El escándalo de los bolsones de López y el monasterio de General Rodríguez ya bate records de asombro. Pero también pone en evidencia en forma burda lo que todo el mundo sospecha o sabe desde épocas inmemoriales: que la cúpula de la Iglesia Católica siempre ha sido parte de la corrupción y de los pactos con los empresarios y los gobiernos patronales de turno. La iglesia nunca jugó a favor de los trabajadores y el pueblo: cambiaban los gobiernos y cambiaba la ubicación política de su cúpula. Estuvieron con el peronismo, con la “Libertadora” del 55, con los radicales y con la dictadura genocida de Videla. Partimos de esta realidad histórica.
El caso de López muestra la ligazón corrupta con el peronismo K, que gobernó los últimos doce años al servicio de los de arriba y de los bolsillos propios. Expresión de ello son los Báez, Boudou, De Vido o los hoteles de Calafate y ahora las cajas de millones de dólares de Florencia, la hija de la ex presidenta.
La cúpula de la iglesia ha tardado casi un mes para aclarar lo que ya no se puede aclarar. Según el presidente de la Confederación Episcopal Argentina (CEA), monseñor José María Arancedo, las monjas no son monjas y el monasterio no es un monasterio. Según esta versión trucha, la hermana Inés (quien manoteó los bolsos con 9 millones de dólares) sería una mujer “laica consagrada” y el supuesto monasterio sería “una asociación privada de fieles” (Clarín, 15/07/16). Este cuento no se lo cree nadie. El mismo Arancebo reconoce que todo esto fue autorizado por el fallecido arzobispo Rubén Di Monte.
Poniendo en evidencia que este tipo de “asociación privada de fieles” es la forma en que la iglesia hace pasar todo tipo de “donaciones” empresarias para evadir impuestos, subsidios de los gobiernos de turno para comprar apoyos políticos o para esconder coimas de obra pública. O sea, una especie particular de lavado de dinero.
La relación K y el silencio de Francisco
Los vínculos de peronismo K con el fallecido Di Monte, creador del monasterio o de la “asociación privada de fieles”, viene desde que Néstor Kirchner pactó un gran subsidio para “obras de restauración” de la Basílica de Luján. Se dice que el gran gestor fue el sacerdote Jorge Oscar Bruno, quien se mantiene desde 2003 como vicario general de la Arquidiócesis de Mercedes-Luján y administrador de la Basílica de Luján. El actual arzobispo, monse- ñor Agustín Radrizzani, le ratificó su confianza. Tanta fue la amistad de Bruno con los Kirchner que en la visita que hizo Cristina en 2014 a Roma, la delegación K le envió saludos y un presente: “El padre Bruno le envía saludos y estos salamines”, le dijo Eduardo “Waldo” De Pedro al pontífice” (La Nación, 17/07/16).
Lo que llama la atención es el silencio de Francisco sobre el caso, cuando suele hablar sobre todos los temas (refugiados, terrorismo, racismo). Incluso llamó la atención a una ONG argentina sobre el “peligro de corrupción” en un partido de fútbol “por la paz”. Pero sobre la corrupción real y concreta de las monjas que no son monjas, silencio. Un “vocero” habló de una posible “comisión investigadora”.
El mutismo del papa está relacionado con su ubicación política en Argentina. Francisco viene coqueteando con el peronismo K desde hace dos años. La explicación tendría que ver con su trayectoria peronista, que no viene del llamado “sector de izquierda” sino del sector ortodoxo de derecha conocido como “Guardia de Hierro”. La cual tuvo entre sus cuadros nada más y nada menos que a Guillermo Moreno (de cuya esposa es muy amigo Francisco). Cuando el papa era Bergoglio “confiaría a ex dirigentes de Guardia de Hierro la conducción laica de la Universidad de El Salvador” (Clarín, 07/06/16).
Basta de aportes y subsidios del estado a la iglesia
La corrupción de la iglesia y sus complicidades con los empresarios y gobiernos han saltado a la vista. Para terminar con todo esto hay que también cortar con todos los aportes y subsidios del estado.
Con plata del pueblo trabajador el estado otorga todo tipo de subsidios para “obras” en templos, “monasterios” y paga 134 millones de pesos anuales en sueldos y jubilaciones de obispos y arzobispos. Además el gobierno subsidia a los colegios religiosos: “El Ministerio de Educación porteño destina 2.500 millones de pesos a instituciones confesionales católicas. En la provincia de Buenos Aires la cifra alcanza a 7 mil millones, que se utilizan para el pago del plantel docente de los colegios” (Clarín, 17/07/16).
Los socialistas estamos por respetar la libertad religiosa, pero proponemos la inmediata separación de la iglesia del estado. Que los millones de pesos que se gastan en sueldos para religiosos y subsidios para la iglesia vayan para aumentar el presupuesto de educación pública y estatal.
Los aportes y subsidios, así como las “donaciones” de los grandes empresarios, son parte de un entramado de corrupción y también de complicidad política de la iglesia con los gobiernos de turno, sean justicialistas, radicales o de Cambiemos. Es la complicidad para avalar los planes de ajuste y saqueo del país. Liquidar todos los privilegios de la Iglesia Católica forma parte de la lucha de los trabajadores y el pueblo para acabar con la corrupción del sistema capitalista.