India tiene la segunda clase obrera más numerosa del mundo, después de China. Igual que sucede con Paquistán, Vietnam, Indonesia, Bangladesh, China y otros países asiáticos, la India se ha transformado en un gran país industrial con mano de obra barata. Las multinacionales yanquis y europeas fabrican en Asia todo tipo de productos de consumo, telas, electrodomésticos, máquinas livianas, acero y hierro, con salarios de 100 o 200 dólares al mes. Esto permite que se despida a millones de obreros en Europa y Estados Unidos, y que bajen los salarios en el mundo.
Desde hace algunos años en todos los países asiáticos suceden grandes luchas por derechos laborales básicos y salarios dignos, y se ha logrado avances, aunque modestos, en varios países, en particular en China.
India forma parte de los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), países que por su tamaño pesan en el contexto mundial sin dejar de estar sometidos a las multinacionales y sus planes. Todos ellos abrieron sus economías para jugar ese rol y arruinaron a sectores tradicionales. En los últimos años siguieron con crecimiento económico pese a la crisis capitalista, pero ahora, como en el caso de Brasil y Rusia, están en recesión, y los otros bajaron su crecimiento.
En India gobierna el derechista Narendra Modi, que llegó al poder en 2014 tras su victoria electoral encabezando la Alianza Democrática Nacional, cuyo principal integrante es su partido, el Bharatiya Janata (BJP), una organización conservadora de matriz hinduista que ve a los indios musulmanes como enemigos, y ha promovido la violencia contra ellos, como en Guyarat en 2002.
Derrotar al gobierno neoliberal de Modi
En la industria, los transportes y las oficinas bancarias la huelga fue total, y las calles de las ciudades vieron la paralización de toda actividad. Entre los bancos públicos y privados, casi dos millones de bancarios siguieron la convocatoria. En las grandes ciudades como Delhi, Bombay, Calcuta y Chennai (Madrás) los obreros paralizaron el transporte urbano, los trenes, puertos y fábricas.
Con la convocatoria de la huelga general los sindicatos exigen la retirada de la reforma laboral que impulsa el gobierno, así como el aumento del salario mínimo y las jubilaciones. Y pretenden que el gobierno acceda a ampliar la seguridad social a los sectores obreros del país, muy numerosos, que siguen sin estar protegidos.
La protesta tiene antecedentes en el país, y surge como reacción a los proyectos neoliberales del gobierno. Modi ya se había visto obligado a retirar su proyecto de ley sobre la compra de tierras tras masivas protestas. En septiembre de 2015 los sindicatos convocaron la primera huelga general contra el gobierno conservador. En enero de 2016 millones de mineros se declararon en huelga contra el propósito del gobierno de dar entrada a empresas privadas en las explotaciones mineras. Gurudas Dasgupta, dirigente del sindicato All India Trade Union Congress (AITUC), declaró entonces que la huelga de los mineros era la huelga sectorial más grande de los últimos cuarenta años en la India. Ahora, los sindicatos y los partidos de izquierda que se muestran contrarios a la privatización de los sectores públicos y que desconfían de las condiciones en que el gobierno impulsa la llegada de inversiones extranjeras, creen que las masivas movilizaciones pueden no sólo conseguir mejoras sociales para la clase obrera sino además, contribuir decisivamente a la derrota de la política neoliberal del gobierno. La inflación está golpeando duramente a los trabajadores, que cuentan con ingresos muy bajos, por lo que los sindicatos reclaman un salario mínimo de dieciocho mil rupias mensuales (unos 270 dólares), así como el acceso universal a la seguridad social y las jubilaciones.
La confederación empresarial dijo que la huelga iba a “perjudicar” las inversiones en la India. No van a ceder fácil a las demandas. Pero la huelga de 24 horas demostró la fuerza enorme de la clase trabajadora india.
La actual dirección sindical burocrática es encabezada por el Partido Comunista de la India (PCI, stalinista). La clase obrera india necesita una nueva dirección para darle continuidad a la lucha y que no quede aislada como sucedió con el paro de hace un año. Se trata de derrotar a este gobierno neoliberal e imponer una salida obrera. Esta batalla de la clase trabajadora india, al igual que la del conjunto de la clase obrera del Extremo Oriente, tiene una gran importancia mundial en el camino a derrotar la explotación capitalista.