Fue siempre nuestro candidato a intendente de San Francisco, por su capacidad política y militante. Su carácter afable y siempre alegre, conquistaba amistades en todos lados y esto se reflejó en su velatorio, por el que pasaron cientos de personas. Otro tanto ocurrió frente a “su” escuela, donde alumnos y padres, conmovidos hasta las lágrimas, le brindaron su último adiós y un aplauso interminable al final de mis palabras de despedida. También hasta allí llegaron, socios del Club Social Roca, del que era presidente.
Con Julio hemos perdido a uno de los “imprescindibles”, al decir de Bertold Brech, porque era de los que luchan y construyen nuestro partido todos los días. Su figura grande y cansina no caminara más las calles sanfrancisqueñas, repartiendo el periódico o visitando compañeros para contagiarlos con su entusiasmo militante. Ni tampoco te tendremos físicamente con nosotros, tus compañeros de militancia, que desde ya nos comprometemos a convertir nuestras lágrimas en energía revolucionaria, a recoger tu bandera para llevarla al triunfo, mientras te saludamos con nuestro grito de guerra: querido compañero Julio, ¡hasta el socialismo siempre!