Cerró el mismo con un discurso Cristina Fernández de Kirchner, quien proyectando sus aspiraciones electorales habló de la “construcción de una nueva mayoría” (Página12, 7/10). Recibida con cánticos peronistas, la ex presidenta imitó el saludo de Alfonsín y se colocó la característica boina blanca radical.
La UCR, que forma parte de Cambiemos, se quejó y criticó a la ex presidenta por el uso de los símbolos radicales, reivindicando al gobierno ajustador de Macri. Un show lamentable de un lado y de otro.
Todo este espectáculo es parte de la campaña preelectoral del kirchnerismo, buscando protagonismo e intentando mostrarse como una opción contra Macri, para capitalizar el descontento. Pero el kirchnerismo no sólo que no enfrenta el ajuste macrista en las provincias donde gobierna, sino que lo aplica. Además, encara los comicios venideros en una profunda crisis, diezmado por las divisiones, su marginación en el PJ y los escándalos de corrupción. En su decadencia, dice apostar por una nueva mayoría.
Queda claro que el peronismo kirchnerista y sus aliados radicales no son alternativa al gobierno antiobrero y ajustador de Macri, pues no tienen nada para ofrecer a los trabajadores y demás sectores populares, más que el doble discurso al que nos tienen acostumbrados.