Tenía un peso importante en gremios como metalúrgicos, Smata, bancarios y docentes. En marzo de 1975 volcó sus mayores esfuerzos en el apoyo a la huelga metalúrgica de Villa Constitución. En junio, sus dirigentes obreros cumplieron un papel de vanguardia impulsando la movilización y la coordinación de las fábricas de la zona Norte del Gran Buenos Aires, que detonaron el Rodrigazo y provocaron la caída del ‘Brujo’ López Rega y de Rodrigo.
Esa presencia en los sectores más combativos de los trabajadores dio lugar a que la represión se ensañara con el PST desde 1974. Ese año cayeron asesinados siete compañeros, entre ellos el Negro César Robles, de la dirección nacional. En 1975 parte de la actividad partidaria ya se desarrollaba en la semiclandestinidad. Ese año fueron asesinados ocho compañeros más, durante las tareas de solidaridad con la huelga de Petroquímica de La Plata. En enero de 1976 cayó el militante Carlitos Scafide y otro trabajador de Propulsora Siderúrgica de La Plata, junto con un activista del Astillero Río Santiago. Scafide integraba el cuerpo de delegados provisorio. Bajo la dictadura, los presos y desaparecidos del PST llegaron a ser casi cien.
En 1976 la lucha de la clase obrera argentina acorralaba al gobierno peronista de Isabel Martínez y su ministro de Economía, Mondelli, quienes insistían en los intentos de aplicar el plan de ajuste y entrega que exigía el FMI. El PST estaba en primera fila impulsando los conflictos y el plan de lucha para derrotarlos. Al mismo tiempo denunciaba el peligro golpista, que iba tomando cuerpo a medida que Isabel mostraba su impotencia para derrotar a los trabajadores. Las acciones cada vez más aisladas e irresponsables de la guerrilla llevaban agua al molino represivo.
La dictadura proscribe al PST
Apenas instalada en la Casa Rosada con uno de sus primeros decretos la junta militar prohibió la existencia del PST. Hubo que pasar por varios años a la clandestinidad total. A pesar de la represión, la actividad militante se siguió desarrollando en esas extremas condiciones. Se retomó la publicación del periódico (con distintos nombres: La Yesca, Opción y Palabra Socialista) que se difundía en las empresas y en los barrios con todo tipo de recaudos.
En reuniones breves, a veces de unos minutos, en bares o lugares de movimiento de gente, con suma puntualidad, los militantes se encontraban, intercambiaban materiales (camuflados en paquetes de cigarrillos y otros envases), informes políticos y las novedades y orientación para la militancia en los distintos frentes.
En los tempranos conflictos que empezaron a golpear a la dictadura, entre los portuarios, en los subterráneos y trenes, allí estaban los militantes del PST. Al mismo tiempo se hacía en el extranjero, con los exiliados y partidos trotskistas hermanos, una importante campaña de denuncia del genocidio, exigiendo la libertad de todos los presos y que cesaran las “desapariciones”. En las difíciles condiciones de la tortura y la prisión, los militantes del PST mantuvieron consecuentemente su moral y política revolucionarias.
La pelea por el socialismo sigue vigente
La resistencia contra la dictadura fue ganando fuerzas. Finalmente, los genocidas fueron echados por la movilización obrera y popular en 1982. Hubo que seguir la tarea de construir el partido revolucionario. A fines de los ’80, luego del fallecimiento de Nahuel Moreno, hubo un largo período de crisis en las filas de nuestra corriente. Actualmente seguimos la trayectoria del PST construyendo Izquierda Socialista. La pelea por un gobierno de los trabajadores contra el capitalismo, por el socialismo en Argentina y el mundo siguen más vigentes que nunca. Ese es el mejor homenaje que podemos hacer a la clase obrera y a nuestros mártires este 24 de marzo.
* El PST surgió de la fusión del PRT (La Verdad), que dirigía Nahuel Moreno, con un sector del viejo Partido Socialista encabezado por Juan Carlos Coral.