional docente fijó un aumento miserable del 27%, el que se quiso fijar como referencia para el resto de los trabajadores. Ahora, en las paritarias de la UOM, se quiere fijar un “caso testigo”, acordando un salario del 32% en cuotas. En caso de darse, el mínimo de los metalúrgicos se iría a $ 8.400, muy inferior a la canasta familiar ($12.666), medición que ha hecho recientemente la Dirección de Estadísticas y Censo de la Ciudad de Buenos Aires. Pero la patronal ofrece un 22%. Hasta Caló estuvo obligado a amagar con un paro de 36 horas para seguir negociando.
La situación salarial de millones de trabajadores es directamente de pobreza. Según el Indec, 12 millones de personas ganan 5.500 pesos. Y quienes ganan un poco más, el gobierno los considera “ricos” y privilegiados. Por eso les roba con el impuesto a las Ganancias. Ni qué hablar de las jubilaciones, donde el 80% está en la mínima (3.800 pesos). La Fraternidad, aunque sea de pico, ha dicho que debería pedir el 46% para compensar la inflación y el impuesto a las Ganancias. Sabiendo que cualquier aumento que se logre, a más de un millón de trabajadores se lo llevará el impuesto al trabajo. Pero los gremios del Transporte y la CGT Moyano no han fijado ninguna medida luego del exitoso paro general del 31 de marzo (ver Editorial en página 2).
El robo salarial pegó un salto en 2014, año en que el gobierno nacional devaluó. Con una inflación rondando el 40% (mucho más en alimentos y bebidas) las paritarias del año pasado se firmaron en promedio por un 30%. Ahora es cuando se debería pedir el reajuste para recuperar lo perdido. Pero el gobierno dice que la inflación bajó (cuando es quien la fogonea, autorizando aumentos que llegan al 7% en los “precios cuidados”) y que la economía no da para aumentos mayores. Lo mismo dicen los empresarios. Es decir, empresarios y gobierno se unen para perjudicar a los trabajadores.
Ante esta situación hubo un gran paro nacional el 31 de marzo. Luego paró la Federación de Luz y Fuerza (que integra la CGT oficial de Caló). Mientras siguen las suspensiones y despidos. Fate está suspendiendo a sus 1.800 trabajadores. Tenaris (Techint) a sus 3.000 operarios en acuerdo con la UOM Campana. La fábrica de acoplados Petinari, después de no pagar los sueldos, despidió personal (ver columna).
Repudiamos los dichos de Méndez de la UIA (que propone aumentos miserables y no quiere paritarias) y a la política del gobierno (que maniobra para imponer techos salariales). Tanto los trabajadores privados, como los docentes, estatales y trabajadores de la salud, sufren los bajos salarios. Ni qué hablar del 40% en negro y tercerizado.
Llamamos a luchar por un inmediato aumento de salario al valor de la canasta familiar. Por paritarias sin techo. Y a repudiar la nueva agachada de la burocracia sindical, exigiendo un plan de lucha nacional.