El martes 16 la Corte Suprema de Justicia de Tucumán emitió un fallo que deja sin efecto la prisión preventiva. ¡Un gran triunfo producto de la movilización de miles de luchadoras, y del apoyo de organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos!
Ahora, gracias a las masivas movilizaciones a lo largo del país, al momento de cierre de este periódico Belén debería estar quedando en libertad. Pero el fallo que anuló la prisión preventiva no resuelve la cuestión de fondo, ya que ahora debe decidirse qué va a pasar con la condena.
Vale recordar que en 2014, Belén fue a un hospital de la capital tucumana por un dolor estomacal y allí se enteró de que sufría un aborto espontáneo. Los médicos denunciaron a la joven por el delito de aborto inducido, y le adjudicaron como prueba un feto que se encontró en el baño del hospital al que ni si quiera se le realizó una prueba de ADN para constatar filiación. La justicia tucumana primero le dictó prisión preventiva por dos años, y luego condenó a Belén a ocho años de prisión por el delito de aborto seguido de asesinato agravado por el vínculo. Claramente se trata de una condena aberrante, amparada en la lógica machista y patriarcal que impera en la justicia.
El proceso judicial estuvo totalmente viciado, a tal punto que el comité de Derechos Humanos de la ONU, Amnistía Internacional y otras organizaciones exhortaron a la justicia tucumana a que la libere y anule el juicio.
El día 12 de agosto la Mesa #LibertadParaBelén convocó a las calles para reclamar por la liberación inmediata y la anulación del juicio que se lleva a cabo en su contra. Miles de mujeres y organizaciones sociales y políticas realizamos acciones en casi todas las provincias del país, y se leyó la carta que Belén le escribió a la sociedad desde la cárcel. Allí da cuenta de cómo la justicia machista, clasista y clerical se ensaña especialmente con las mujeres pobres, como es su caso. Mientras que las mujeres ricas de todas las religiones abortan en clínicas privadas, son las mujeres trabajadoras y pobres las que pagan el precio de la ilegalidad del aborto, aun cuando se trata, como en este caso, de un aborto espontáneo.
En el caso de Belén podemos ver todos los casos de mujeres pobres y jóvenes que no acceden a la salud ni a la justicia. Evidencia la selectividad judicial y del sistema de salud cuando llegan a un hospital en situación de aborto (espontáneo, voluntario, de cualquier tipo: las obligan a elegir entre su vida y su salud o la cárcel). Hablamos de que hay alrededor de 1.200 abortos por día en la Argentina: a estas mujeres el estado las empuja a la clandestinidad y las persigue.
La movilización que arrancó el fallo de la Corte tucumana nos marca el camino a seguir para que no haya más Belén presas ni mujeres muertas por abortos inseguros, camino que debemos continuar hasta lograr que declaren su inocencia. Y esto es parte de la lucha más general por la legalización del aborto seguro y gratuito.